LA HABANA, Cuba. -Las consecuencias de una eventual caída del régimen de Venezuela en la economía, el gobierno y la sociedad cubana han recibido desde hace años profusa atención, pero Hugo Chávez también estableció interrelaciones con muchos otros países en el marco de sus necesidades energéticas, de petrodólares, y por problemas internos y regionales.
Los mandatarios latinoamericanos y caribeños temen las implicaciones que la desestabilización o un cambio de gobierno en Venezuela tendrían para sus propios países y la región en su conjunto. Por tanto, procuran impedir un mayor deterioro del status quo, a pesar de las diferencias político-ideológicas. Desde hace años han forjado una concertación bajo el lema de integración en la diversidad, para manejar los choques estimulados desde ALBA, a través de la mutación del Grupo de Río en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y avanzan hacia la Cumbre de las Américas, donde los mandatarios de Estados Unidos y Cuba dialogarán por primera vez en 56 años.
Esto se evidenció el 6 de marzo en Caracas por la presencia simultánea de una delegación de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), encabezada por el expresidente colombiano Ernesto Samper y los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil; y la IX Cumbre Extraordinaria de Petrocaribe. La primera llamó a la oposición a participar en los próximos comicios parlamentarios y prometió realizar reuniones con actores sociales y económicos nacionales, asi como acordó con Nicolás Maduro convocar una comisión especial de UNASUR, a fin de crear canales para la distribución de bienes de consumo básico y apoyar los esfuerzos gubernamentales.
En momentos cuando los diálogos de paz de Colombia progresan, en un entorno de entendimiento y colaboración de las autoridades venezolanas, alcanzado luego de cruentos choques, el radical deterioro de la situación interna en Venezuela tendría incidencia negativa, en una extensa frontera con movilidad abierta. Ecuador y Bolivia responderían en apoyo al régimen de Maduro, lo cual irradiaría dificultades con sus vecinos. Perú recibiría el golpe de la ola y actualmente tiene tensas relaciones con Chile. Brasil atraviesa dificultades, inmerso en los problemas de corrupción en Petrobras y la desaceleración de su economía. México afronta el recrudecimiento de la tensión social desde los asesinatos de Ayotzinapa. En la región el narcotráfico, el contrabando y el crimen tendrían terreno aún más fértil; los capitales huirían y serían más remisos a las inversiones, cuando el crecimiento se ha ralentizado, entre otras causas por la caída de los precios de las materias primas y la corrupción. La continuación de los avances logrados en la última década podría lesionarse, entre ellos la disminución de la pobreza, los planes educativos, sanitarios, de investigación y desarrollo. Peligraría el andamiaje de convivencia política y complementariedad económica en construcción, e incluso perturbaría el adecuado ambiente para la participación de Estados Unidos desde la Cumbre de las Américas.
En cuanto a los mandatarios de los países miembros de Petrocaribe, la gravedad de la situación económica, política y social venezolana les impuso volver a emitir declaraciones de apoyo a Maduro y ajustar su colaboración apenas dos meses después de realizada una Cumbre en La Habana. Tanto el vicepresidente cubano Miguel Díaz Canel como otros dignatarios expresaron que Venezuela ha continuado asegurando el abastecimiento de recursos energéticos en condiciones preferenciales a pesar de sus dificultades económicas, y con ello contribuye significativamente a la preservación de la estabilidad política y económica regional. Destacaron que no habrían podido afrontar la repercusión de la crisis internacional iniciada en 2008 e inclusive avanzar en el desarrollo. Petrocaribe tiene previsto potenciar la cooperación productiva, el comercio de bienes y servicios, la interconexión y complementariedad económica de sus naciones, manteniendo los programas de alto impacto social, lo cual situaron en el contexto de los objetivos de la VII Cumbre de las Américas, donde se debatirá “la cooperación para la prosperidad y las energías”. En ese derrotero se plantean la articulación entre Petrocaribe, ALBA-TCP, Mercosur y CARICOM. Significativo resulta la participación de Petrocaribe en la explotación de la Franja Petrolífera del Orinoco, donde ya Cuba y Nicaragua participan. Pero Petrocaribe es Venezuela, que afronta la abrupta caída del precio del petróleo y el continuado deterioro de su economía.
El dilema es que las elecciones no garantizan la democracia, y en Venezuela se han diseñado mecanismos que impiden ejercerla. Los derechos ciudadanos son coartados en la medida en que se impone la voluntad de una de las partes, más aun cuando el resultado de las votaciones demuestra una sociedad dividida casi a partes iguales. Hasta el presente los intentos de UNASUR y otros no han alcanzado entendimiento en una mesa de negociaciones, mientras los dirigentes opositores son aplastados al obstruccionarse la ejecución de sus mandatos y ser encarcelados. La represión podrá posponer el desenlace abrupto, pero muy difícilmente los gobernantes de la región lograrán la paz y la verdadera participación social.