LA HABANA, Cuba.- El destacado ensayista cubano Jorge Mañach, en su discurso de ingreso en la Academia de la Historia de Cuba, titulado “La Nación y la formación histórica”, y recogido en el libro Historia y Estilo de 1944, se refiere a la nación como la forma más definida de los pueblos, más allá del espacio geográfico en que habitamos. Relacionemos este concepto con el 20 de mayo y los cubanos.
Argumenta Mañach que “La nación es una conciencia colectiva. Un pueblo solo tiene su conciencia hecha cuando se siente solidarizado en sus recuerdos y aspiraciones”.
En ese sentido vemos cómo la mayoría de los pueblos poseen una conciencia colectiva bien cimentada, debido, al menos, a acontecimientos históricos que solidarizan el recuerdo de sus pobladores. Por citar únicamente dos ejemplos: Estados Unidos y Francia. Con independencia de las posiciones políticas o ideológicas de estadounidenses y franceses, en esos países todos tienen como sagradas las fechas patrias del 4 y el 14 de julio, respectivamente. Son sitios donde la nación parece consolidada.
En Cuba, lamentablemente, no sucede de esa manera. Porque aquí la fecha del 20 de mayo, que marcó el advenimiento de la isla al concierto de naciones independientes, y de la que ahora arribamos a su 120 aniversario, en lugar de unir a los cubanos, en la práctica los divide.
Los cubanos apegados a las raíces republicanas de nuestra patria, no obstante el consenso casi alcanzado en el sentido de que ese día nació una República con no pocas imperfecciones, de seguro van a celebrar la fecha. En cambio, los seguidores de la dictadura marxista-leninista que hoy detenta el poder en la isla, van a ignorar o a calumniar la fecha.
Entonces podríamos afirmar, siempre ateniéndonos a la concepción mañachniana, que en materia cívica Cuba transita por un estadio en el que la nación aún no muestra signos de conformación.
Aquellos minutos habían sido anhelados
No obstante, y comoquiera que buena parte de las generaciones de cubanos que actualmente residen en la isla solo han recibido una imagen negativa de la fecha del 20 de mayo, vamos a incluir en este artículo un párrafo que describe cómo transcurrió esa jornada para los cubanos de entonces. Por supuesto, se trata de una historia escrita antes de que el pasado de Cuba fuese adulterado por los historiadores del castrismo.
“Mientras en Palacio pronunciaban sus discursos Leonardo Wood y Estrada Palma, se efectuó en el castillo de El Morro, bajo la presidencia de Emilio Núñez y al cabo de 45 cañonazos, por tropas norteamericanas y veteranos cubanos, la sustitución de la bandera de las barras y las estrellas por el pabellón de la libertad insular. A los acordes de los himnos nacionales de Estados Unidos y Cuba, en Palacio también fue arriada la enseña de la gran potencia e izada la de la nueva nación soberana. Nunca pudo ser narrado con exactitud el espectáculo ofrecido por los miles y miles de mujeres y hombres, niños y ancianos, primeramente en emocionada espera, luego en desbordado frenesí, que, en el litoral del Golfo y de la entrada del puerto, y en los alrededores de Palacio, saludaron los cambios de banderas. Aquellos minutos habían sido anhelados y aguardados por varias generaciones, en medio de sacrificios inmensos, compensados por el valor de una transformación gloriosa”. (Historia de la nación cubana, tomo VII, página 147. Año 1952)
No caben dudas de que los cubanos de hoy y de mañana tienen, entre otras, dos tareas de suma importancia. En primer término erigir las instituciones democráticas que funden la patria inclusiva que pidió Martí. Por otra parte, es imprescindible reconstruir la memoria histórica de la nación. Solo así podremos acceder a la conciencia colectiva mencionada por Mañach.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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