LA HABANA, Cuba.- Esta semana concluyó en Cuba la Novena Jornada Nacional contra la Homofobia y la Transfobia, auspiciada por el oficialista Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), acción que, según sus promotores, pretende conectar a Cuba con los alcances modernos en el reconocimiento y las garantías a la libre orientación sexual y el respeto a la diversidad.
Gracias a que la hija del presidente Raúl Castro, Mariela Castro Espín, decidió ocuparse del delicado tema, asumiendo la dirección de la mencionada institución, se ha producido un cambio sustancial en el tratamiento y abordaje del tema de la diversidad sexual, que a lo largo de nuestra historia se ha caracterizado por multiples ejemplos de intolerancia machista y franca discriminación.
En la última década, alrededor del 17 de mayo —reconocido internacionalmente como el “Día mundial de lucha contra la homofobia”, puesto que en esa fecha de 1990 la Asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) saco a la homosexualidad del registro de enfermedades mentales— un cumulo de actividades y acciones públicas culturales, académicas y festivas que incluyen bodas simbólicas de parejas del mismo sexo y la comentada “Conga” (parada bailable popular callejera en la arteria más céntrica de la ciudad) y siempre promovidas y dirigidas desde el poder, tratan de impulsar un cambio de mentalidad enfocado a la aceptación y tolerancia de la comunidad de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI), sector tradicionalmente despreciado y excluido en nuestra sociedad.
Cuba es escenario de un paradójico contraste en el que conviven un considerable por ciento de homosexualidad y bisexualidad —asumida u oculta— y una cultura machista y homofóbica muy acendrada en el imaginario socio cultural. En el más de medio siglo de gobierno castrista la intolerancia y el menosprecio se profundizó con la politización que inundó toda nuestra vida.
Son muchos los ejemplos de represión, discriminación y menosprecio contra los miembros de la comunidad LGBTI, que costaron mucho dolor y sufrimiento a víctimas y familiares. Las inquisitorias depuraciones universitarias, las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP 1964-1968), eufemística denominación de los dantescos campos de concentración donde arbitrariamente fueron recluidos muchos jóvenes acusados de religiosos, homosexuales o antisociales. Sin pasar por alto que el II Congreso Nacional de Educación y Cultura (1971) excluyó de la vida cultural a muchos destacados artistas e intelectuales por razón de su orientación sexual. No podemos olvidar la agresividad homofóbica de las turbas violentas que en 1980 agredieron la dignidad e integridad de tantos cubanos inocentes.
Ahora Mariela Castro, como si nada hubiera sucedido, se erige en paladín de los derechos de la comunidad en un contexto social donde no se reconocen ni respetan los derechos fundamentales de los ciudadanos. En algunos espacios públicos y mediáticos ha cambiado la imagen y el tratamiento a la comunidad. Por ejemplo en el cine y la televisión nacional —totalmente estatal— ya los homosexuales no se presentan como una caricatura denigratoria, en los dramatizados televisivos actuales los gais y lesbianas se tornan presencia obligada, con una imagen mucho más edificantes y además ha aparecido la figura del homofóbico, suerte que por cierto no ha tenido la imagen afrodescendiente.
Sin embargo el tiempo ha demostrado que el CENESEX no es capaz de cubrir las necesidades, inquietudes y demandas de la comunidad LGBTI. El liderazgo impuesto de una persona que no es miembro de la comunidad y quien desde su posición en la familia hegemónica está muy lejos de los traumas y retos del pueblo llano limita el alcance del empeño, por más que Mariela Castro pueda hacer y lograr cosas que ninguna otra persona común conseguiría.
Mariela Castro y comparsa se erigen como defensores de la diversidad y los derechos sin demostrar espíritu autocrítico y responsabilidad por los crímenes y abusos cometidos, politizan persistentemente el discurso y los mensajes y no enfrentan de manera consecuente los muchos actos de represión y discriminación que todavía se cometen desde las autoridades y las instituciones oficiales contra miembros de la comunidad LGBTI
El CENESEX reproduce las dinámicas hegemonistas, paternalistas y excluyentes al pretender definirse como patrones únicos de la lucha por la diversidad sexual y la identidad de género, desconociendo la legitimidad de los luchadores y activistas que asumen el compromiso desde la más auténtica independencia cívica.
Cuba está muy retrasada en la instauración institucional y legal de los derechos de la comunidad LGBTI y en el reconocimiento de los espacios y potestades de las plataformas independientes que desde la sociedad civil promueven la diversidad y el respeto a la diferencia.
Esas instituciones independientes, como la Alianza Arcoíris Libre de Cuba, han extendido su presencia, influencia y capacidad de convocatoria hacia el interior de la sociedad cubana y también conectado con el movimiento continental y global que promueve y defiende los derechos de la comunidad LGBTI.
El liderazgo de Arcoíris Libre de Cuba con su presencia en la Asamblea general de la Organización de Estados Americanos OEA, en las audiencias de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos CIDH o ante el presidente Obama ha demostrado que en Cuba hay voces independientes, auténticas y representativas de la comunidad LGBTI.
Al aferrarse a la conmemoración dirigida del 17 de mayo las autoridades reafirman su vocación y naturaleza hegemonista y manipuladora. En contraste los gobernantes cubanos no reconocen el Día del Orgullo Gay, que cada 28 de junio conmueve y estremece al planeta con la manifestación pública de la autoestima cívica de una comunidad que a través de la historia ha tenido que bregar muy duro por sus derechos y espacios.
Mariela Castro y toda su influencia no logran movilizar la voluntad política del alto liderazgo ni alterar el letargo legislativo que impiden que Cuba se actualice en materia de derechos de la comunidad LGBTI e identidad de género.
Los gobernantes cubanos bien podrían aprovechar la conmemoración del Día Mundial contra la Homofobia para reconocer sus desmanes pasados y actuales, pedir perdón y adecuar la legislación nacional para brindar garantías y derechos a la comunidad LGTBI sin condicionamientos ni exclusiones. Solo de esa manera será creíble el compromiso oficial con la diversidad y cada 28 de junio los miembros de la comunidad podrán manifestarse como protagonistas de su propio destino libres de tutelajes, discriminación e hipócritas manipulaciones.