LA HABANA, Cuba.- Por experiencia sabemos que cuando los comunistas cubanos anuncian logros en algún sector, bien sea en la agricultura, la producción, la economía, la educación o la salud, los resultados son siempre funestos. Un amigo se refiere a esas charlatanerías de los dirigentes y los medios como “fracasos anunciados”.
“La producción de alimentos es asunto de seguridad nacional. Cuba atiende de manera diferenciada la producción de arroz y carne porcina en la actual situación del país” (palabras del ministro de la Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, Granma, 6 de mayo de 2020). Es inverosímil que el ministro desconozca que hace bastante tiempo el arroz y la carne de cerdo no se venden a la población. ¿O será que en su mesa no faltan, como no faltan los limones en el menú del señor presidente? Es fácil cometer esas pifias cuando su nivel de vida está por encima del del pueblo.
El ministro reconoció igualmente que por dificultades con los insumos se incumplió con la siembra de arroz de frío. Pero es que el fracaso de esa producción viene de hace varios años. Bien lo saben las personas que gustan del arroz de producción nacional, que hace algunos años es difícil encontrar en los mercados, y si ha decaído hasta los niveles actuales es por la negligencia gubernamental y la falta de apoyo a los productores, que en la mayoría de los casos no cuentan con las condiciones necesarias para el proceso de secado y molido, ni para la transportación, además de estar maniatados por las trabas de Acopio.
Asimismo, a medida que los dirigentes del Ministerio de la Agricultura (MINAG) declaran públicamente que se redoblan los esfuerzos para incrementar la siembra de viandas y hortalizas, así como la venta de productos agropecuarios para satisfacer las necesidades de la población, se agudiza la falta de ofertas de alimentos en los mercados tanto estatales como particulares.
“Es inaudito que hasta para comprar boniatos llenos de tierra y bichos se formen inmensas colas”, me comenta un vecino después de pasar más de dos horas en una fila para comprar cinco libras del tubérculo.
Jorge, otro vecino, me dice: “Llevan rato con el teque de que tenemos que comer de la agricultura, y reuniones van y reuniones vienen, y mentiras en el Granma, y mentiras en la Televisión. Porque no hay comida, los frijoles se desaparecieron y en el mercado negro están a cincuenta pesos (los negros)”.
Hace algunos años (2012) se nos informó por los medios que la política de “seguridad alimentaria” respaldaba el programa de producción de granos. Además, durante algún tiempo publicaban una y otra vez las experiencias y avances logrados por campesinos en la cosecha de variedades de garbanzo —que nunca se han ofertado a la población—. Entretanto, el resto de los granos fueron destrozados por una plaga y desaparecieron por arte de magia, lo cual no deja lugar a dudas de que la seguridad alimentaria es otra de las falacias con las que el régimen pretende mantenernos embobecidos.
Maricela es vegetariana. Me comentó que ha recorrido varios mercados en busca de vegetales o viandas, pero que no ha encontrado ni en la “jaula” (espacios enrejados dentro de los Mercados Agropecuarios Estatales (MAE) donde comercializan privados, con precios más elevados).
El pasado 7 de julio el periódico Trabajadores informó que los frijoles se encuentran casi extintos de los mercados formales e informales, y anunció la incorporación del frijol carita a la dieta del pueblo, y que tal vez antes de que termine el 2020 algunas libras lleguen a los mercados. Además se afirma que “ello responde a la política del Ministerio de la Agricultura para recuperar la producción de granos de menor rendimiento y aceptación, pero de ciclo más corto”.
Todo esto nos hace pensar que también el frijol negro, plato típico de nuestro país, amén de indispensable salvador en nuestra dieta diaria, desaparecerá de nuestra mesa, como años atrás lo hicieran la carne de res, los camarones y la langosta.
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