LA HABANA, Cuba.- La contaminación en la bahía habanera y el Golfo de Batabanó, el agua como recurso vital no renovable, la claria (una especie acuícola foránea introducida en Cuba), los ríos de Santa Clara, la recuperación aún no lograda del Almendares, la superpoblación urbana y la pesca ilegal que enfrenta el río Capellanía en Artemisa, la ley de medio ambiente del 97 y un pequeño resumen mundial de noticias ecológicas, son los temas que aparecen en el segundo número de la publicación digital Naturcuba, el más reciente proyecto de la prensa independiente cubana, enfocado a los problemas medio ambientales.
Los trabajos firmados por Amarilis Rey, Odelín Alfonso, Carlos Torres, Margarita Martí, Rogelio Fabio Hurtado, Manuel Aguirre, José Antonio Fornaris, Osniel Cabrera y Th. Milián, parecen encaminarse a la solidificación de un propósito que merecedor del mayor respaldo de la sociedad civil en la Isla, desde la ciudadanía hasta las autoridades del gobierno. Porque la atención medio ambiental, su salud y conservación, alcanza el nivel prioritario en estos tiempos que vivimos, donde la defensa de la naturaleza está profundamente vinculada a la de los derechos fundamentales del hombre y la consecución solidaria de un mundo mejor. Una lucha que implica valores soberanos y universales, pues los resultados de una batalla por la ecología repercuten más allá de las lindes regionales y fronteras nacionales en que se libra la acción.
Para quienes crean que asumir este reto significa tomar caminos más placenteros, acomodaticios o lejanos a los riesgos del activismo por los derechos políticos y libertades de expresión, están lejos de la realidad. La mirada crítica hacia los peligros que amenazan la estabilidad del medio ambiente, el cuidado de este y la procura de su sano desarrollo no están exentos de serios peligros para quienes escogen este camino arduo.
La denuncia de la contaminación industrial, la explotación descontrolada de los recursos naturales, la marginación a que son condenadas poblaciones locales, indígenas y campesinas por inversiones foráneas o nacionales, la deforestación, el exterminio de animales sea por el inescrupuloso negocio de la caza ilícita (una lacra que debe ser considerada tan punible como el resto de los tráficos), procurar regulaciones que impida estos desmanes o simplemente la indolencia de una sociedad que no calcula la importancia de cuidar estos bienes , se traduce en un largo listado de mártires. En el continente latinoamericano y en otras partes del mundo. No debe olvidarse el destino de Dian Fossey, la defensora de los gorilas de montaña, asesinada salvajemente en las selvas de Virunga en 1985 por cazadores furtivos. La misma suerte corrida más recientemente el biólogo español Gonzalo Alonso Hernández, destacada voz acusadora contra la depredación de bosques y fauna en Brasil.
El número de los que han pagado con su vida la defensa medio ambiental se calcula en centenares. Solamente entre 2002 y 2014 ciento once activistas fueron asesinados por ese motivo en Honduras. Desde allí impactó en las noticias el brutal asesinato perpetrado contra Berta Cáceres el pasado 3 de marzo. La ambientalista había ganado una dura cruzada contra intereses transnacionales que pretendían montar un proyecto hidráulico en detrimento del medio ambiente en la zona selvática poblada por la tribu lenca, quienes sufren por años la destrucción de su hábitat natural. Pero no todos los esfuerzos reciben el mismo premio fatal. Este año la campesina peruana Máxima Acuña fue reconocida en Estados Unidos por su labor ambientalista al impedir la concreción de un proyecto minero de impacto negativo para varias cuencas hidrográficas y una zona rica en biodiversidad en el país andino.
Ahora en Cuba se levanta un bastión en la defensa de un derecho esencial que no puede dejarse a un lado, sobre todo cuando a tierras insulares comienzan a desembarcar grandes empresas llenas de promesas y posibilidades económicas, pero también con la idea de obtener ganancias para las que el medio ambiente y su cuidado significan mucho menos que las cifras monetarias a las que aspiran obtener con el negocio. Un camino trillado donde el ecosistema pierde cuando del otro lado de la balanza se coloca intereses que requieren el sacrificio del primero.
Pero no se trata solo de una lucha contra agresiones empresariales. El rol de un activismo ecológico se proyecta con igual fuerza sobre la concientización para establecer proyectos de limpieza de ríos, el cuidado de las playas y costas ante la urbanización ingente o el turismo desenfrenado, la reforestación que urge comenzar, el cuidado de la fauna en peligro de extinción, el control de especies foráneas que afecten a las autóctonas, la penalización de caza ilícita y furtiva o el respeto de las leyes protectoras del medio ambiente, son temas en los que el periodismo independiente puede encontrar un amplio campo para tratar en Cuba. Naturcuba es solo paso. Un pequeño paso que merece la compañía de todos los miembros de la sociedad cubana.