LA HABANA, Cuba. -Quizás a algunos les sorprenda el título de este trabajo. ¿Por qué —se preguntarán— expresar gratitud a ese quinteto de personajes que durante años se dedicó a conspirar en el seno de la gran democracia norteamericana; a infiltrarse, sí, en organizaciones de exiliados cubanos, pero también en bases militares y hasta en el mismísimo Pentágono?
La propaganda castrista habrá podido afirmar que estaban presos sólo por luchar contra el terrorismo, pero quienes nos hemos documentado sobre el asunto sabemos que en su juicio se probó —entre otras cosas— la forma en que conspiraron con sus superiores de La Habana para derribar en pleno vuelo, sobre aguas internacionales, dos avionetas inermes, provocando la muerte de cuatro inocentes.
Entonces, ¿a qué viene el agradecimiento? Para explicarme, debo remontarme a mi primera prisión política, cuando junto a otros tres hermanos fui encarcelado en 1997 por firmar el documento La Patria es de todos. Por aquellos tiempos, en las prisiones cubanas, resultaba inconcebible que un cautivo se comunicase por teléfono con sus seres queridos. Y hablo de todos los reos, no sólo de los políticos.
Pero los agitadores del castrismo, en la Mesa Redonda y los noticieros, empezaron a referirse a las conversaciones que los familiares y amigos sostenían con los miembros de la Red Avispa presos. Es natural que el estupor que esta información provocó en la excesiva población carcelaria cubana y en sus cientos de miles de esposos y parientes, obligara a las autoridades a instalar teléfonos para uso de los reos.
Algo parecido sucedió con el tema de la alimentación. En determinado momento, uno de Los Cinco se quejó… ¡por la excesiva cantidad de pollo que se veía obligado a consumir! ¡Y los cotorrones del régimen, en su infinita torpeza, se hicieron eco de la insólita protesta!
Esta última crítica no condujo —desde luego— al suministro diario de carne de ave a los reos de la Isla, pero al menos sí sirvió para que un par de veces al mes se les diera una minúscula postica de pollo. Estas modestas mejoras pude comprobarlas durante mi segunda prisión política, que empezó en 2005.
Para ser sincero, debo reconocer que la intervención del quinteto de espías en este asunto fue más bien accesoria. Los factores determinantes fueron las características del sistema penitenciario de Estados Unidos y la insensatez de los especialistas del Departamento Ideológico del Comité Central del partido único, que en su desespero por cubrir la saga de Los Cinco, no vislumbraron las implicaciones de esas facetas de su propaganda.
Pero no debemos ser ingratos. Es menester reconocer que también los agentes de inteligencia cubanos presos desempeñaron cierto papel en esas pequeñas mejoras que ha experimentado la población penal cubana. Vienen a cuento estas remembranzas del pasado si tomamos en cuenta las últimas incidencias del prolongado culebrón de Los Cinco, que felizmente, y pese a los deseos en contrario de los agitadores del castrismo, marcha de modo inexorable hacia su terminación.
Ya se anunció la entrega final del encuentro “El 3 a las 4 por los 5”, que cada mes organizaba un “trovador” de una sola canción. Es previsible que, tras participar en reuniones y hasta un concierto y un rumbón, la presencia mediática del quinteto de espías vaya apagándose de manera paulatina.
Pero los especialistas del Departamento Ideológico están renuentes a abandonar ese filón, máxime cuando no se vislumbra ningún otro que pueda sustituirlo. Ya no deben ni pensar en volver a vapulear a los “imperialistas yanquis”: después del Día de San Lázaro parecería más correcto llamarlos “compañeros norteamericanos”… Ante esa realidad, están explotando hasta el extremo el embarazo y paritorio de la esposa del jefe de la cuadrilla.
El asunto tiene visos de reality show, y vale la pena destacar que ni siquiera los más “orgánicos” entre los artistas populares que sirven al castrismo han disfrutado de una cobertura semejante. Los cubanos, al percatarse del avanzado estado de gestación de la mujer de Gerardo, supusieron de primera intención — ¡mal pensados que somos!— una infidelidad conyugal.
Después se han conocido algunos detalles de la inseminación artificial, lo que incluye la intervención de un honorable senador federal norteamericano, que se prestó a realizar el trasiego aéreo del semen. ¡Menos mal que en este caso no se realizó ninguna broma macabra, parecida a aquella del toro comprado a precio de oro en Canadá y capado durante su viaje a Cuba!
Esperemos que, al igual que sucedió con los teléfonos y el pollo, también ahora se beneficien de esta nueva experiencia de Los Cinco algunas parejas cubanas que están impedidas de tener un hijo, como aquéllas cuyos dos integrantes se encuentran presos.