MIAMI, Estados Unidos. — Cuando estudiaba economía internacional en la década de 1960 una de las explicaciones ofrecidas para la riqueza de las naciones era su dotación de recursos naturales. Entonces, los países se percibían ricos o pobres en base a sus recursos naturales. Naciones que los tenían en abundancia eran consideradas ricas o potencialmente ricas; naciones pobres en recursos estaban destinadas a ser pobres.
Hoy entendemos que otros factores entran en juego. Por ejemplo, en su libro ¿Por qué las naciones fracasan? Daron Acemoglu y James A. Robinson argumentan que los problemas económicos de una nación son causados por la falta de derechos políticos inclusivos. Las naciones pobres son pobres porque son dirigidas por élites estrechas que organizan la sociedad para su propio beneficio. Y hay naciones ricas porque han triunfado creando instituciones políticas y económicas inclusivas que permiten que todos participen.
Igualmente, en su libro Adiós a las limosnas el economista Gregory Clark ofrece una explicación cultural de por qué algunos países disfrutan riqueza sin precedentes, mientras otros languidecen detrás. Después de todo, las innovaciones tecnológicas, organizacionales y políticas claves son bien conocidas, y todas las sociedades las pueden emplear. Entonces, ¿por qué no todo el mundo está completamente desarrollado? El Dr. Clark razona que algunas sociedades “no pueden adoptar instantáneamente las instituciones y tecnologías de las economías más avanzadas porque no se han adaptado todavía a las demandas del capitalismo productivo”.
Esas tesis ofrecen nuevas percepciones económicas, aunque todavía la dotación de recursos naturales de una nación sea vista por muchos como determinante en su riqueza. La evidencia muestra otra realidad. Veremos abajo una lista de ocho países1 que prácticamente no poseen recursos naturales, pero figuran entre los mayores exportadores y las más exitosas economías.
Japón, país en una isla volcánica con gran población, clasifica cuarto en el mundo como exportador y 42 en PIB. Corea del Sur avanzó de pobreza abyecta a un liderazgo industrial. Clasifica quinta en exportaciones y 46 en GDP. Italia debe importar la mayoría de las materias primas que necesita para producir; pero clasifica novena en exportaciones y 50 en PIB. Hong Kong tiene poca tierra arable e importa la mayoría de sus alimentos y materias primas; sin embargo, clasifica octavo en exportaciones y 18 en PIB. Singapur muestra cómo una pequeña isla puede devenir una de las economías más prósperas del mundo. Clasifica 13 en exportaciones y séptima en PIB. Bélgica depende fuertemente de materias primas extranjeras. Clasifica 20 en exportaciones y 35 en PIB. Suiza demuestra que no tener costas no es impedimento para ser un exportador líder. Clasifica 17 en exportaciones y 16 en PIB. Taiwán fue desprovisto de recursos naturales por la ocupación colonial japonesa. Hoy clasifica 15 en exportaciones y 28 en PIB.
El mito de los recursos naturales fue expuesto primeramente por Julian Simon (1932-1998), demostrando que la mente humana es el recurso definitivo. La mente es la que crea lo que llamamos recursos; o, como dice Donald Boudreaux, del Instituto Americano de Investigaciones Económicas: “no hay recursos naturales”.
Sí, la naturaleza creó géneros como el petróleo; pero fue la creatividad humana la que transformó el petróleo en un recurso. La naturaleza crea materias primas, no recursos. El ingenio humano y el esfuerzo son los que transforman materias primas en recursos.
Las materias primas devienen recursos solamente cuando la creatividad humana descubre cómo emplearlas para satisfacer nuestras necesidades. El petróleo existió por milenios, pero no tenía utilidad, como por ejemplo, para los indígenas americanos. No se convirtió en recurso hasta que descubrimos cómo extraerlo y utilizarlo. La tierra no era un recurso hasta que aprendimos a cultivarla para propósitos agrícolas.
Los ambientalistas ignoran una implicación del trabajo del profesor Simon: el desarrollo económico no promueve agotamiento de recursos. Al contrario, el crecimiento económico evita el agotamiento de recursos permitiendo a más mentes creativas sobrevivir, interactuar e innovar. La prosperidad posibilita mayores cantidades del recurso fundamental: mentes humanas.
1 Datos originales en el World Fact Book de la Agencia Central de Inteligencia
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