PASO CANOAS, Panamá.- Puerto Obaldía es un pequeño poblado costero cercano a la frontera entre Colombia y Panamá. Detenido en el tiempo, con construcciones pintorescas en total estado de deterioro, amén de su atraso económico y social intenta sobrevivir en medio de la nada, de la no existencia. Su población se ha visto favorecida en los últimos meses gracias al paso y la estancia de los miles de cubanos que han dejado su impronta en el poblado.
Allí cientos de migrantes provenientes de la Isla permanecen por varios días a la espera de terminar trámites migratorios para continuar su viaje hacia Ciudad Panamá y Paso Canoas, este último en el otro extremo fronterizo, con Costa Rica.
Sobre las condiciones infrahumanas de Puerto Obaldía ya se ha comentado en este medio. Sólo he de precisar que al llegar al sitio las autoridades de migración y la policía costera le advierten al recién llegado que el gobierno panameño no le ofrece albergue, sino solo una pequeña porción de alimentos consistente en arroz y frijoles en el almuerzo y cena y un cereal de maíz en el desayuno, todo como ayuda humanitaria procedente de organizaciones como la Cruz Roja.
Al no ser acogidos, todos han de concentrarse en una cancha deportiva techada en el centro del poblado, ahora convertida en un albergue con casas de campaña improvisadas, pisos de cajas de cartón y techos de materiales de desecho. Solo algunos se alquilan en las deplorables casas de los pocos residentes del lugar.
Algo significativo en esta zona ha sido lo que han tenido que hacer los cubanos para tratar de salir adelante en medio de la adversidad. No todos los que asumen esta travesía tienen las posibilidades económicas o familiares que desde otros países les ayuden. Esto prolonga su estadía acá, lo que incrementa sus gastos por concepto de alimentos, agua, necesidad de comunicación. Para su subsistencia, y para poder ahorrar en pos de asumir el resto del viaje, han tenido que trabajar a pesar de las escasas opciones en este sentido.
Un joven de la zona oriental de Cuba logró emplearse durante dos meses en un humilde restaurante hasta obtener lo indispensable para seguir rumbo a Paso Canoas en lancha, la forma menos costosa de llegar. Otros cocinaban y vendían sus productos a los propios cubanos a precios accesibles, o se ocupaban de la recogida de basuras y limpieza de los patios por pagos ínfimos; pero con la mejor disposición de asumir una responsabilidad que de manera decorosa les permita continuar.
En Paso Canoas algunos también trabajan. Dos muchachas jóvenes de La Habana, con solo unas semanas de llegadas aquí, han logrado insertarse en la vida social y trabajar en un restaurante de las cercanías. Ellas, como otros tantos, tienen que asumir todos sus gastos y enfrentar una travesía larga y peligrosa.
Un joven padre de dos adolescentes se ha tenido que ir a los campos de Chiriquí a trabajar en labores de la agricultura, su estancia se ha prolongado por casi tres meses ya y sus reservas se han agotado. Los barberos y peluqueros en calles y portales, los vendedores de desayunos y meriendas a precios módicos por las cercanías de los albergues abundan en estos tiempos.
No obstante, las opciones de trabajo son mínimas en estos pequeños pueblos. Algunos salen muy temprano en la mañana buscando posibilidades pero regresan sin resultado alguno. El tiempo pasa y la espera se prolonga.
El presidente de Panamá Juan Carlos Varela afirmó, en entrevista para la televisión la noche del pasado viernes: “Estamos muy cerca de una solución diplomática para los 3 000 cubanos censados, lo que recibirán ayuda humanitaria”.
De igual forma expresó al popular diario panameño El Telemetro: “A partir de que culmine la operación de traslado de los cubanos censados, los que ingresen posteriormente tendrán que tomar decisiones de a qué país quieren regresar, no podemos convertirnos en un respaldo logístico permanente a un tráfico de migrantes”.
Por su parte, el ministro de seguridad Rodolfo Aguilera, en declaraciones a la televisión nacional se refirió a la necesidad urgente de un corredor humanitario que ponga fin a esta crisis.
Un policía de la frontera Panamá-Colombia, que prefirió permanecer en el anonimato, me confirmó que los primeros 25 cubanos ya fueron devueltos la tarde del viernes desde Puerto Obaldía, cumpliendo lo establecido por las autoridades del país: “no entrarán más migrantes a territorio panameño”.
Las expectativas de los cubanos son muy buenas. Todos coinciden en la idea de una solución inminente a la crisis migratoria que no puede continuar prolongándose. Igualmente agradecen al presidente Varela su actitud y disposición de ayudar a la solución del gran conflicto.