LA HABANA, Cuba.- No tengo noticias de que Ernesto Guevara ya estuviera soñando con un hombre renovado cuando, en 1950, inició un largo viaje acoplado a su Cucchiolo, aquella bicicleta con motor sobre la que recorrería alrededor de 4 500 kilómetros sudamericanos.
Tampoco creo que lo asistiera una idea clara sobre ese mismo hombre cuando decidió cambiar la bicicleta por una moto a la que llamó “La poderosa”, y en la que se acomodaron, para hacer un viaje muy parecido al anterior, el futuro comandante y su amigo Alberto Granados. En esta ocasión la motocicleta, una Norton 500, dijo basta en el desierto chileno de Atacama y dejó bota’os, sin contemplación, a los amigos argentinos.
Al parecer el hijo menor del Che tiene gustos muy parecidos a los de su padre. Aunque el vástago no tiene vocación de guerrillero, sí que le gustan, y mucho, los vehículos de dos ruedas; solo que este nuevo “guerrillero” no anda montado sobre una Norton 500 como la que sirvió a su progenitor. Ernesto Guevara March prefirió otra marca. El hijo del Che escogió recorrer la ciudad, el país entero, sobre una Harley-Davidson Touring Electra Glide, que, según dicen, es carísima. La suya está teñida de un brillantísimo color negro; y el motorista, hijo del guerrillero, decidió que su Harley se llamara “La poderosa”, quizá para hacer homenaje a aquella moto que ayudó a su padre a recorrer muchos kilómetros de “miseria sudamericana”.
Se cuenta que esta Harley-Davidson, y su dueño, resultan la gran atracción de la empresa que creó el hijo del guerrillero con la ayuda de unos amigos italianos que adoran hacer largos recorridos montados sobre vehículos de dos ruedas y de probadas bondades como es el caso de esta moto de cilindrada y tamaño enormes, que se creó en los Estados Unidos hace ya muchos años. De lo que cuestan es mejor ni hablar. Estuve averiguando y todo cuanto conseguí saber me puso frente a mis limitaciones, jamás podré comprarme una de esas Harley-Davidson. Según el hijo del Che, de tener una como esa, su padre habría llegado hasta el final… Una motocicleta como esa no lo dejaría botado en Chile.
Sin dudas este hombre nuevo tiene la certeza de que para llevar a buen fin una empresa empeñada en constatar la miseria, y luchar contra ella, precisa de cuantiosos recursos, de poderosos y caros aparatos, de dinero. Así, montado en una de ellas, es que gana el dinero este hombre, el menos viejo de los hijos de ese guerrillero que soñó con un hombre nuevo para Cuba, para toda la América Latina. ¿Y pensaría ese padre que su propia casta usaría alguna vez su apellido, su historia, para ganar un buen dinero? Según el protagonista de estas líneas, de haber contado con una Harley-Davidson su padre habría llegado a los Estados Unidos, como quería.
Y así recorre este hombre el país que lo miró nacer, en una Harley-Davidson Touring Electra Glide que además no es la única que tiene su empresa. Montados sobre motos de esa firma, que se llama “La poderosa” y que regenta Ernesto Guevara, van todos esos clientes que lo siguen. ¿Y qué les muestra? Él los guía hasta Viñales, Varadero, Trinidad o Cienfuegos. La empresa los lleva a Santa Clara, al mausoleo donde descansan los restos de su padre, y también a Playa Girón. Así es que conocen estos turistas la historia de Cuba, y el hijo del Che gana una exultante —para mí insultante— suma de dinero.
Hasta se dice que el “histórico recorrido” comienza en la fortaleza de San Carlos de La Cabaña, donde el Che estableció su comandancia. Y yo me pregunto si este hombre pasará mucho trabajo para que las autoridades lo autoricen a ganar dinero para su propia empresa en una instalación del gobierno. ¿Podrán otros hacer lo mismo? ¿Comulgaría el padre con este negocio de su hijo? ¿Lo consideraría un hombre nuevo?
No sé por qué todo esto me ha llevado a recordar un viaje que hice a Cartagena de Indias hace apenas tres años. Viajé hasta allí invitado por los organizadores del Hay Festival, uno de los eventos literarios más importantes del mundo, y al que asisten, además de escritores, músicos, actores y expresidentes de cualquier país… Alguna noche, y en una gran fiesta, miré entrar, entre flashazos, a Gael García Bernal, el actor que encarnó al Che Guevara en Diarios de motocicleta. Luego descubrí que los lentes de casi todas las cámaras se abrían para iluminar, guardar, la imagen de Yoani Sánchez junto a Gael…, y no pude evitarlo, pensé que el Che se dejaba fotografiar junto a Yoani.