LA HABANA, Cuba – El proyecto de Resolución sobre el Bloqueo Comercial de Estados Unidos a Cuba fue aprobado por 191 votos a favor, 2 en contra (Estados Unidos e Israel) y 0 abstenciones, en la Organización de las Naciones Unidas, el 27 de octubre. El gobierno cubano lo divulga como una gran victoria, pues ha sido la mayor cifra de votos a favor de una resolución registrada en la ONU, que cuenta con 193 miembros. No podría ser de otra manera, cuando el presidente Barack Obama había solicitado al Congreso norteamericano la eliminación del embargo, que en realidad no es bloqueo, y se comentó la posibilidad de abstención de Estados Unidos. Durante 23 años, Cuba ha presentado resoluciones similares con fines propagandísticos, pues la primera adoptada mantenía vigencia hasta su cumplimiento, aunque no es de obligatorio cumplimiento como las del Consejo de Seguridad.
De abstenerse, el presidente Obama habría dado otro paso histórico, pero para tomar tal decisión requería demostrar que también las autoridades cubanas dieron zancadas. Sin embargo, el llamado bloqueo aún les resulta indispensable. Si se eliminara, desaparecería la baza para justificar todas sus incapacidades y la represión en las disímiles formas aplicadas desde hace casi 57 años, y tendría que levantar el bloqueo interno. Para afrontarlo, carecerían de condiciones económicas, comerciales, institucionales, legislativas, laborales, de conocimientos y experiencia; y contarían con la inflexibilidad e ineficiencia del control estatal, y sobre todo con la camisa de fuerza del terror a perder de poder absoluto.
El presidente Raúl Castro y la generación histórica de la revolución deciden actualmente quiénes serán sus sucesores, y diseñan los planes que ellos deberán ejecutar en el Partido Comunista desde VII Congreso a efectuarse en abril de 2016, y en los Consejos de Estado y de Ministros a partir de la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular en febrero de 2018. Los dignatarios cubanos llevan el paso lento en una sociedad acostumbrada al compás de la eterna espera. Pero el mundo cada día se mueve más rápidamente y las oportunidades se pueden perder en segundos, sobre todo en la vertiginosa y emprendedora sociedad norteamericana.
En los 10 meses transcurridos desde histórico vuelco a las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, y las nuevas medidas anunciadas por el presidente Obama aquel el 17 de diciembre de 2014, ha ocurrido un frenesí en torno al pequeño y empobrecido archipiélago del Caribe. Los altos funcionarios de la Administración Obama, legisladores, empresarios, comerciantes, agricultores e integrantes de todos los sectores de Estados Unidos han llegado a Cuba, al unísono con los dignatarios de otros lares, como el presidente Francois Holland de Francia, el primer ministro Matteo Renzi de Italia, el ministro de relaciones exteriores de Alemania y altezas reales, aspirantes a no quedar rezagados. Famosos artistas pasearon por La Habana y los turistas desbordan las expectativas.
La Administración Obama ha trabajado afanosamente. En octubre, Penny Pritzker, secretaria de comercio, viajó acompañada de una delegación para conocer e intercambiar sobre las características y posibilidades de ambos países; visitó la Zona Especial de Desarrollo de Mariel y sostuvo los usuales encuentros en las calles de La Habana Vieja. La avezada empresaria, amiga del presidente, declaró que un mayor comercio con Cuba dependería no solo de los deseos de las compañías norteamericanas, que tienen altas expectativas, sino también de que el gobierno cubano haga cambios que no solo afecten a las empresas de Estados Unidos, sino también a compañías de todo el mundo. Entre los desafíos a la inversión extranjera mencionó la limitación al sector privado (cuentapropistas), la duplicidad monetaria y la contratación de los trabajadores mediante una agencia controlada por el Estado, según reportaron las agencias de prensa. Luego arribó una delegación de 14 empresas de la agroindustria, la construcción, el desarrollo hotelero y fabricación de metales de Ohio. El 27 de octubre, cuando en ONU se votó, coincidieron las llegadas de Alejandro Mayorkas, vicesecretario de Seguridad Interna para tratar sobre viajes y comercio, y Ted Stern, embajador para cambio climático, con el objetivo de intercambiar criterios antes de la Conferencia Cumbre de París. Obama había dado otro histórico paso al propiciar la actuación de Omara Portuondo con el Buenavista Social Club en la gala conmemorativa del Mes de la Herencia Hispana, efectuada en la Casa Blanca el 15 de octubre; primera vez en 50 años que un artista residente en Cuba lo hacía.
No obstante, si el gobierno cubano no facilita la implementación de las medidas de la Administración Obama, y se mantiene inflexible, lento y sin permitir la participación ciudadana, afectará los esfuerzos en el Congreso por eliminar el embargo, la prohibición a los norteamericanos para viajar libremente a Cuba y otros proyectos de ley, mientras no logrará la atracción de la inversión extranjera y perderá la credibilidad nacional e internacional. Temeroso de los retos, podría perder el impulso y las oportunidades en el corto período restante de la presidencia de Barack Obama, para sentar las bases antes del ascenso de nuevos dirigentes en Estados Unidos, el mundo y Cuba.