LA HABANA, Cuba. – La torcida visión que tienen de internet los periodistas cubanos que aún escriben bajo el toque a degüello que inició la batalla de Peralejo, los hace delirar. Ciento cincuenta años después, en un acto de prestidigitación manigüera, echan mano a sucesos ocurridos en los siglos XVII y XIX para culpar a España y Estados Unidos de las falsas noticias en la Red.
Según el arlequín Mauricio Escuela, “una serie de exorcismos realizados en el año 1682 por el Comisario del Santo Oficio de la Inquisición en Cuba, entre los que sobresalió el de una esclava nombrada Leonarda, que arrojó 35 legiones de demonios dispuestos a hundir la Villa de San Juan de los Remedios del Cayo a causa de los pecados de los ancestros de sus moradores, fue quizás el primer caso de ‘fake news’ en el archipiélago cubano”.
Por su parte, el polichinela Enrique Milanés dice que “a 121 febreros del falso positivo del Maine en la bahía de La Habana, por los días en que el magnate de periódicos William Randolph Hearst, del New York Journal, le exigía al dibujante Frederick Remington –aburrido de esperar un conflicto que no veía- que mandara los dibujos, pues la guerra la pondría él, uno aprecia en Venezuela cuanta escenografía añade el capital a la farsa”.
Tanto el bodrio publicado por Escuela bajo el título “Fake news, la verdad de las mentiras” (Granma, 19/02/2019), como el de Milanés, “La mentira de un bombillo” (Granma, 22/02/2019), fueron escritos para demostrar que Cuba y Venezuela son víctimas de una guerra sicológica en la red mediante armas de disuasión masiva que, como las falsas noticias, confunden individuos, subvierten pueblos y derriban “gobiernos progresistas”.
Estas dos marionetas de La Comedia del Arte Informativo de la Revolución, que actúan bajo las órdenes de titiriteros y ventrílocuos en “off” que les dictan sobre quién escribir, qué temas abordar, cómo enfocar “su opinión” y dónde o cuándo publicar el texto manipulador, son parte de una campaña cubana contra las noticias falsas en Internet, siempre que no sean las enviadas por sus colegas desde las redacciones-retablos de la isla de la desinformación.
Aspirantes al Premio Pinocho de la Verdad Revolucionaria, ambos amanuenses cubanos coleccionan frases y expresiones que demonizan la red, al estilo de “gansterismo informativo”, como denomina el camarada Luis Britto García el capítulo digital de las noticias falsas que convierten la tecnología en una línea de producción en serie de mentiras.
También emplean otras de calibre biológico como la del compañero periodista francés Dominique Albertini, del diario Libération, quien nombra las fake news “armas de intoxicación masiva”.
Sin embargo, ninguno me creerá y acudirán sus perros guardianes a visitarme; la primera fake news que se escribió en Cuba fue protagonizada por Fidel, al engañar al periodista de The New York Times, Herbert Matthew, cuando le hizo creer que eran cientos los barbudos que desfilaron ante el norteamericano en la Sierra Maestra, hecho del que luego se jactaría el comandante en su primera visita a los Estados Unidos de América.
Más adelante, surgió otra noticia falsa que mantuvo en vilo a los guerrilleros alzados en las montañas cubana y que aún mantiene en vela a 11 millones de cubanos, cuando también el ya desaparecido Fidel dijo ante la tumba del líder ortodoxo Eduardo Chibás que él no era comunista, y lo volvió a repetir durante su visita a Caracas, en 1959.
De ahí que no sea objetivo atribuir a una persona o un país el deshonor de ser el primero en publicar una “fake news”. El consejo también va para quienes atribuyen esa primicia a los alineados a la izquierda o la derecha del escenario político mundial. Todos mienten cuando les conviene: sentencia que incluye a los medios de información cubanos, en su totalidad.
Para colmo, los grillos de Iroel…
Por último, -y no es que sea menos importante, pues este ¿periodista?, Iroel Sánchez, es fuerte candidato al Premio Pinocho de la Verdad Revolucionaria- quisiera acercar a la actualidad el tan llevado y traído tema de las “fake news” en un país que apenas tiene conectividad en la red, y donde se distorsiona el texto, la imagen y la verdad.
Según señala este señor en su artículo “Verdades que las noticias falsas no pueden ocultar” (Granma, 4-2-2019), el video que muestra la huida del Presidente cubano ante los abucheos de algunos afectados por el paso de un tornado por La Habana, es una falsedad, pues “muchos otros circulan con la imagen de Díaz-Canel hablando directamente con el pueblo, mientras es evidente la muestra de cariño y simpatía mutua a pesar de la desfavorable situación”.
Entonces me pregunto: ¿Cuál es el real? Si esos mismos medios de comunicación tienen una larga historia de noticias falsas desde la Ley de patria potestad, que era realmente la Operación Peter Pan, hasta los “ataques sónicos”, que, según ese alabardero del poder, fueron consecuencia del ruido provocado por una especie común de grillos caribeños.
Con verdades así, tan contundentes, como la de los grillos caribeños afectando con el sonido de su violín antiimperialista el cerebro, la visión y los oídos de varios diplomáticos estadounidenses y canadienses, ¿para qué indagar más sobre las “fake news”? ¿De qué sirve la comunidad científica internacional si tenemos a un eminente investigador como Iroel?
Por eso, ante el comportamiento servil mostrado por estas tres marionetas de La Comedia del Arte Informativo de la Revolución, no dudo que Carlos Collodi, de haber nacido en Cuba, ordenaría a un Gepetto con boina de miliciano y fusil terciado al hombro construir un Pinocho con madera de marabú que, al mentir, le creciera la barba en lugar de la nariz.