LA HABANA, Cuba.- En días pasados la prensa oficialista cubana anunció la creación por el Banco Central de Cuba (BCC) de la Financiera de Microcréditos S.A., entidad encargada de conceder créditos en moneda libremente convertible (MLC) a los nuevos actores económicos, es decir, las mipymes, las cooperativas no agropecuarias, y los trabajadores por cuenta propia. De acuerdo con la información, la referida entidad se instituye como “una respuesta de la banca a la necesidad de que los nuevos actores económicos se inserten de una manera activa e impacten con fuerza en la economía”.
A primera vista parece una loable acción que favorecerá el desempeño de esos actores económicos, máxime en estos tiempos, cuando las monedas convertibles van copando casi todos los espacios de nuestra economía. Sin embargo, un análisis más pormenorizado muestra las condicionantes que pueden reducir el impacto de esos créditos.
En primer término, tal y como indica la denominación de la nueva entidad, se trata de microcréditos. O sea, pequeñas cantidades de dinero, acerca del cual las autoridades bancarias exigen su retorno en plazos breves y con un interés del 6.5% anual. Una tasa muy superior a los créditos que los bancos conceden en moneda nacional. Se podrá imaginar que en tales condiciones las posibilidades de emplear ese dinero como vehículo para el crecimiento de los negocios no son muchas.
Por otra parte, el BCC exigirá que los nuevos actores económicos cumplan con alguno de los siguientes requisitos para poder obtener los microcréditos en MLC: realizar exportaciones de sus bienes o servicios, comercializar en la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), o vender sus producciones a la red de tiendas en MLC.
Semejantes condicionantes para acceder a esos préstamos bancarios indican que las producciones y servicios que de ellos se deriven no van a estar al alcance de buena parte de la población de la isla, portadora únicamente de moneda nacional. Eso entra en contradicción con los argumentos iniciales expuestos por las autoridades, en el sentido de que los nuevos actores económicos contribuirían a mitigar el déficit de oferta que hoy agobia al cubano de a pie.
Otro asunto importante que trascendió en la información oficial es la negativa a que las mipymes, las cooperativas no agropecuarias, y los trabajadores por cuenta propia puedan emplear esos microcréditos para comprar en las tiendas en MLC.
Lo anterior podría dar luz para descifrar esa medida tan arbitraria y poco entendida que prohibió los depósitos bancarios en efectivo de dólares norteamericanos como medio para recargar los saldos de las tarjetas magnéticas que permiten el acceso a las tiendas en MLC.
Hay que recordar que los gobernantes justificaron esa prohibición aduciendo que no podían utilizar esos dólares en efectivo en sus transacciones internacionales. Mas, ahora con la disposición de que los nuevos actores económicos puedan vender pero no comprar en las tiendas en MLC, se refuerza el criterio popular de que el desabastecimiento que se aprecia en esas tiendas -sobre todo en efectos electrodomésticos- es el verdadero causante de la no aceptación de los dólares en efectivo en el sistema bancario. Así, piensa el gobierno, menos personas acudirían a esas tiendas y se evitaría la decepción de no poder ofrecerles lo que demandan.
A la postre, las condiciones que se les exigen a los nuevos actores económicos para acceder a los microcréditos en MLC constituyen otra prueba de que la cacareada autonomía que dicen otorgarles no es más que pura ficción.
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