LA HABANA, Cuba. – Andar Miami es tan agradable como doloroso para una cubana que disfruta andar La Habana. Aquella ciudad en permanente crecimiento provoca imaginar lo que sería hoy la capital colmada de bellas edificaciones arruinadas por 56 años de desatención y sobrepoblación, aún en pie gracias a las técnicas y materiales utilizados con el buen hacer de lo más avanzado de cada época y el florecimiento económico desde su fundación en 1519 hasta 1959. Ese año, Miami parecía una réplica minúscula de La Habana. En 2015, ambas podrían llamarse “ciudad de todos los cubanos”, y no solo reservar a La Habana la denominación de la propaganda oficial como “capital de todos los cubanos”. Desde el aeropuerto colmado de empleados cubanos hasta un gran poster anunciando la llegada de los Van Van el 29 de agosto sobre un alto edificio de Downtown Miami demuestra su auge por los esfuerzos de los isleños en un país libre y con oportunidades para todos los trabajadores afanosos, mientras La Habana ejemplifica dolorosamente los resultados de un régimen totalitario regodeado en el aislamiento y la justificación basada en una política contraproducente desde los gobiernos de Estados Unidos. La Habana y Miami, a ambos lados del Estrecho de la Florida, acogen a los cubanos y sus descendientes que mayoritariamente claman por colaborar armoniosamente en la recuperación de la Patria común.
Para alegría, esperanza y empoderamiento de la población, todo comenzó a cambiar en 2009, cuando la administración Obama inauguró sus medidas proactivas en beneficio de los cubanos, no solo con las muy socorridas remesas, sino con los contactos pueblo a pueblo, que han permitido descubrir el mundo de oportunidades y conocimientos vedados durante 56 años. El 17 de diciembre de 2014 más allá del anuncio sobre el restablecimiento de las relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas en las capitales, resulta importante por las medidas adicionales emitidas por el presidente de Estados Unidos.
Hillary Clinton presentó su programa sobre Cuba si accede a la presidencia de Estados Unidos, como parte de la promoción de su candidatura a las elecciones de 2016 por el Partido Demócrata, en la Universidad Internacional de la Florida, Miami, el 31 de julio. La experimentada política manifestó que “el enfoque de Estados Unidos hacia Cuba está en una encrucijada, y las próximas elecciones presidenciales determinarán si trazamos un nuevo camino hacia delante o regresamos a las viejas vías del pasado. Debemos decidir entre involucración (engagement) o embargo, entre abrazar un pensamiento fresco o regresar al estancamiento de la Guerra Fría. Y las decisiones que tomemos tendrán consecuencias duraderas no solo para los 11 millones de cubanos, sino también para el liderazgo de Estados Unidos en todo el hemisferio y alrededor del mundo”.
La señora Clinton planteó que como presidente aumentaría la influencia de Estados Unidos en Cuba, en lugar de reducirla; trabajaría con el Congreso para levantar el embargo y también daría pasos adicionales. Sus prioridades serían en primer lugar ayudar a que los norteamericanos vayan a Cuba, y si el Congreso no actuara, ella utilizaría la autoridad ejecutiva para facilitar que más visiten la isla para apoyar los negocios privados e involucrarse con el pueblo cubano; en segundo lugar utilizaría la nueva presencia norteamericana y los contactos para brindar un apoyo más efectivo a los derechos humanos y la sociedad civil cubana. Manifestó estar convencida de que en la medida en que la influencia norteamericana se expanda entre el pueblo, su diplomacia puede contribuir a abrir un espacio político en la isla como nunca antes se pudo; en tercer lugar procuraría expandir las comunicaciones y los vínculos comerciales hacia y entre el pueblo cubano, de manera que las compañías
de Estados Unidos que promueven negocios conjuntos construyan sistemas que abran el libre flujo de información y empoderen a los cubanos comunes para que sus voces se oigan. Manifestó que “seguiremos los pasos del Papa Francisco, que llevará un poderoso mensaje de empoderamiento, cuando visite Cuba en septiembre. Yo dirigiría a los diplomáticos de Estados Unidos a hacer una prioridad construir relaciones con más cubanos, especialmente aquellos que comienzan sus negocios y empujan las barreras, defensores de los derechos de las mujeres y los derechos de los trabajadores, activistas ambientalistas, artistas, blogueros. Mientras más relaciones construyamos, mejor”. Asimismo expresó que Estados Unidos necesita usar su liderazgo en las Américas para movilizar más apoyo a los cubanos y sus aspiraciones. De igual forma en que Estados Unidos necesita un nuevo enfoque hacia Cuba, la región la necesita también.
El programa de Hillary Clinton está argumentado con gran conocimiento de la situación existente en Cuba y muestra amplia sensibilidad hacia la sociedad cubana.