LA HABANA, Cuba. — Hace unas horas me sorprendió un titular estridente del miniperiódico de la abuelita (pues, como todos saben, es eso lo que viene a significar el diminutivo anglosajón “Granma”). El flamante órgano oficial del único partido legal en Cuba anunciaba de modo solemne: “Un acontecimiento económico excepcional que abre una nueva etapa”.
Por un momento pensé esperanzado que los barrigones del habanero “Palacio de la Revolución” habían decidido —¡por fin!— olvidarse de la empresa económica socialista y la planificación burocrática. Estoy hablando, claro, de las mismas instituciones inoperantes que han metido a nuestra Patria en la furnia en la cual estamos hundidos, pero que son mantenidas a ultranza por el régimen.
Por supuesto que, tras más de sesenta años de las proclamaciones triunfalistas que caracterizan a los medios de agitación y propaganda del castrismo, me apresuré a leer la información completa. De ese modo yo podría tener una idea más clara de qué parte de verdad habría en el titular arriba citado. Tan pronto lo hice, se extinguieron mis ilusiones sobre un hipotético comienzo de los cambios profundos que Cuba necesita con desesperación.
Resultó que el titular estridente fue copiado de las palabras pronunciadas en un acto protocolar por un visitante extranjero: el señor Abdelhak Saihi, ministro de Salud, Población y Reforma Hospitalaria de Argelia. Pero los agitadores del Granma, fieles a lo que constituye en ellos una práctica bien enraizada, distorsionaron la cita a su gusto hasta dejarla irreconocible.
Es el caso que el distinguido viajero, con sus frases grandilocuentes, se refería a las relaciones económico-comerciales entre Cuba y Argelia. Estamos hablando —pues— de dos países que mantienen entre sí buenos vínculos políticos, cosa que se puso de manifiesto durante la gira que realizó hace algunas semanas el “presidente de la Continuidad” por África, Europa y Asia. Durante ella, Miguel Díaz-Canel tendió la escudilla ante sus homólogos de los “países amigos” visitados. Con ello obtuvo condonaciones de deudas y algunas otras dádivas.
Pero, para ser objetivos, debemos reconocer también que la Mayor de las Antillas y el país más extenso del Magreb no son grandes socios comerciales entre sí: ni la primera lo es del segundo ni viceversa. Por consiguiente, el señor Saihi, al afirmar que el foro bilateral representaba “un acontecimiento económico excepcional que abre una nueva etapa en las relaciones económico-comerciales” (frase completa), estaba circunscribiendo sus palabras algo exageradas a un fenómeno de limitada importancia, de carácter secundario, como son los vínculos cubano-argelinos.
¿A qué se debe la exageración del titular comunista? ¿Estaremos hablando de un intento deliberado de despertar ilusiones, siquiera por algunas horas, entre sus lectores menos avisados? ¿O será que los trabajadores del órgano oficial (que dicen ser periodistas, pero ignoran que la misión fundamental de estos es la de informar) son tan torpes que no atinaron a comprender que su titular distorsiona y caricaturiza lo dicho por el ministro extranjero!
En cualquier caso, la reunión reflejada en la aludida noticia de primera plana sirvió también para algo más: el vice primer ministro cubano Ricardo Cabrisas Ruiz, en presencia de la plana mayor del régimen castrista (incluyendo a Miguel Díaz-Canel y a Manuel Marrero Cruz, jefes de Estado y Gobierno), aprovechó para abundar en los temas preferidos de la agitación roja.
Según el texto granmero, el voluminoso vice primer ministro, entre otras cosas, “hizo un recuento de las complejidades que ha vivido Cuba en los últimos años, como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, desastres naturales, incidentes tecnológicos y, especialmente, por el recrudecimiento del bloqueo”. Abundando en este último, Cabrisas afirmó que él “sigue siendo el mayor obstáculo para el desarrollo económico y social de nuestro país”.
O para decirlo de otra manera: los comunistas vuelven a afirmar que las interminables calamidades y escaseces que sufren hoy los desdichados habitantes de esta Gran Antilla se deben a las medidas unilaterales adoptadas por los Estados Unidos. Se trata de una afirmación muy osada cuando ella se hace para referirse a un país que, como se sabe, es uno de los principales suministradores de alimentos a Cuba.
O sea: las causas verdaderas del desastre nacional siguen siendo soslayadas. De la planificación burocrática, del papel central que se le otorga a la ineficiente “empresa estatal socialista” y de la hostilidad gubernamental contra los verdaderos emprendedores no se dice ni media palabra. ¡Pobre Cuba, tan lejos de la libertad y tan cerca del castrocomunismo!
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.