LA HABANA, Cuba – Son muchas las maneras en que dirigentes del gobierno cubano, del partido comunista o sus alabarderos de la prensa, tratan de quitarle importancia a que se hayan normalizado las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba.
Y precisamente en torno a la reapertura de la Embajada de Washington en La Habana, en los medios cubanos se ha usado una curiosa imagen: ese hecho –al que tanta relevancia se le da internacionalmente y en las calles de nuestro país– es solo un pequeño paso, pero suprimir el “bloqueo” sí sería un gran salto.
Por supuesto, se están refiriendo a la famosa frase de Neil Armstrong cuando bajó del Eagle a la superficie lunar: “Un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad”. Y claro que se está comparando una de las mayores hazañas de EEUU con el acto civilizado de que dos países se reconozcan mutuamente como vecinos y no como enemigos.
Además, ¿insinúan los que usan esta imagen del “pequeño paso” y el “gran salto” que el pasado 14 de agosto el Secretario de Estado de EEUU, cuando aterrizó en suelo cubano, estaba en realidad alunizando?
El 20 de julio de 1969, cuando el Eagle se posaba sobre la superficie lunar, exactamente en el Mar de la Tranquilidad, Armstrong había anunciado al Centro Espacial de Houston: “Aquí base Tranquilidad, el Águila ha alunizado”.
Pero el nerviosismo de los “lunáticos” del poder y sus voceros no se alivia, ni siquiera cuando el Águila, o sea, Kerry, les advierte que “no hay nada que temer”, “que serán muchos los beneficios de los que gozaremos cuando permitamos a nuestros ciudadanos conocerse mejor, intercambiar ideas y aprender los unos de los otros”.
Una periodista se atrevió a escribir, hablando del día en que se izó la bandera americana frente al malecón, que había escuchado exclamar a una mujer, a lo Che Guevara, entre la gente que se aglomeraba en las cercanías de la Embajada, que “en el imperialismo no se puede confiar ni un tantico así…”
Graciosamente, ya el canciller cubano había dicho que “Cuba acepta el reto norteamericano de buscar un cambio de régimen en el país”. Un conductor de televisión explica que ello es posible porque el pueblo cubano tiene suficiente “educación, instrucción y cultura” para superar ese reto.
Por otro lado, dirigentes y periodistas hablan de Hillary Clinton con esperanzas, escondiendo el terror de que la próxima administración sea republicana y tire por la borda todo el acercamiento propiciado por la administración de Obama.
Es una situación ridícula y risible al mismo tiempo, como muchos dibujos animados, pues así es como se comportan los que quieren explicar que el enemigo sigue siendo el enemigo pero ya no lo es pero sigue siendo el enemigo pero…
Un reciente número de Juventud Rebelde trae un Elpidio Valdés enorme en la portada, machete en mano, ceñudo, coronado con un gran titular: “La eterna manigua de Elpidio”. Dentro hay una entrevista con Juan Padrón por los 45 años de su personaje donde aquel asegura, hablando del éxito de Elpidio Valdés: “Era más que evidente que le habíamos ganado la pelea al Pato Donald”.
Sin embargo, poco después de las alocuciones del presidente Barack Obama y de Raúl Castro el 17 de diciembre del 2014, anunciando la reanudación de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, había comenzado a circular un meme de internet, que casi se volvió viral en la red: la imagen de un Mikey Mouse con el rostro de Elpidio Valdés.
En junio apareció un video clip de Raúl Paz con su tema Hace falta, donde vemos a un modelo caminando por las calles habaneras, vestido como el más famoso personaje de Walt Disney, con guantes blancos, grandes zapatones y las inconfundibles orejotas, asombrando a la gente con el rostro de Elpidio Valdés.
Por supuesto que los personajes de dibujos animados pueden ser muy peligrosos, incluso sin machete. Ahora resulta que el ratón con cara de mambí se coló en el teatro Karl Marx en forma de un muñeco que actuó en el Lucasnómetro, el 22 de agosto en el Karl Marx. Peligrosísimo: un cruce de Mickey Mouse con Elpidio Valdés no es otra cosa que un cubano-americano.
Se han alzado voces de advertencia y de ira. Por ejemplo, el bloguero oficialista Félix Edmundo Díaz, editor de la Mala Palabra, ha sido muy claro: resulta inadmisible que “alguien pretenda infestar mi tranquilidad y la de millones de cubanos trabajadores, disfrazado de un muñeco al que nombraron Mickey Valdés y pasearon, como parte del Lucasnómetro de Verano por el teatro Karl Marx”.
Díaz añade que el muñequito del machete tiene 45 años, argumento poco significativo, pues el de Disney le dobla la edad. Dice también el furioso bloguero que Elpidio nada tiene que ver con el pacífico ratón, y lamenta que el popular actor “Luis Silva, a quien he admirado siempre por su profesionalidad, se plegara, permitiera o asumiera la procedencia de tal inclusión, máxime cuando no será posible clonación alguna (ni real, ni ficticia) entre gringos y cubanos mientras exista el imperialismo o mientras exista la Revolución”.
Hace unos días, en un interminable discurso por el aniversario 90 de la fundación del Primer Partido Comunista de Cuba, Jorge Risquet, entre citas de Fidel Castro y lecciones de historia-ficción, lo resumió todo: “Seguiremos adelante construyendo el socialismo”.
O sea: Aquí no ha pasado nada. Ni pasará. No se ilusionen. Elpidio Valdés no cree ni en el águila, ni en el ratón, ni en su madre.
Neil Armstrong, ante el ceniciento paisaje lunar que tenía ante sí, dio una descripción que viene bien al caso: “la vista de una magnífica desolación”.