LA HABANA, Cuba. – Así llamó el periodista estadounidense John Reed, al bandido y revolucionario mexicano Pancho Villa.
Hace algunos días escribí una crónica sobre Augusto César Sandino, considerado un líder sagrado de Nicaragua, otro bandido revolucionario más. En el mundo ha habido muchos. Algunos de ellos se han puesto el traje de presidente de un país o de dictador.
Aún así, no dejan de ser bandidos.
México cuenta con Pancho Villa. Muy pocas calles y muy pocos restaurantes llevan su nombre, mientras el pueblo no olvida su historia cruel y despiadada.
En Cuba, casualmente, el gobierno castrista, editó en 2007 una biografía de este tirano-guerrillero -1878-1923-, escrita por Paco Ignacio Taibo II.
Aunque la Editorial Ciencias de Sociales señala que Pancho Villa es uno de los más grandes revolucionarios mexicanos, un bandido sagaz, abstemio y de mirada magnética, no deja de aclarar que su única ley es la que se daba a sí mismo: ¨Se usa primero ésta –decía Pancho señalando la cabeza- y luego éstos –tomándose los testículos¨.
En la contraportada del libro, el mismo autor aclara que ¨Más de la mitad de la vida adulta del guerrillero, 17 años de los 30 que vivió antes de sumarse a una revolución, había sido prófugo de la justicia, bandolero, ladrón, asaltante de caminos y cuatrero¨.
Es muy probable que fuera Fidel Castro, que gusta de estos personajes tenebrosos, quien ordenara su edición cubana, con casi mil páginas y sobre todo con el mejor papel, pese a su escasez en esos momentos.
Paco Ignacio Taibo II –España, 1942- dedicó cuatro años a investigar la historia del ‘villismo’. Explica en su prolongadísima narración cómo a partir del robo organizado de vaca, este bandido creó la más espectacular red de contrabando planetaria al servicio de una revolución. Lo retrata de cuerpo entero cuando aclara que, luego de ser un gran amigo de los americanos, les hizo la guerra, ¨porque –según confesó Villa después- no podía ver a los gringos ni en pintura¨.
En los momentos de su muerte, el coche en que viajaba recibió 150 balazos. Así lo odiaban. Tres años después de morir, robaron su cabeza y la enterraron en un lugar desconocido. Es por eso que no se sabe con certeza dónde reposa el resto de su cuerpo.
John Reed, periodista norteamericano y autor del célebre libro Los diez días que estremecieron el mundo, está muy ligado a la historia de Pancho Villa. Convivió con él más de año y medio durante el conflicto bélico de la etapa insurreccional mexicana. Considerado como uno de los mejores corresponsales de guerra estadounidenses de la época, calificó su forma de combatir como ¨desmoralizadora¨, por sus ataques sorpresivos al enemigo en horas de la madrugada y porque como era tan abstemio, mandaba a matar a cualquiera de sus soldados que sorprendiera bebiendo.
Aun así, es posible que John Reed se haya creído las teorías políticas del Coronel o General de Brigada Pancho Villa, cuando en su libro México insurgente, las llamó ¨un sueño o quimera que animaba su lucha¨. Pancho Villa le había dicho que ¨cuando se restableciera la nueva República no habrá más ejército en México. Los ejércitos son los más grandes apoyos de las tiranías. No puede haber dictador sin su ejército. Pondremos a trabajar a todo el ejército¨.
En 1919, John Reed fue expulsado del Congreso Socialista Nacional de Estados Unidos. Luego, al ser acusado de espionaje, huyó a Moscú, donde murió al año de tifus, para sorpresa de muchos.