LA HABANA, Cuba. – El mandatario Miguel Díaz-Canel Bermúdez decidió alejarse momentáneamente de las sesiones del XXI Congreso de la oficialista Central de Trabajadores de Cuba (CTC), y asistió a la asamblea de balance del Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER).
Díaz-Canel, tras insistir en su repetida frase de que “nos tiene que molestar lo que atente contra el buen funcionamiento del país”, apuntó que “existe insatisfacción con los resultados de algunos de nuestros deportes, los tiempos son diferentes y la gente tiene derecho a expresar su criterio y a ser escuchados”.
Cualquiera podría interpretar que los “tiempos diferentes” a que se refiere el señor Díaz-Canel serían los de sus antecesores Fidel y Raúl Castro. Sin embargo, lo más sensato es pensar que el benjamín no desee ponerse a mal con el menor de los Castro —su mentor, y todavía el verdadero poder en la isla—, y por tanto ese tiempo pasado que él critica correspondería al período en que el ahora tronado Antonio Becali dirigió el INDER.
A propósito, la reunión sirvió para que afloraran los males que aquejan al organismo que dirige el deporte cubano. Males que, por supuesto, se le achacan mayormente a la gestión de Becali, con lo cual se aclararían algunas de las causas que llevaron a su sustitución, ya que, en el momento de producirse la democión, el escueto comunicado oficial solo habló de “deficiencias afrontadas en su trabajo”.
Ahora sabemos que el INDER se halla colmado de corrupción e ilegalidades; que ha obtenido calificaciones de mal en los controles efectuados por la Contraloría General de la República; y que su antigua dirección descuidó la reparación y mantenimiento de las instalaciones construidas para los Juegos Panamericanos de 1991.
Por otra parte, fue censurada la costumbre de Becali de crear falsas expectativas con respecto a la actuación cubana en los eventos internacionales. En ese sentido el actual presidente del NDER, Osvaldo Vento, se limitó a afirmar que Cuba aspira a obtener más medallas de oro en los próximos Juegos Panamericanos de Lima, que las alcanzadas hace cuatro años en la ciudad canadiense de Toronto. Mas, no pronosticó el lugar que la isla obtendría en el medallero por países. Hay que recordar que, en Toronto, Cuba fue desplazada a la cuarta posición, por detrás de Estados Unidos, Canadá y Brasil.
Como es lógico suponer, no podía faltar el llamado de Díaz-Canel a no descuidar la formación político-ideológica en el deporte de alto rendimiento. Según el gobernante, ello podría eliminar “costosas fisuras”. ¿Y qué constituye una fisura ideológica entre los deportistas, según el punto de vista del flamante Presidente?…
Tal vez una actitud como la que él mismo denostó en el citado balance del INDER. Se trata de dos peloteros, nacidos en Cuba, y que ahora juegan en las Grandes Ligas de Estados Unidos. Ellos habrían apoyado la decisión del presidente Trump de cancelar el acuerdo entre la MLB y la Federación Cubana de Béisbol, al aducir, entre otros elementos, que la Federación Cubana no es independiente del gobierno de la isla.
Y, a decir verdad, en eso no les falta razón, pues aquí ninguna institución es independiente del gobierno. ¿Acaso fue independiente el Comité Olímpico Cubano cuando un capricho de Fidel Castro impidió que nuestros deportistas participaran en las olimpiadas de Los Ángeles 1984 y Seúl 1988? Díaz-Canel no halló otra salida que tildar de “gente que puede ser comprada” a los referidos peloteros.
Otra muestra de la intolerancia de los gobernantes cubanos, acostumbrados a ver la realidad en blanco y negro, e ignorar los matices. Para ellos, los que no comulgan con sus ideas han sido comprados por el enemigo.