LA HABANA, Cuba. – ¡Eureka! Finalmente el Gobierno cubano detalló su paquete de medidas económicas. Va sin prisa, pero adelantándose al IX Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), que será a comienzos de 2021.
Este 8 de octubre, el gobernante Miguel Díaz-Canel, acompañado por el primer ministro del régimen, Manuel Marrero, inició un ciclo de comparecencias televisivas sobre la futura ejecución de la Estrategia Económica lanzada en julio. El viceprimer ministro Alejandro Gil continuó el día 12 en solitario, y junto a Marino Murillo, miembro del Buró Político del PCC y jefe de la Comisión Permanente para la Implementación de los Lineamientos Económicos y Sociales, los días 13 y 14.
Las informaciones didácticas de Murillo sobre la unificación monetaria y cambiaria y las medidas complementarias, tendientes a tranquilizar a la población, y a los acreedores y los añorados inversionistas extranjeros, dejaron en suspenso las cuantías de la devaluación y la elevación de los salarios y las pensiones, así como las fechas de implementación. La libreta de racionamiento no desaparecerá, aunque se eliminarán los subsidios a los productos, y se otorgarán ayudas a las personas más empobrecidas.
En asuntos medulares se dilatan los estudios y la ejecución, como la transformación de la empresa estatal y la comercialización de productos agrícolas, los cambios en el Grupo Empresarial de Acopio, y el funcionamiento de la micro, pequeña y mediana empresa. Sobre la nueva lista del Trabajo por Cuenta Propia (TCP) que fijará solo las actividades prohibidas, Gil expresó que “aspiran” a ejecutarla antes de que concluya el año.
Desde hacía 10 años las medidas se anunciaban cercanas, pero para el desmontaje del entramado conceptual y burocrático hubo que convencer a muchos, hasta llegar a lo vaticinado por Raúl Castro, durante una de las sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular en diciembre de 2010: “O rectificamos o ya se acaba el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos (…) el esfuerzo de generaciones enteras”.
Ahora, la situación económica de Cuba se ha complicado aún más por la pandemia de coronavirus, la caída del turismo, las remesas y la venta de servicios médicos, así como por la repercusión del desplome económico mundial y las sanciones de la Administración Trump contra el régimen de La Habana.
La filtración sobre la unificación monetaria y cambiaria, la devaluación de la moneda, la reforma salarial, el incremento de precios y la eliminación de la llamada libreta de abastecimiento (racionamiento), demostró a los dirigentes cubanos el estado de sobresalto de la población. Quizás desde las altas esferas se lanzaron tales “bolas” como termómetro del ambiente socio-político. Pero no era momento para exacerbar los ánimos.
Los cubanos, tras seis meses de pandemia y más de un año de colas para afrontar la intensa escasez de productos de primera necesidad, acumulan depresión, ansiedad, desesperación, agresividad, incredulidad ante las promesas oficiales y, sobre todo, pánico por el futuro incierto. Como siempre, las autoridades culpan a la “contrarrevolución” de fomentar el descontento y la explosión social. Sin embargo, el caldo de cultivo es la pésima calidad de vida y la falta de presente para labrar el futuro, cercenado por las promesas incumplidas y las ataduras gubernamentales. Todos los cubanos tenemos derecho a contribuir pacíficamente al bienestar de la Patria.
El vicepremier Gil Fernández dijo que el Gobierno no estaba satisfecho con lo alcanzado y que había que ponerle más ritmo. Eso hace pensar que en los meses que restan hasta el Congreso del PCC se ejecutarán las medidas anunciadas.
Por otra parte, Raúl Castro presidió una reunión del Buró político el 14 de octubre para abordar los temas de la inversión extranjera y el funcionamiento del Partido, reportaron medios oficiales. Desde hace meses, el general de Ejército solo se muestra de lejos en fotos o breves secuencias de esas muy esporádicas reuniones.
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