LA HABANA, Cuba. – Con una muy seria Mariela Castro y sobredosis de adulación por parte de la periodista Arleen Rodríguez Derivet, transcurrió ayer la Mesa Redonda dedicada a la XII Jornada contra la Homofobia y la Transfobia que cada año organiza el CENESEX (Centro Nacional de Educación Sexual), institución que dirige la hija de Raúl Castro. También estuvieron invitados Manuel Vázquez Seijido (Subdirector de la entidad), Francisco Rodríguez Cruz (periodista) y Ari Vera Morales (transgénero mexicana y presidenta de la asociación civil “Almas Cautivas”).
El conversatorio inició con el habitual recuento de los logros del CENESEX, odas a la memoria de Vilma Espín y molestas interrupciones de Rodríguez Derivet a Mariela Castro, como si quisiera mantenerla dentro de un discurso específico. Desde el principio, la periodista prometió hacer referencia a la marcha independiente que la comunidad LGBTI realizó el pasado sábado, adornándola con las mismas difamaciones que la precedieron y a pesar de las cuales se llevó a cabo.
Manuel Vázquez Seijido fue el encargado de disminuir el gesto protagonizado por la sociedad civil, alegando que “solo asistieron unas 150 personas, y hubo más prensa que otra cosa”. Insistió, sin presentar pruebas, en que había sido organizada desde Miami y Matanzas por grupos contrarios a los intereses del CENESEX, que intentaron desmontar el mensaje de esa institución porque “no entendieron”. Asimismo declaró haber conversado con jóvenes que “fueron utilizados por estar descontentos con la decisión del CENESEX de no realizar la conga”.
En su seguidilla de disparates fue interrumpido por Rodríguez Derivet, dispuesta a inocular todo el veneno posible al afirmar que el desfile había sido financiado con fondos de la NED, insinuando que los participantes eran un grupo de mercenarios, gente sin escrúpulos que contó con “la publicidad de la prensa extranjera para justificar el salario que se les paga”.
Fue una Mesa Redonda esquizoide como pocas, donde el lema “Todos los derechos para todas las personas”, repetido hasta el cansancio, mantuvo un pulso feroz con amenazas, acusaciones y calumnias de todo tipo. Mariela Castro subrayó en más de una ocasión que el mayor reto es cambiar la mentalidad de los generales machistas que gobiernan el país, sin reparar en que también ella necesita oxigenar su punto de vista.
La directora del CENESEX ignora que a la marcha acudieron aproximadamente 300 personas, todas muy bien portadas. No hubo “abajos” ni “mueras” para nadie; por el contrario, el mensaje fue positivo y respetuoso incluso frente a la Seguridad del Estado. Al vocero del MININT se le permitió explicar lo inexplicable, pues si bien en todos los países del mundo hay que pedir autorización para tomar las calles, cuando el gobierno niega tal derecho la sociedad civil puede tomar cartas en el asunto, siempre que lo haga organizada y pacíficamente, como fue el caso de los activistas LGBTI durante los sucesos del sábado.
Si de acuerdo al discurso oficial la marcha fue organizada desde Miami para subvertir el orden político durante la Jornada contra la Homofobia y la Transfobia, entonces los “enemigos del Norte” perdieron su dinero, algo que no se ajusta a las nociones promovidas por el régimen sobre quienes supuestamente financian cada iniciativa independiente en la Isla.
El patético intento de disfrazar de ignorancia la participación ciudadana es en extremo ofensivo. Decir que “el pueblo no entendió la manipulación” demuestra que el gobierno prefiere tildar al cubano de imbécil antes que reconocer que un segmento de la sociedad civil asumió el rol que le corresponde. Al desfile asistieron homosexuales, heterosexuales y activistas trans; personas que trabajan para el Estado y el sector privado; gente apacible y de buena fe.
Sin pruebas que avalen las acusaciones emitidas en la Mesa Redonda de ayer, estas solo pueden ser interpretadas como una alevosa campaña contra miembros del colectivo LGBTI y la prensa independiente. Las supuestas capturas de pantalla en redes sociales no serían evidencia confiable, porque cualquier acólito del régimen puede abrir una cuenta en Facebook, fingirse radicado en Miami y convocar a la subversión para inclinar la opinión pública en favor de Mariela Castro. A estas alturas, y considerando la repercusión que tuvo la marcha, si existieran pruebas contundentes ya las habrían mostrado.
A pesar de los ataques de la prensa oficialista, la sociedad civil no debe cejar en su empoderamiento, máxime si en él reside su mejor arma y defensa. La marcha del 11 de mayo fue una acción de los cubanos y para los cubanos que la Seguridad del Estado reprimió con saña. Cualquier mentira se estrellará contra el relato de los testigos presenciales.
Según Vázquez Seijido, “el mayor logro para la comunidad LGBTI en 12 años de campaña ha sido la nueva Constitución”. El compañero parece conforme con la eliminación del artículo 68 que habría reconocido el matrimonio igualitario, y en su defecto apoya otros (40 al 43, 81 y 82) que a juzgar por la represión del sábado, no garantizan los derechos de nadie, sea gay, trans o heterosexual.
Poco faltó a Mariela Castro para asegurar categóricamente que el Código de Familia en preparación será aprobado en referendo de aquí a dos años, como si en tan corto período de tiempo se pudiera modificar la postura de los fundamentalistas envalentonados por el pleno reconocimiento constitucional de su derecho a esparcir prejuicios y nociones retrógradas.
El colmo fue escuchar que Vilma Espín fue una defensora de los derechos de los homosexuales en Cuba, cuando las UMAP (Unidades Militares de Apoyo a la Producción) y las purgas de homosexuales -declarados o aparentes- en universidades y centros de trabajo acontecieron mientras ella era miembro del Consejo de Estado.
Esos detalles permanecen ocultos para los jóvenes homosexuales de hoy, que sin saber a qué se prestan abren la conga del CENESEX con la bandera multicolor mancillada por la frase “Yo soy Fidel”, un agravio terrible hacia la única minoría que fue perseguida, humillada y violentada por el mero hecho de existir.