LA HABANA, Cuba. – Una desilusión hemos sufrido los aficionados al béisbol en Cuba al enterarnos de que se postergaba la celebración del evento II Coloquio Museo y Salón de la Fama del Béisbol Cubano: Nación y Cultura, que estaba previsto para el lapso comprendido entre el 22 y el 25 de noviembre, y en el que se preveía la participación de 150 invitados de todo el país, entre ellos el doctor Félix Julio Alfonso, autor del libro Béisbol y nación en Cuba.
En efecto, en su edición del lunes 5 de noviembre, el periódico Trabajadores daba a conocer que, entre otros temas, el Coloquio aprobaría el nuevo reglamento para el proceso de selección y votación al Salón de la Fama del Béisbol Cubano para el período 2018-2020; reiteraría la propuesta a la Comisión Nacional de Patrimonio Cultural de declarar al béisbol como patrimonio cultural intangible de la nación, y además se constituiría la Comisión Especializada de Cronistas e Historiadores del Béisbol Cubano.
Sin embargo, en la noche del lunes 19 de noviembre los noticieros deportivos de la televisión se hacían eco de un comunicado de la Comisión Nacional de Béisbol en el que se notificaba la no celebración del Coloquio en la fecha prevista, sin aclarar para cuándo se trasladaba su inicio.
Al margen de cualquier obstáculo burocrático que se haya podido presentar ante los organizadores del evento, son muchos los que opinan que una nueva exaltación al Salón de la Fama de peloteros surgidos después de 1959 conlleva una barrera que las autoridades de la isla no han podido superar: el reconocimiento de la labor de algunos peloteros considerados como “desertores” por haber abandonado el país al no comulgar con el sistema político, o ir a jugar en las Grandes Ligas de Estados Unidos.
Hay que recordar que, en 2014, al realizarse la primera exaltación al referido Salón de la Fama, además de los nombres de Conrado Marrero, Camilo Pascual, Orestes Miñoso, Amado Maestri y Esteban Bellán, todos con actuaciones anteriores a 1961, fueron seleccionados Omar Linares, Antonio Muñoz, Luis Giraldo Casanova, Braudilio Vinent y Orestes Kindelán, quienes se desempeñaron en la etapa castrista. Aquí pudo incluirse a Antonio Pacheco. Pero, al parecer, su decisión de radicarse en el exterior lo inhabilitó.
En esta ocasión se pensaba exaltar a otros cinco peloteros que jugaron con posterioridad a 1962, cuando comenzaron las actuales Series Nacionales de Béisbol. Si, por ejemplo, observamos algunas estadísticas, hubiese podido valorarse al pitcher Manolo Hurtado, con el tercer mejor promedio de carreras limpias permitidas de todos los tiempos; el propio Antonio Pacheco, tercer mejor impulsador de carreras de por vida; o los casos de José Dariel Abreu y Yulieski Gurriel, entre los cinco mejores bateadores de todas las Series Nacionales. Todos abandonaron el país sin el visto bueno de las autoridades, y los dos últimos se desempeñan actualmente en las Grandes Ligas.
Mientras los mandamases del deporte cubano —y también, desde luego, la cúpula del poder— continúen profesándoles rencor a aquellos peloteros que por iniciativa propia han decidido jugar en otros países, no habrá un verdadero y justo Salón de la Fama, ni Cuba mejorará sus actuaciones a nivel internacional. En más de una ocasión varios de esos peloteros que se desempeñan en el exterior han manifestado su conformidad a integrar un equipo nacional unificado para participar en eventos internacionales. Y, hasta el momento, han recibido el silencio por respuesta.