LA HABANA, Cuba. – Es para desmayarse después de leer la crónica de un corresponsal del periódico Juventud Rebelde, publicada el pasado 16 de junio; o para gritar hasta el infinito cuando leemos en dicho texto que Cuba está llena de rateros.
Ahora los ladrones se llaman así: los que roban desde una ropa íntima de una tendedera, hasta un cesto en el que los vecinos arrojan desechos. No son los que roban un auto o el dinero del mes guardado en una gaveta.
Tal parece que este periodista todavía no sabe dónde vive. Entonces la emprende con la época y se resiste a compararla con aquella otra, la del pasado, cuando los rateros ni existían, o por lo menos, no necesitaban robar un cepillo para los dientes o unos calzoncillos porque los compraba al doblar de la esquina.
¿Será que este colega no sabe aún que vivimos ―o mal vivimos― en el socialismo y que, en su recta final, carecemos de todo? ¿Ni que hay ancianos por ahí que registran los desechos en busca de un pedazo de pan para comer?
Este ingenuo periodista le ha puesto nombre a este espectáculo: “una historia francamente triste de rateros, que roba cosas de poco valor”. Posiblemente olvidó el llamado Período Especial de los años 90 y tampoco reacciona a esta segunda crisis, ya final.
Periodista que ni siquiera le busca la quinta pata al gato, cuando alega que entre determinados académicos se habla de las dificultades económicas que originan las carencias y por tanto ciertos antivalores.
Entonces sale a explicar las narraciones de nuestros padres y abuelos, quienes contaban que antes era un pecado mayor tomar un centavo tirado en el patio. O lo que era más interesante: ver aquellas gallinas con sus filas de pollitos por la calle, o el cerdo que se escapaba y nadie se atrevía a quedarse con él.
Claro que se repetirán estas vivencias. Solo hay que esperar a que el socialismo termine.
Porque no se trata de rateros, sino de ladrones, amigo. Ladrones que siguieron el ejemplo del barbudo que bajó de la Sierra Maestra a finales de 1958 y, como Robin Hood, lo robó todo para “repartirlo entre los pobres”. Estamos ante ladrones actuales y, si este asunto no se analiza a profundidad, estaríamos ayudando, como dices, “a desmoronar la República moral de nuestro José Martí”, una República que Fidel y Raúl Castro arruinaron.
El 21 de julio de este año la prensa divulgó que miles de “coleros” habían sido procesados desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Según el sitio web del Ministerio del Interior, los coleros recibieron medidas profilácticas, otros fueron multados y el resto sometido a procesos penales por el supuesto delito de actividad económica ilícita.
¡Pero los coleros no robaron, simplemente cobraron el trabajo de hacer una cola desde la madrugada, para resolver el problema de una persona que no podía hacerla!
Además, baste saber que desde los albores de la Revolución, el mayor porcentaje de la población penal de Cuba ha estado condenado por robo, algo que jamás se podría conocer en la prensa nacional.
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