LA HABANA, Cuba. – Esta historia se parece al “Cuento de la Buena Pipa”, que no tiene para cuando acabar. Comenzó allá por los años 50, exactamente el 26 de julio de 1953, cuando 120 hombres encabezados por Fidel Castro asaltaron el Cuartel Moncada y protagonizaron así uno de los mayores actos terroristas de la historia de Cuba.
Así también los dos hermanos Castro que participaron en el ataque quedaron condenados por practicar la violencia contra el régimen de Batista, la anterior dictadura, y por incitar a la población a la insurrección armada.
Más adelante los cubanos, apenas seis millones, conocieron por primera vez el terror, bajo el castrismo: miles de hombres fueron fusilados y otros miles cumplieron prisión política durante más de 30 años.
Pero nada de esto se escribe actualmente en la prensa de la dictadura, la cual jura que Cuba es una nación pacífica que ha sido víctima del terrorismo de Estados Unidos, el país donde se han refugiado precisamente los que pudieron sobrevivir al holocausto cubano y a su sistema de justicia.
Los que preconizan el socialismo como modelo económico, los que dirigen los hilos envejecidos de una economía en ruina total, los que han cometido tantos errores y continúan cometiendo, serán algún día no lejano sometidos a un juicio político, luego de haber destruido a un país, a base de hambre, miseria y subdesarrollo.
La portada de Granma del miércoles 13 es una prueba palpable de la fragilidad del régimen castrista para reclamar razones a su favor: la llegada al aeropuerto de un grupo de médicos que regresan a Cuba, después de ser mal pagados por su trabajo en tierras extranjeras: un buen negocio que engorda a duras penas al socialismo, como las remesas familiares y los viajes turísticos de los cubanoamericanos.
El gobierno castrista se opone, con sus pataletas de siempre, a que lo califiquen como estado patrocinador del terrorismo, pero la realidad es más que evidente: por las calles de La Habana siguen caminando los terroristas extranjeros acogidos por el régimen de la Isla.
Si hay que clausurar la cárcel de la Base Naval de Guantánamo también hay que liberar de las prisiones cubanas a los campesinos inconformes, a los vendedores ambulantes, a los presos políticos y a todo aquel que ha inventado día a día para no morir de hambre en esta Isla.
Tras conocerse la inclusión de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo, el régimen de Raúl Castro y Díaz-Canel se ha quejado usando la reacción de tres o cuatro de sus socios: Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Evo Morales, algunos senadores estadounidenses adormecidos y dos o tres luchadores sociales y académicos.
Y luego hay que aceptar, como un hecho, que ellos tienen la razón. Por Dios.
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