LA HABANA, Cuba. – Las incongruentes explicaciones sobre las causas de las largas filas de autos en los alrededores de las pocas estaciones habilitadas para la compra de gasolina y las cuotas de venta sugieren dificultades para encontrar proveedores internacionales y condiciones de pago acordes con las escasa liquidez de Cuba y las sanciones de Estados Unidos, lo que tendría implicaciones progresivas en toda la vida de la nación.
Las restricciones fueron anunciadas primero en Matanzas y La Habana el 21 de marzo, más de dos días después de iniciada la peregrinación de los choferes por los servicentros de un lado a otro de la ciudad.
Los nuevos apagones durante varias horas en el sector residencial y las restricciones al consumo en el área productiva han caído en la indiferencia de lo repetitivo. Pero junto a las colas para procurar los “cárnicos”, aceite y detergente, y las aún más demoradas y repletas guaguas, nutren el disgusto de los cubanos.
Llama la atención la insistencia oficial en que el desabastecimiento no se debe a la crisis en Ucrania ni al embargo de Estados Unidos. La Empresa Comercializadora de Combustibles CUPET informó que la distribución de diésel y gasolina a los servicentros del país se había afectado, entre otras cosas, por el incremento de la demanda.
Sin embargo, las autoridades de Matanzas reconocieron que solo el 63% de los camiones-cisterna funcionaban y que la falla de la termoeléctrica Antonio Guiteras desde el 17 de marzo había generado una demanda extra de diésel en el suministro de los grupos electrógenos, lo que compensaría el déficit de generación.
El 22 de marzo, el Grupo de Trabajo Temporal del Gobierno de La Habana anunció medidas para garantizar los servicios básicos de transporte, según el Canal Habana. Los ómnibus circulan más repletos que nunca. Los suministros de productos agrícolas a La Habana podrían perder su lenta recuperación, si se mantienen las restricciones de combustible para los cultivos y la transportación.
El Gobierno cubano procura tener listas las viejas y deficientemente mantenidas termoeléctricas para evitar que el verano sea “caliente”. Pero el abastecimiento de combustible no es seguro dada la capacidad de compra del país y las fluctuaciones de los suministros desde Venezuela. También afectan los incrementos de precios en el mercado internacional y las dificultades en la transportación. Si las restricciones de combustible a la esfera productiva se incrementan, la economía no podría activarse.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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