LA HABANA, Cuba. – Desde que en el año 2012 comenzó la venta racionada de gas licuado como parte del programa de la Revolución Energética, el servicio nunca había presentado tantas dificultades como ahora. La escasez de este combustible ha despertado incertidumbre en las familias que lo emplean como única opción. Surgen especulaciones y diversos comentarios. El más generalizado: la falta de petróleo como resultado de la situación en Venezuela.
Y es que los directivos de la Empresa de Gas Licuado han manifestado en reiteradas ocasiones a través de los medios que cuentan con “esquemas alternativos de producción, de manera que no se detenga la planta ni disminuya la entrega de cilindros en caso de ocurrir algún imprevisto de cualquier tipo”. Por eso, cuando se justifican con “problemas de transportación” o “roturas en la planta”, pocos les creen.
El jueves a Jorge le tocaba el gas, pero no había. La excusa que le dio el dependiente fue que no había entrado el camión. Al llegar a la casa le preguntó a su esposa: “¿Con qué cocinamos?” “No te preocupes -le respondió ella- que yo con la arrocera hago hasta café”.
Jorge estuvo haciendo cola hasta el sábado. “Cuando llegó el camión, aquello parecía una perrera”, me comentó. “Y gracias que fui el penúltimo, detrás de mí se quedaron unos cuantos que no alcanzaron”.
“No se puede negar que cocinar con gas es un gran avance -me dice una mujer-, pero en el período especial la cuota de luz brillante (queroseno) no faltó. La vendían cualquier día del mes. Algunos la ligaban con petróleo para que les rindiera más. Cuando empezaron a vender el gas licuado”. Y continúa: “a los que cocinábamos con queroseno nos asignaron una sola balita. Ahora me toca cada 44 días, porque soy sola. Por eso tengo que comprarlo el día que me toque, si hay, aunque me quede un poquito, porque con esta escasez es mejor asegurar. No tengo otras opciones para cocinar. La arrocera que vendieron era malísima, no me duró nada, y la cocina de inducción, además de ser por la libreta, en mi municipio no la han vendido”.
“Yo me improvisé una hornilla eléctrica casera por si acaso”, me confiesa un señor. “Ellos ya sabían que el gas no alcanzaba, y aun así, el año pasado alargaron el ciclo dos días más. Entonces aparecían en la televisión consejos para ahorrar y sin embargo no nos dieron derecho a comprar los equipos de inducción. Las ollas arroceras y las multipropósito son en CUC, y carísimas. Y eso que las hacen aquí en el INPUD Primero de Mayo” (se refiere a la Industria Nacional de Productos y Utensilios Domésticos).
“Este gobierno es un abusador: cobrar casi 500 pesos por el alquiler de una balita más 120 pesos por el derecho a comprarla cualquier día. ¡Le zumba!”, se desahoga un vecino que trató de hacer un contrato para comprar gas liberado. “La cuestión es que con la escasez creciente se va a dificultar conseguirla ‘por fuera’ y quería asegurar. Pero nosotros somos dos jubilados, y entre los dos no llegamos a esa cantidad”.
A otro vecino, Braulio, le robaron una balita (como antiguo cliente de gas de balón, le corresponden dos). Inmediatamente hizo la denuncia, sin embargo, descubrió que la que le robaron no se la restituyen, sino que para poder comprar otra tiene que hacer el mencionado contrato de casi 500 pesos con la Empresa de Gas. La única ventaja es que en lugar de 120, en su caso pagará 7 pesos, pero solo para comprarla el día que le toque.
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