LA HABANA, Cuba. – El 23 de septiembre de 2021, en la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, Miguel Díaz-Canel Bermúdez afirmó: “A pesar de los obstáculos, el Gobierno cubano, con extraordinarios esfuerzos y pese a carencias y dificultades, garantiza el derecho universal a la alimentación a través de la canasta básica familiar normada que reciben todos los cubanos y cubanas, y que incluye 19 productos alimenticios de primera necesidad a precios asequibles”.
El presidente designado de Cuba se refería al racionamiento de alimentos y otros insumos que desde hace más de seis décadas sufrimos los cubanos por instrumento de la mal llamada libreta de abastecimiento, cuyo verdadero objetivo no solo es controlar el déficit de víveres, sino también crear en los ciudadanos una dependencia muy útil como herramienta de dominación, especialmente contra las personas en situación más vulnerable, como los ancianos, las madres solteras, etcétera, que tras la escasez de fin de mes esperan con ansiedad la encarecida y exigua ración de los días 1º.
Y para agravar aún más la crítica situación de estas personas, las colas en las bodegas cada año se hacen más largas, pues muchos de esos establecimientos han sido clausurados por derrumbe o peligro de derrumbe, y sus clientes han sido agregados a las que aún resisten. Y ni pensar en eludir ese fastidio: quien espera al final para evitarse las horas de pie corre el riesgo de que se acaben los alimentos, pues las raciones casi nunca vienen completas.
Por otra parte, aunque Díaz-Canel aludió a los rubros (que además no son tantos como afirma) no los menciona, así como tampoco se refiere a la cuantía de las raciones mensuales. Se trata nada menos que de 10 onzas de frijoles negros, 10 onzas de chícharos, siete libras de arroz, media de aceite, tres libras de azúcar refino y una libra de azúcar moreno, una libra y tres cuartos de pollo, cinco huevos, media libra de mortadela o en su defecto media libra de picadillo “condimentado” (nunca ambos), un paquete de sal trimestral según la composición del núcleo, cuatro onzas de café de la peor calidad imaginable y un pan diario que debería pesar 80 gramos. Además, un litro de yogurt de soya, ahora sin azúcar, solo tres veces por semana para niños, si bien la fábrica pasa más tiempo cerrada que funcionando.
En adición, la eliminación o reducción de rubros avanza incesantemente: la leche de dieta para los enfermos desapareció desde mediados de 2021, así como también desapareció la ración mensual de pastas alimenticias. La asignación de huevos fue recortada de 15 a cinco unidades por persona. El jabón de lavar, maloliente y de pésima calidad, ahora es solo para mayores de 65 años a razón de una pastilla mensual, aunque no se vende desde agosto, pues los atrasos también se hacen sentir: a mediados de octubre tampoco se había vendido el café ni el pollo de septiembre.
Pero es que además de lo anterior hay que tener presente que los productos de la “canasta familiar”, por sí solos, no son suficientes para 30 días ni para una alimentación completa y variada, por lo que para cubrir las necesidades más elementales del mes es imperioso adquirir muchos otros alimentos. En un tiempo se podían encontrar alternativas en los mercados de productos alimenticios, los llamados bodegones, unas bodegas readaptadas para vender harina de maíz y de trigo, chícharos y variedades de frijoles, azúcar, queso, jamón, mantequilla, productos cárnicos y ahumados, entre otros alimentos, de manera liberada a un precio superior que el de la cuota, aunque asequible. Hoy, algunos de esos productos, que no todos, solo se encuentran en el mercado negro a precios prohibitivos y ascendentes a la par del dólar, o bien en las tiendas en moneda libremente convertible (MLC), a las que solo algunos cubanos tienen acceso.
El pueblo cubano se está quedando sin opciones. Y es que para enfrentar los absurdos precios desatados con el “ordenamiento” monetario a veces no alcanza ni con la ayuda de los familiares en el extranjero. El final de un régimen es inexorable cuando las madres no tienen comida para sus hijos hambrientos. El pueblo cubano se está quedando sin opciones… pero también sin miedo.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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