LA HABANA, Cuba.- Pedro Sánchez, el presidente del gobierno español, brincándose legalismos y sin precisar con mucho detalle cuándo será devuelta por las autoridades cubanas, si es que la devuelven -se supone sea dentro de dos años-, se llevó con él a La Habana la silla que perteneció a Antonio Maceo.
La silla, que permanecía en España desde 1897, cuando Valeriano Weyler, al cesar sus funciones como capitán general de Cuba, se la llevó como trofeo de guerra, era insistentemente reclamada desde hace unos años por el historiador Eusebio Leal.
A Pedro Sánchez le importó más halagar a sus anfitriones y empezar a recuperar el espacio perdido por España en Cuba –una suerte de reconquista- que el litigio con el ayuntamiento de Palma de Mallorca, a quien pertenece la silla, luego de que le fuera cedida por los nietos de Weyler, que heredaron sus pertenencias, entre ellas el el rústico asiento, hecho de madera de palma, con una estrella mambisa y las iniciales del mayor general mambí talladas en el espaldar.
A propósito de Weyler, al autor de la Reconcentración, concebida para impedir que el campesinado cubano pudiera apoyar a los mambises, últimamente quieren reivindicarlo y presentarlo no como el genocida que fue sino como un gran estratega militar.
Como mismo algunos intentan minimizar el holocausto judío, ciertos sinvergüenzas en España, sacando cuentas de bodegueros, pretenden hacer ver que los muertos de la Reconcentración, calculados entre 300 000 y 700 000, no fueron tantos, y dicen que eran “exageraciones” de Hearts, Pulitzer y otros personajes de la prensa norteamericana de la época.
El pasado año fue presentada una propuesta ante el parlamento de las Islas Baleares que consideraba el retorno temporal a Cuba de la silla de Maceo como “un primer acto necesario de reparación ante la responsabilidad histórica de España” en la represión ejercida por el capitán general mallorquín Valeriano Weyler contra los cubanos que luchaban por la independencia.
Al calor de la polémica generada por dicha propuesta, el investigador español Francisco Javier Navarro Chueca, comparando el censo de 1887 y el realizado por los interventores norteamericanos en 1899, declaró al periódico ABC que era falsa y exagerada la afirmación de que durante el mandato de Weyler (febrero de 1896-octubre de 1897) fue exterminada, por hambre, enfermedades y en combate, un tercio de la población cubana.
Incluso, en cuanto a sufrimientos para la población civil, han llegado a comparar la Reconcentración de Weyler con la táctica de la tea incendiaria empleada por los mambises.
Después de todo, según dicen, como si eso le restara criminalidad, tácticas similares a las de Weyler fueron aplicadas en Norteamérica y Argentina durante las guerras contra los indígenas y por las tropas unionistas para someter al Sur durante la Guerra de Secesión.
Ojalá que aquí en Cuba no les dé también por relativizar los crímenes de Weyler y reivindicarlo. Aunque no me asombraría, tan interesados como están los mandamases en congraciarse con España, atraer inversionistas y hacer negocios que los salven de la debacle económica.
No olvidemos que, para los mandamases, lo han demostrado, arreglar la historia a conveniencia suya, es una bicoca.
Pedro Sánchez, por su parte, luego de la acogida que le dieron en La Habana, y del consejo de Eusebio Leal para que España no pierda la oportunidad por segunda vez, pensará que bien vale una silla, así sea la de Maceo, con litigio y todo, para iniciar la reconquista de “la siempre fiel Isla de Cuba”.