LA HABANA, Cuba.- La propaganda castrista con frecuencia se hace eco de la historia de algunos deportistas profesionales de otras naciones que han terminado sus vidas en el abandono después de haber concluido su labor en el deporte. Y como complemento de dicho discurso, en aras de demostrar la supuesta superioridad social de su sistema político, insiste en que aquí nunca serán olvidadas las glorias deportivas.
Para llevar adelante ese objetivo fue creada en el año 2000 la Comisión Nacional de Atención a Atletas (CNAA). La idea era que esta Comisión brindara apoyo material y profesional a deportistas activos y jubilados, a sus familias, a médicos, federativos y otros protagonistas que hayan contribuido al desarrollo del deporte cubano.
Sin embargo, a más de dos décadas de su creación se alzan voces, fundamentalmente entre los atletas jubilados, que cuestionan la efectividad del trabajo de la CNAA. Dos trabajos periodísticos aparecidos en el periódico Trabajadores dan cuenta de las insatisfacciones de ex atletas que antaño dieron glorias al deporte cubano.
El velocista Silvio Leonard, subcampeón olímpico de Moscú 1980, fue categórico al afirmar que “la Comisión Nacional de Atención a Atletas no está atendiendo a las glorias deportivas como debe ser”. Y más adelante el aún recordista nacional de los cien metros planos deja entrever las preferencias de la CNAA por algunos deportistas en detrimento de otros, al apuntar que “incluso para asistir a eventos y actividades la CNAA tiene a su gente”.
Por su parte, el ex pesista Alberto Blanco, medallista de bronce olímpico, manifiesta su descontento con las siguientes palabras: “De la CNAA nunca han venido. Ni una vuelta me dan. No me conocen. Creo que se burlan. Esta experiencia es dura”.
También trascienden los testimonios del ex pelotero Germán Águila y el ex corredor Lázaro Martínez ─este último se quedó ciego─, quienes han debido bregar muy duro para encauzar sus vidas, sin ayuda de ningún tipo por parte de la CNAA.
La Tarea Ordenamiento, que tantos perjuicios ha ocasionado a la población y a la economía en general, ha afectado igualmente los ingresos de los deportistas que cobran por las medallas obtenidas en grandes eventos internacionales. El propio Silvio Leonard se queja de ello, pues antes recibía 200 CUC mensuales por su plata olímpica, una cantidad nada despreciable entonces. Ahora, al aplicársele el tipo de cambio oficial de 1 dólar=24 pesos cubanos ─muy alejado del tipo de cambio que indica el mercado, 1 dólar=100 pesos cubanos─ su estipendio se ubica en 4 800 pesos cubanos al mes. Realmente una bagatela para afrontar la exorbitante carestía de la vida en la Cuba actual.
Muchos antiguos atletas que hoy están prácticamente olvidados por las autoridades deportivas de la isla se conformarían con pequeños gestos por parte de la CNAA, como la obtención de un turno médico, la adquisición de un medicamento deficitario, o un simple carné con que comprar alimentos de primera necesidad, obviando las colas infernales que debe hacer el ciudadano de a pie. Pero ni eso ha hecho la CNAA.
Entonces no es extraño que muchas figuras del deporte cubano emigren en busca, entre otras cosas, de un progreso económico que les garantice el presente y el futuro. Ya la retórica castrista que insistía en que la vejez de las glorias deportivas estaba asegurada no convence a casi nadie.
Porque, como se dice en buen cubano, “cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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