LA HABANA, Cuba. – Este año 2020 se cumplen aniversarios cerrados —el número 60— de sucesos importantes que signaron el diferendo entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, además de indicar el giro hacia el comunismo de los gobernantes de la isla.
Entre todos ellos sobresale uno que nada tuvo que ver con la disputa entre Washington y La Habana, y sí mucho con el deseo de Fidel Castro de establecer un sistema de gobierno de corte totalitario. Nos referimos a la expropiación forzosa de 382 empresas industriales y comerciales que pertenecían a empresarios cubanos. Un hecho acaecido el 13 de octubre de 1960.
Entre las entidades expropiadas se contaban 105 centrales azucareros, 50 fábricas textiles, 8 empresas ferroviarias, 11 circuitos cinematográficos, 13 tiendas por departamentos, 16 molinos arroceros, 6 fábricas de bebidas alcohólicas, 11 tostaderos de café, 47 almacenes comerciales y 6 fábricas de leche condensada.
De momento se paralizaban los ciclos productivos y de prestación de servicios de esas entidades, y sus propietarios experimentados eran sustituidos por nuevos administradores que, en la mayoría de los casos, nada conocían del desempeño de esas empresas, y su único aval era la incondicionalidad que mostraban hacia las autoridades del país. Era la génesis del desabastecimiento.
Eso sucedía dos años antes de que el gobierno norteamericano estableciera formalmente el embargo a la isla, que se había iniciado parcialmente en el propio 1960 como respuesta a las nacionalizaciones practicadas por el castrismo, que incluyeron todas las empresas estadounidenses existentes en Cuba, con destaque para las refinerías de petróleo, los centrales azucareros, y las compañías de teléfono y electricidad.
Es decir, que antes de que Washington le cerrara totalmente las puertas al gobierno cubano ya se sentían en la isla las carencias de alimentos, ropas, equipos de transporte, espacios de entretenimiento, así como una merma en la actividad comercial. Grandes establecimientos comerciales como Almacenes Ultra, Fin de Siglo, la Época, y Flogar, por solo citar algunos, no eran ya los mismos que antes de 1960.
Por otra parte, tener en cuenta las referidas expropiaciones a nacionales en octubre de 1960 constituye un elemento clave par esclarecer el motivo que indujo a Fidel Castro a radicalizar su revolución. Porque Castro, a pesar del diferendo con Washington, pudo ser un gobernante nacionalista que respetara los cánones del Estado de Derecho.
Pero no. Él aspiraba a eternizarse en el poder, y por eso la emprendió también contra los propietarios nacionales como primer paso para establecer un sistema comunista que le garantizara un mandato absoluto. Entonces no fueron las presiones de Estados Unidos las que lo condujeron hacia la doctrina marxista-leninista, tal y como han sugerido en ocasiones algunos analistas.
Y después ya sabemos cuál sería el colofón de la debacle. La Ofensiva Revolucionaria de 1968 que acabó con la totalidad de la propiedad privada en la isla. Todo al calor de las prédicas guevaristas —aún vigentes a pesar de su muerte un año antes— que pedían quemar entapas en la construcción de la sociedad comunista, y quizás también de la revolución cultural que llevaban a cabo los maoístas en China.
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