LA HABANA, Cuba.- A la luz de los acontecimientos la economía cubana seguirá sin levantar el vuelo que preconizaron los artífices de las reformas estructurales.
Las transformaciones que se llevan a cabo por decretos y directivas del partido y el gobierno, difícilmente superen las barreras en forma de pausas y frenazos que impiden el arribo a los puertos de la productividad y la eficiencia.
El problema estriba en la falta motivación y audacia en las élites para aceptar en público que el socialismo criollo es un cachivache sin posibilidades de reciclaje y que la descentralización no admite más aplazamientos.
Sobran las evidencias de que las apuestas son por una continuidad donde el partido único siga sin rivales amparados por la ley y una parte mayoritaria del sector económico permanezca bajo las coyundas del Estado.
Por tanto, en las postrimerías del 2015 es inútil esperar un alivio a la escasez y demás dificultades que el sistema reproduce. Lo peor es la prolongación de esas tragedias a la sombra de nuevas rondas de promesas y frases que rezuman vileza, guasa y patriotería de quincalla.
Es lógico pensar que los medios de prensa oficiales estén barajando la implantación de tácticas menos burdas con la idea de calzar los discursos del poder con coberturas que nada tienen que ver con el desabastecimiento crónico en las tiendas estatales, los salarios de servidumbre, el drama de los presos políticos y las recurrentes golpizas a las Damas de Blanco en las inmediaciones de la iglesia de Santa Rita de Casia.
En el papel y en sus respectivos sitios web es donde aparecen las cifras de las sobreproducciones que jamás llegan al consumidor, peroratas de expertos en soluciones imaginarias y opiniones de lectores que ayudan a reforzar el perfil triunfalista.
Una mirada al entorno donde me ha tocado vivir desde que llegué a este mundo, es suficiente para convencerme de que el 2016 no será el punto de partida de un viaje sin tantos rodeos y paradas innecesarias hacia los puertos de la racionalidad y el desarrollo sostenible.
El probable colapso de tres edificaciones ocupadas por decenas de familias, a causa de la erosión y la falta de mantenimiento y los ríos de aguas albañales con su siniestra permanencia a lo largo de ambas cuadras, son detalles que me devuelven a los caminos del pesimismo.
La muerte y los olores nauseabundos son viejas estampas de una involución que se afirma entre el sonido de los bombos y platillos, escogidos para celebrar victorias puramente virtuales
El año que viene persistirán esas resonancias. Para nuestra desgracia.
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