LA HABANA, Cuba. – La tacita de café puro cubano era indispensable para empezar el día desde la siembra del grano en 1748. En los últimos 60 años, los isleños han tenido que luchar por preservarla como único desayuno a falta de leche y otros productos.
En 2020, los cubanos solo reciben cuatro onzas de café mezclado al mes, libreta de racionamiento de por medio. Las diversas marcas de café puro nacional desaparecieron de las tiendas recaudadoras de divisas (TRD) desde comienzos del año. El Gobierno dejó de importar, pero mantiene las exportaciones de café de excelente calidad y precios.
En 1951 se produjeron 32.844 toneladas y en 1961 se alcanzaron las 60.000. En 2019 la cosecha fue de 4.095 toneladas y en 2020 se esperaba llegar a 4.314. El Programa de Recuperación Nacional del Café asume que se producirán 30.000 toneladas en 2030.
Las intensas lluvias asociadas a la tormenta tropical ETA a comienzos de noviembre embistieron los cafetales al inicio de la cosecha en las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo y Granma, las que junto a Holguín producen el 90% del café en la Isla. Hay afectaciones en 882 toneladas de café cereza por goteo, y un estimado de 114 toneladas de café oro, según expresó Gustavo Rodríguez Rollero, ministro de la Agricultura, en la Mesa Redonda del 18 de noviembre.
Unas 48.500 latas de café en el suelo y 117.000 del grano maduro en los campos demandan la rápida recogida para evitar su fermentación y controlar la maduración ocasionada por el fuerte sol posterior. Para lograrlo se ha incrementado el pago a los recogedores por lata del grano goteado (75 pesos) y del maduro de variedad arábigo (50 pesos).
La situación es compleja en sitios donde por la escasez de herradura y clavos no entran los mulos. Los caminos “están que meten miedo”, por lo que se utilizan cadenas en las ruedas de los tractores en los puntos más difíciles. También en las despulpadoras el estado técnico es deficiente, como en Pilón, Campechuela y Media Luna, ya que solo algunas de estas instalaciones se han mejorado gracias a proyectos de colaboración internacional, expresó Julio Luís Rondón, jefe de Café, Cacao y Apicultura en Santiago de Cuba. Situaciones similares ocurren en Guantánamo y Granma.
Entre las principales causas del decrecimiento e imposibilidad de recuperar la producción en los años transcurridos figuran el desestímulo a los productores y el éxodo de la población serrana, debido a las duras condiciones de vida y los bajos pagos hasta muy recientemente por un trabajo que se desarrolla en medio de la humedad de los cafetales y el intenso calor de las montañas orientales.
Usualmente hay unos 17.000 trabajadores, a los que se añade el personal movilizado de diferentes sectores, y 5.000 estudiantes en los picos de cosecha. A partir del aumento del precio del café acopiado y procesado creció la participación familiar, así como el estímulo al productor para vender al Estado, además de lo contratado, la cantidad que usualmente se destinaba a comercializar a precio más elevado en el mercado subterráneo. A los recogedores se le pagan las primeras latas del grano a 25 pesos y a 50 en el momento pico, y el productor recibe 163 pesos por la lata de café arábigo de primera y 108 por la de robusta (con granos despulpados).
También se ha afrontado el déficit de combustible e insumos, sequías prolongadas o huracanes, y la plaga de la broca, que está siendo controlada con “la avispa salvadora”, la Cephalonomia Stephanoderis traída desde México en 2003 hasta el Centro de Investigaciones de la Montaña de Buey Arriba.
Los rendimientos a nivel nacional son muy bajos: 0,25 tonelada por hectárea, cuando deberían ser de no menos de una tonelada de café oro por hectárea. En Santiago de Cuba es de 0,38 toneladas promedio por hectárea. En la Estación Experimental Agroforestal se efectúa la colaboración con Viet Nam para aumentar estos resultados, según expresó José Luis Rondón en un artículo publicado por Granma, el 6 de octubre pasado.
El general Raúl Castro expresó hace unos años que los vietnamitas habían venido a la Isla a obtener experiencia y ya estaban entre los primeros productores y exportadores mundiales, mientras que en Cuba no se avanzaba.
Los funcionarios al frente de la industria cafetalera anunciaron que, para fines de año, esperaban poder reiniciar la venta en las TRD y las tiendas de venta en moneda libremente convertible (dólares), pero los embates de ETA podrían haber disminuido la calidad y cantidad de café, en detrimento de la oferta mencionada y la exportación.
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