WEST PALM BEACH, Estados Unidos. – El pasado lunes la Dirección Nacional de Béisbol de Cuba anunció el fin del llamado “período de consultas populares’’ entre fanáticos y expertos en busca de medidas que resuelvan la crisis que atraviesa este deporte dentro de la Isla.
Según el organismo, fueron recogidas más de 1 300 intervenciones de técnicos, atletas, directivos, entrenadores, árbitros y aficionados, además de centenares de opiniones que recibidas por correos electrónicos, de donde saldrían las estrategias para hacerle frente a dicho problema.
Es posible que centenares de cubanos hayan creído que con las consultas vendrán las soluciones, pero estoy convencido de que la mayoría de la población considera que es otra farsa promovida por funcionarios del béisbol, que sólo aceptan órdenes superiores para mantener sus puestos y salarios.
¿Acaso en alguna ocasión ha existido una verdadera democracia deportiva desde que se iniciaron las Series Nacionales? Al contrario, pues si la opinión de la mayoría de los fanáticos hubiese sido respetada desde el inicio de este gobierno, aún estuviera activa la Liga Profesional Cubana, que fue orgullo de la nación, y la llamada Serie Nacional fuera un torneo amateur para desarrollar jugadores.
Eso era lo correcto a realizar y lo que deseaba la mayoría de los aficionados cubanos, pero se impuso el autoritarismo, el odio y la intolerancia.
Todas las decisiones absurdas desde principios de la década del sesenta fueron hechas por la terquedad de un reducido grupo de personas que son los responsables de la destrucción de la otrora segunda potencia beisbolera del planeta.
¡Qué pérdida de tiempo! ¡Qué engaño! ¡Qué manera de faltarle el respeto a la afición cubana!
Si de verdad desean encontrar soluciones para que el béisbol regrese a sus días de gloria, lo que se requiere se resume en una frase bien corta: “Hacer lo que es correcto’’. ¡Y punto!
¿Y cuáles serían esos pasos correctos? Aquí están seis de ellos, con nombres y apellidos.
1. Despolitizar el deporte. Y para hacerlo lo primero que se debería hacer es cambiar algunos de los nombres que tienen en varias ciudades.
El estadio de Pinar del Río, que se nombra Capitán San Luis, se le podría poner “Estadio Tony Oliva u Omar Linares’’, al Latinoamericano de La Habana “Estadio Adolfo Luque’’, al Victoria de Girón de Matanzas “Estadio Orestes Miñoso o Martín Dihigo’’, al Augusto César Sandino de Las Villas “Estadio Antonio Muñoz’’, al Cándido González de Camagüey “Estadio Tony Pérez’’ y al Guillermón Moncada de Santiago de Cuba “Estadio Braudilio Vinent’’.
Hacerlo también en los parques de pueblos donde se juega pelota en toda la Isla. Por ejemplo, al Tricontinental de mi pueblo, en Güira de Melena, se le pudiera llamar “Estadio Oscar Martínez, al de Alquízar “Estadio Agustín Marquetti’’ y al de Quivicán “Estadio Antonio ‘Quilla’ Valdés”.
Con esta medida se estaría rindiendo honores a glorias del béisbol de épocas diferentes. Pues la pregunta lógica que todos se preguntan es la siguiente: ¿Qué tienen que ver con la pelota los nombres de mártires y guerrilleros como Augusto César Sandino, Guillermón Moncada, Capitán San Luis y Cándido González?
2. Equipo Cuba unificado. Esta segunda medida también ayudaría a despolitizar el béisbol al permitir que los jugadores antillanos que actúan en Grandes Ligas tengan el derecho a vestir el uniforme del equipo Cuba en el Clásico Mundial y en algún otro torneo de importancia.
Ellos nacieron en Cuba, no en el extranjero. Pero hasta el presente son excluidos de la selección nacional y las proezas que realizan en Grandes Ligas casi ni se divulgan dentro de la isla.
3. Privatizar el béisbol o encontrar grandes patrocinadores. Para nadie es un secreto que practicar deporte además de ser un derecho de cada persona, en el aspecto profesional debe ser un negocio que genere ganancias para facilitar pagar buenos salarios, modernizar los estadios, mejorar el transporte, construir gimnasios, comprar equipos modernos de entrenamiento e implementos deportivos, así como hacer posible el logro de los restantes requisitos necesarios para el desarrollo.
4. Cambiar la estructura beisbolera del país. Cuba debe tener un campeonato de excelente nivel y otros torneos alrededor del país. Para hacerlo, se requiere un torneo donde sólo actúen entre seis y ocho equipos con el nombre que deseen ponerle. Esto brindaría calidad. Unido a ello, establecer un sistema de competencia al estilo de las Ligas Menores de Estados Unidos o el Campeonato Profesional de Japón, que serviría para el desarrollo de jugadores.
5. Rescatar la historia del béisbol cubano. Cuando hablamos de historia no decimos sólo la que comenzó en 1961 con las Series Nacionales, también la de otras épocas.
La pelota cubana ha sido gloriosa desde principios del pasado siglo. Fue la mejor del mundo a nivel amateur y la segunda en el campo profesional, sólo superada por las Grandes Ligas. Y la triste realidad es una: en estos momentos como calidad de torneo nacional, Cuba no es ni la octava potencia mundial en el deporte de las bolas y los strikes.
Los medios de prensa del régimen castrista y las propias autoridades deportivas han cumplido las órdenes de negar a las diferentes generaciones de cubanos las historias de glorias como Tony Pérez, Camilo Pascual, Orestes Miñoso, Tony Oliva, Luis Tiant y algunos otros que se marcharon de la isla para seguir sus carreras en Grandes Ligas. Esto ha sido y sigue siendo injusto e inmoral.
6. La apertura del Museo del béisbol cubano. Cada país que respete su béisbol y a sus leyendas tiene su museo. Y en este Templo de Inmortales deben estar los nombres de los mejores peloteros, árbitros, entrenadores, managers, dirigentes, periodistas de prensa escrita, radial y televisada, sin ninguna forma de discriminación por ideas políticas o lugar donde radiquen.
¿Estaría dispuesto el gobierno cubano a tomar estas seis medidas que todos los aficionados respaldarían para que el béisbol retorne a sus días de gloria? Y cuando menciono la palabra “gobierno’’ lo hago convencido de que quienes dirigen la Federación Cubana no pueden dar esos pasos, aunque quisieran, pues la autorización corresponde a los más altos niveles del régimen castrista.
Yo dudo que lo hagan. Y ojalá me equivocara. Si lo hicieran, el béisbol crecería de nuevo. De lo contrario, se hundirá mucho más en el fango en que caído por seis décadas de intolerancia revolucionaria.
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