
LA HABANA, Cuba – La jugada, que prefiero llamar putesca, la designan como putinismo en el generalato, las escuelas del Partido Comunista y otros altos círculos de la elite verde olivo.
En ese camaleónico ambiente, cabe suponer que estén en preparación los Vladimir Pozner de por acá. Quiero decir, periodistas que resulten creíbles, porque los incondicionales charlatanes de la apología, el teque y el disco rayado, no van más allá de Telesur. Y les concedo mucho más alcance del que realmente tienen, que es Granma, el NTV y Mesa Redonda.
En los años 80, Vladimir Pozner fue el periodista soviético más conocido en Occidente, particularmente en los Estados Unidos. Era el rostro de la glasnost. Desconcertaba y estremecía los estereotipos arraigados en Occidente: un periodista ruso que hablaba perfectamente inglés, parecía tan norteamericano como Phil Donahue, y se mostraba razonablemente crítico respecto al sistema al tratar temas escabrosos como el estalinismo, la guerra de Afganistán, los disidentes, el antisemitismo.
Hijo de una francesa y un emigrado ruso que retornó a la fe comunista, Pozner nació en Francia y se crió en New York. Se estableció con sus padres en la Unión Soviética, cuando tenía 19 años, en 1952.
Su criticismo le ganó credibilidad en Occidente, cuando lo que Tass y Novosti estaban autorizados a informar al mundo, ya no funcionaba. Pozner se dejó utilizar para equiparar el macartismo con las purgas estalinistas y convencer de que la libertad de prensa y los derechos humanos eran tan vulnerados en la Unión Soviética como en los Estados Unidos.

A pesar de que Pozner afirmaba que siempre rechazó las ofertas que le hizo la KGB, fue el mejor agente de influencia que tuvo la Unión Soviética en Occidente.
Alguien así precisa el castrismo en metamorfosis.
Últimamente se nota cierto movimiento en el bull-pen de la prensa oficialista. Se habla de la necesidad de hacer un periodismo más analítico y crítico, que se acerque a la vida real de los cubanos, sus necesidades e intereses, porque el país del NTV, con las sobreproducciones, los ancianos bien atendidos y la gente feliz que apoya al sistema a brazo partido, apenas se parece al que habitamos.
Los periodistas oficialistas han sido regañados y exhortados a hacer un trabajo mejor y más profesional por el propio general Raúl Castro y el vicepresidente Díaz Canel, pero como no están claros cuáles son los límites de lo permitido, lo que se considera responsable, ni cuál es el momento apropiado para las críticas y la investigación a fondo, siguen en las mismas, reiterando su intención de cambiar la prensa para mejor, pero sujetos a la autocensura, para no buscarse problemas, como si no les bastara la que les impone el Departamento Ideológico del Partido Único.
La audacia por la que claman y hasta dónde están dispuestos a llegar –hasta que les autoricen un poquito más- en Juventud Rebelde o en Cuba dice, es a quejarse de la mala calidad del pan, los baches en las calles, los salideros, los litigios con las viviendas, los altísimos precios en los agromercados -siempre por culpa de los intermediarios- y si acaso, los abusos con las pensiones de los jubilados y de la Asistencia Social…

Las críticas en la prensa oficial solo alcanzan a directores de empresas de poca monta, a jefecillos municipales y a funcionarios de nivel medio, jamás a los ministros y otros pejes gordos.
Pero eso no funciona de cara al exterior. El régimen precisa, en sitios como Cuba debate y Granma Internacional, de periodistas que aunque respondan al sistema, sean críticos, y que por varias de cal, en sus loas a los dirigentes históricos, y sus diatribas contra “el bloqueo yanqui”, “la mafia anexionista de Miami” y por la libertad de los Tres, ponga algunas de arena, que tengan que ver con la realidad, los tantos problemas que agobian a los cubanos y sus verdaderas causas.
Eso, si quieren que sean medianamente creíbles, porque no lo son ni un poquito los chicos del blog La Joven Cuba, que luego de la foto con Díaz Canel, viraron palo pa` rumba y reclamaron mano dura contra los blogueros y periodistas independientes. Lo mismo sucede con el resto de los blogueros que se pintan como oficialistas por cuenta propia. Para esa vaina, es preferible lidiar con los malos conocidos, como Rosa Miriam Elizalde, Arleen Rodríguez, Enrique Ubieta, Iroel Sánchez y M. Lagarde, que al menos saben mejor el oficio.
En honor a la verdad, los Pozner de por acá, por mucho que los precise la propaganda castrista para ser más eficaz, no se ven aparecer. Allá los ilusos que pensaron que aparecerían en el Noveno Congreso de la Unión de Periodistas (UPEC).
Tal vez formar a los Pozner todavía requiera un poquito más de tiempo. Hay varios candidatos. Reinaldo Taladrid, que domina el inglés y hasta estuvo en CNN, pudo haber servido, pero pasó su cuarto de hora…Raúl Garcés se las arregla muy bien en Telesur. Y Cristina Escobar, tan linda e inteligente, con lo bien que televisa, ¿se ha fijado cuán bien domina el inglés? ¿Y qué me dicen de Elaine Díaz, cuando termine su beca en Harvard?