LA HABANA, Cuba.- En la reciente XV Edición del Congreso Pedagogía 2017, desarrollada en el Palacio de Convenciones con más de 2000 delegados de 40 países, el primer vicepresidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, afirmó: “Desde nuestras aulas tenemos que desarrollar una conciencia crítica que anteponga la realidad a la mentira. Hay que propiciar la cultura general y de formación de valores, la cultura del detalle, que nos inculque el saber hacer, desde lo pequeño, lo grande”.
Pero, ¿cómo lograr dentro del sistema totalitario comunista el desarrollo de estos objetivos en las escuelas cubanas? Es indiscutible que los educadores son la clave para ello, pero al mismo tiempo el magisterio cubano ha estado sujeto a la política de restricciones y de lealtad al régimen, lo que ha provocado la deserción de muchos maestros. Asimismo, para cubrir las aulas se ha utilizado a maestros “emergentes”, que no son pedagogos. También la inestabilidad y superficialidad en los planes de formación de maestros han afectado sobremanera a la escuela cubana, con resultados negativos en el sistema educacional.
Según el periódico Juventud Rebelde del 2 de febrero, el premio Nobel de la Paz 2014 Kailash Satyarthi durante su intervención especial expresó: “Felicito al gobierno cubano por la protección que brinda a sus niños, y en especial por la atención que dedica al sector educacional. Cuba, un país con dificultades económicas (…) dedica más del 10 % de su producto interno bruto a la educación”. Si esto fuera cierto, ¿será que se dejó timar por la propaganda castrista? ¿Acaso desconoce que la educación en Cuba exige incondicionalidad y sumisión del educando y sus padres al régimen?
No puede estar tan mal informado un intelectual con acceso a los medios. ¿Es que no vio a niños con uniformes de primaria y secundaria participando junto a sus maestros en las actividades programadas por el Partido Comunista para “rendir homenaje póstumo” a Fidel Castro? Pero además, por solo citar un ejemplo -y esto ocurrió en una escuela de Lawton, pero también ocurre en otras escuelas del país-, cuando el año pasado la nieta de mis vecinos cursaba el 5º grado, ellos estaban muy preocupados por las prolongadas ausencias de la maestra, y más aún por la “solución” que encontró la escuela: unir los dos grupos de 5º. Un día la abuela me comentó: “Los niños están tan hacinados que tienen que brincar por sobre los pupitres para entrar y salir del aula. Pero al menos ahora tienen maestra, y esta les hizo como una guía de las clases que les faltaban”.
También desconoce el premiado activista que la falta de mantenimiento a las escuelas a que asisten los hijos de los cubanos de a pie acaba no pocas veces en el derrumbe de estas (recuérdese el trágico final de la Pedro María Rodríguez, una de las mayores escuelas primarias del municipio Diez de Octubre). En similar situación se encuentra la secundaria básica Raúl Cepero Bonilla, en la Virgen del Camino, municipio San Miguel del Padrón, actualmente cerrada por inhabitable.
¿Qué diría el incansable luchador contra la esclavitud infantil si supiera que durante muchos años, al llegar a la enseñanza secundaria a nuestros niños se les obligaba a trabajar la tierra, sin salario, todo el curso (en becas) o varias semanas (en la llamada “escuela al campo”)? Y aunque este plan fue eliminado por incosteable (según el gobierno), aún los estudiantes tienen que asistir al trabajo “voluntario” y actividades políticas de adoctrinamiento organizadas por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
Por su parte, en su comparecencia, el religioso Frei Beto manifestó: “El proceso revolucionario cubano es irreversible, porque en estos 58 años construyó una monumental obra educacional”. Segura estoy que el teólogo conoce que la “obra monumental” está basada en el adoctrinamiento y el servilismo, y que a nuestros niños, desde el 1º grado, les hacen repetir diariamente ese nefasto lema de “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Además, tienen que agruparse en la Unión de Pioneros de Cuba (UPC), y llevar anudada al cuello la pañoleta que los identifica como tales. Al ingresar en la secundaria y el preuniversitario, los agrupan en la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), y a los que llegan a la universidad, en la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU).
Seguramente conoce el dominico aquella frase de que “la universidad es para los revolucionarios”, y que se cumple cuando los estudiantes que no participan en actividades políticas y no pertenecen a estas organizaciones gubernamentales o manifiestan opiniones contrarias al régimen no tienen posibilidades de cursar una carrera.
Hace unos días visité a una amiga que tiene una nietecita de 5 años. Es conversadora y muy pícara, y le gusta recitar. La mamá le enseñó una poesía jocosa para el día del educador. Pero como este año el acto era político, la maestra en su lugar le hizo recitar una sobre el Che. Otra madre nos comentó que su hija está terminando el pre. Como quiere estudiar periodismo, tuvo que participar en todas las actividades políticas por la muerte de Fidel Castro. No obstante, uno de sus proyectos es que el padre la reclame para irse.
El gobierno castrista decide y dispone sobre nuestros niños y jóvenes. Mentir es el precio para poder estudiar, y los padres aceptan ese denigrante chantaje que tanto ha costado a la sociedad cubana. He ahí quizás el origen de la pérdida de valores.