LA HABANA, Cuba. – Entre los grandes problemas causantes de la crisis de todas las esferas económicas y la vida cotidiana de los cubanos se encuentran las roturas en las termoeléctricas. El Gobierno no emite un plan de inversiones, sino que publica las informaciones de la Empresa Eléctrica con augurios de la continuación de los apagones y sin soluciones definitivas. Estos son los resultados de la Revolución Energética, aunque las culpas oficiales las carga el embargo estadounidense.
Los cortes de electricidad por falta de mantenimiento o renovación, y la utilización del combustible nacional altamente corrosivo en las centrales termoeléctricas con varias décadas de explotación imponen sacrificios sin compensación a los isleños ni al laborioso personal de la Empresa Eléctrica. Nada se dice del porqué los grupos electrógenos no salvan la situación. Las autoridades destruyen la memoria histórica, en el marasmo de la complicada vida cotidiana, las deformaciones morales y la menesterosidad nutridas por la imprescindible compra-venta en el mercado ilegal.
Hoy no se habla de los grandes proyectos fallidos de Fidel Castro causantes de la actual crisis. La Ofensiva Revolucionaria de 1968 estatizó a las MIPYMES de entonces, destruyó el complemento de la macroeconomía y el sustento de miles de familias, muchas de las cuales emigraron. La Zafra de los Diez Millones le siguió, con el desplazamiento de los trabajadores a los campos de caña y el cierre de centros laborales, y actualmente casi no hay azúcar.
En 1976 Cuba y la Unión Soviética acordaron construir dos reactores nucleares en Juraguá, provincia de Cienfuegos. Además, se aspiraba levantar una planta en Puerto Esperanza, Pinar del Río, y otra en Holguín. La construcción del primer reactor comenzó en 1983 y la del segundo en 1985. Según las autoridades cubanas, el primer reactor estaría en funcionamiento en 1993-1996. Pero en septiembre de 1992, Fidel Castro anunció que no había otra alternativa que detener la construcción.
A mediados de la década de 1980, la política aperturista de Mijaíl Gorbachov con la Perestroika y la Glasnost tuvo amplia popularidad en Cuba, por lo que el “Comandante” prohibió las publicaciones soviéticas y echó a andar la Política de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas.
La Revolución Energética comenzó en mayo de 2004 con el pretexto de la gran afectación por la avería de la termoeléctrica Antonio Guiteras, de Matanzas, durante un mantenimiento planificado. Esta consistió en la sustitución de las viejas centrales termoeléctricas por generadores eléctricos, conocidos como “grupos electrógenos”, y en la renovación de los equipos electrodomésticos tradicionales por otros más modernos.
Por entonces, se contaba con el petróleo de Venezuela, entregado por Hugo Chávez a bajos precios y muy ventajosos términos de pago. Fidel Castro inauguró el 17 de enero de 2006 el primer parque de los grupos en Pinar del Río, donde aseguró que allí no se volverían a conocer los apagones y que con dicho programa se ahorrarían 1 000 millones de dólares anuales.
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En Holguín, abrió el mayor sistema de baterías el 26 de julio de 2006, acompañado de un entusiasta Miguel Díaz-Canel, entonces primer secretario del Partido Comunista en la provincia. Poco rato después el “Comandante” cayó gravemente enfermo, y tuvo que entregar la presidencia a su hermano el general de Ejército Raúl Castro.
Fidel Castro prohibió la utilización de gas y keroseno, sustituyó los fogones de combustible por cientos de miles de hornillas y ollas eléctricas y distribuyó millones de bombillos. Los viejos refrigeradores estadounidenses, ventiladores, calentadores y otros equipos fueron obligatoriamente cambiados. Créditos bancarios fueron emitidos.
También hubo fallecidos por infartos a causa de discusiones para que no se llevaran los equipos familiares y mucho disgusto por las roturas, la no reposición, el alto precio de los pequeños depósitos de gas licuado vendidos años después; por tener que cocinar con leña, por los largos apagones y el calor sofocante en las madrugadas. Ese ha sido el panorama en los últimos 18 años.
La Asamblea Nacional del Poder Popular realizó una sesión extraordinaria en mayo para aprobar el draconiano Código Penal y otras leyes restrictivas de las libertades individuales, preparando más instrumentos represivos ante posibles protestas debido al creciente malestar social. Pero no analizó la pertinencia de las inversiones realizadas en la inmensa construcción de instalaciones turísticas en detrimento de las industrias obsoletas para generar electricidad.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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