LA HABANA, Cuba.- Decir que desean actuar o ser leídos por su “público natural” es la expresión más cómoda y recurrente entre los artistas y escritores que regresan a Cuba. Ninguno dice: porque me da la gana, o es mi derecho. El temor de ser rechazados por quienes los sacaron de los escenarios y editoriales de la isla, los hace ser hipócritas.
Y aunque a muchos de estos hijos pródigos de la farándula no los conocen ni en su casa, suena chic este maquillaje de nostalgias, sedimentado en el rostro por el ruido del menudeo en el bolsillo y los escaparates llenos de pacotilla. Son patéticos o, cuando menos, cínicos.
Por eso ni lloriqueos, perretas y otras notas ridículas, amén de genuflexiones ante los comisarios de la cultura nacional, conatos de bravuconería en sus blogs o ante medios en el extranjero, y muestras de incondicionalidad al mismo régimen que los prohibió, les facilita el arribo a su tierra natal.
Sobran ejemplos en esta viña del otro señor. Descemer Bueno, Isaac Delgado y Manuel González (Manolín), entre otros, deben de ganarse el “perdón” por haber abandonado el país y su “revolución” alguna vez, y actuar como cortesanos en un reino comunista donde hasta las artes y las letras se tienen que uniformar.
En su artículo El médico a palos o la irresistible incontinencia política de Manuel González (La Jiribilla, 17-2-2014), Pedro de la Hoz la emprende contra un artista que “no se adaptó a la maquinaria de una industria del espectáculo que exige obsecuentes posiciones anticubanas para ser aceptado”.
De acuerdo con de la Hoz, Manolín (El Médico de la Salsa) viene y va. De La Habana a Miami y de Miami a La Habana. Y todo ello, “gracias a la flexibilización de las leyes migratorias cubanas, reflejo de la consolidación y madurez del proyecto social que hará frecuentes las idas y venidas”.
Pero que los dejen entrar y salir, puntualiza el censor, no significa que acepten su inserción, pues “algunos que retornan, en su momento, emitieron juicios políticos en escenarios hostiles e hirieron la sensibilidad de muchos que aquí los apreciaban. Y esos muchos tienen memoria”, martilló De la Hoz
Entre otros que vienen y van, ya Isaac Delgado muestra la combativa sumisión que se requiere para acceder al redil artístico nacional. Cantó en homenaje a quienes lo sacaron de circulación. Pronto sacarán del refrigerador ideológico su actuación en el programa televisivo 23 y M. Su nombre se puede mencionar.
Descemer Bueno, Raúl Paz y Kelvis Ochoa hicieron otro tanto también para que les permitan alzar la voz en defensa de la “revolución”. Pronto lo hará Pancho Céspedes con su vida loca en el Karl Marx. Sólo falta Manolín.
Espero que un día pueda cantar de rodillas como los demás. Pero hasta el momento, y pese al grito neo comunista lanzado por el dúo Buena Fe en Miami: “Cubanos de todos los países, uníos”, para cantar aquí hay que hacerlo bajo las botas de la revolución. Si no, que le pregunten a Pedro de la Hoz.