LA HABANA, Cuba.- Durante el segundo programa de la Mesa Redonda de la televisión cubana, en el que se trató el tema del ordenamiento monetario en el país, el ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, debió responder a una incómoda pregunta formulada por un televidente. La interrogante se refería al por qué del mantenimiento de las tiendas que ofertan en moneda libremente convertible (MLC) —en especial, dólares— en momentos en que el país avanza hacia el establecimiento del peso cubano (CUP) como la única moneda de circulación nacional.
En su edición del 15 de octubre el periódico Granma ofrece la respuesta del referido funcionario. “Cuba enfrenta un escenario que no es habitual y que, aunque la estrategia nacional no implica a futuro ampliar esas ventas en MLC, esta es una medida transitoria, ajustada al contexto actual, que está cumpliendo su objetivo”, fue lo expresado por Gil Fernández.
Si acudimos a un diccionario de la lengua española, encontramos que el término “transitoria” define a una medida temporal y poco duradera. Sin embargo, al ampliar su respuesta, el ministro apuntó que “el fin es operar en la moneda nacional, a través del ordenamiento monetario. No podemos decir cuánto va a durar esta estrategia. Es un momento excepcional que nos ha llevado a medidas excepcionales”.
Entonces, ¿en qué quedamos, señor ministro? La dolarización es transitoria, pero no se sabe cuánto va a durar. Con esa respuesta ya el cubano de a pie que no tenga acceso a los dólares presiente que va a estar largo tiempo —recuerden que el CUC también era “temporal”— sin poder adquirir artículos de primera necesidad. De momento, ya la Plaza de Carlos III, uno de los mayores centros comerciales de la capital, se habilita para reabrir ofertando únicamente por medio de las tarjetas magnéticas en moneda libremente convertible.
En realidad, se le están cerrando las puertas al castrismo para obtener los dólares que necesita la maltrecha economía cubana. Los bienes tradicionales de exportación no logran el despegue, mientras que el turismo internacional tampoco da señales muy positivas para el régimen. Incluso, en los últimos días ha mermado la cobertura mediática en torno a las brigadas médicas de la Isla que trabajan en el exterior. Al parecer, están defraudados por ese Permio Nobel de la Paz que tanto anhelaban y que al final no les llegó.
Y si los gobernantes piensan en la revitalización de la empresa estatal como vía para aumentar las producciones nacionales, abastecer adecuadamente los mercados, y arribar a un hipotético fin de la dolarización de la economía, todo hace indicar que saldrán trasquilados.
Porque ni aun con las quince nuevas medidas aprobadas por el Consejo de Ministros para fortalecer a la empresa estatal socialista, y que fueron anunciadas hace poco por el zar de la actualización del modelo económico, Marino Murillo, parece ser que esas entidades encuentren el camino de la eficiencia.
Se mantiene el excesivo verticalismo de la economía, con la consiguiente existencia de instancias intermedias que obstaculizan la autonomía de los eslabones productivos. Por ejemplo, las Unidades Empresariales de Base (UEB), el verdadero peldaño primario de la economía, tienen por encima a las empresas, las organizaciones superiores de dirección empresarial (OSDE), y finamente los ministerios, que, aunque dicen haberse despojado de sus funciones empresariales, siguen dirigiendo metodológicamente todos los procesos productivos.
Por otra parte, nada dijo el señor Murillo acerca de otras anomalías que impiden el buen desempeño de las empresas estatales. Entre otras cosas, qué se piensa hacer para que la contabilidad refleje la realidad de los hechos económicos que tienen lugar en esas instancias; cómo se va a eliminar la cadena de impagos que traba toda la economía; y de qué manera el denominado control interno podrá acabar con los delitos económicos en las entidades.
Al parecer, todo conduce a que la “transitoriedad” del señor Alejandro Gil asuma ribetes de permanencia.
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