BELEM, Brasil, septiembre, 173.203.82.38 -El llamado “Juicio del Siglo” en Brasil pudiera tomar un giro inesperado. El empresario brasileño Marcos Valerio, acusado –y ya condenado en el mencionado juicio– como siendo el “operador” del esquema de desvío de recursos monetarios tirados de las arcas del gobierno que presidía Lula da Silva –Gurú de la izquierda del Gigante Sudamericano– acaba de “abrir la boca” para decir a amigos cercanos, que el jefe de todo el esquema ilegal era el propio presidente Lula.
Ya en la fase inicial del juicio, el abogado de uno de los reos, precisamente el acusado que denunció el esquema de robo de dinero público para distribuirlo como una mensualidad entre los congresistas –garantizando su fidelidad– había denunciado semejante vínculo de Lula como siendo el jefe del esquema. Según el jurista, no tenía sentido que el segundo hombre en importancia del gobierno, José Dirceu, fuera el jefe de tal esquema, sin Lula saber nada.
Hasta el presente, casi todos los observadores del panorama político brasileño habían sostenido dudas razonables en el sentido de que Lula no conociera nada del esquema delincuencial que se efectuaba en sus propias narices. La justicia brasileña por su parte, no había levantado ninguna prueba de la participación de Lula en el esquema, por lo cual no está involucrado en el Juicio del Siglo. Ahora, que finalmente el principal “operador” del esquema de robo confiesa a amigos la verdadera participación de Lula en lo ocurrido, las cosas pudieran cambiar y el estado brasileño pudiera levantar acusaciones para encausar a Lula, en lo que sería otro juicio.
Las acusaciones contra Lula vinieron a público el sábado 15, por lo que es todavía prematuro aventurarse a saber el curso de los acontecimientos. Tanto Lula como el empresario que lo denunció, no han venido a público a declarar nada. Por otra parte, el tenor de las denuncias de la revista semanal donde aparecieron las confesiones de Valerio a sus amigos, no son determinantes, en sentido que no fueron palabras directas del empresario a la revista, sino inferencias de confesiones de amigos de Valerio, según el periodista de la revista “Veja”.
En cualquier caso, es claro que estas declaraciones contra Lula tienen su origen en el hecho de que Valerio va ser seguramente sancionado a varios años de prisión, siendo que el Partido de los Trabajadores, PT, de Lula da Silva, prometiera al empresario “penas blandas” –según el propio artículo de la revista que habla del caso– lo cual, por el curso de los acontecimientos durante el juicio en andamiento, no va siendo bien así. El desespero del abandono pudiera ser el detonante de las confesiones de Valerio, una vez roto el pacto que hiciera el PT con él.
Estas acusaciones son el primer indicio serio de la participación de Lula en los acontecimientos. Si bien no hay nada firme y el artículo de la revista pudiera ser desmentido por Lula e incluso por el propio Valerio (que todavía no habló nada directamente a la prensa) estas denuncias contra Lula encontrarán seguramente eco en la opinión pública brasileña, que tarde o temprano entrará en campo para esclarecer una duda que perdura desde que estalló el escándalo.
Personalmente, como residente y observador atento al desarrollo de la política brasileña, no tengo la menor duda de la participación de Lula da Silva entre los que estaban al frente del esquema delictivo que se juzga en estos días. Sospecha ahora confirmada con el tenor de lo publicado por Veja, que sin ser directamente declaraciones de Valerio, son sin dudas acusaciones que de alguna manera el empresario ha querido colocar ante la opinión pública de manera indirecta, para que “se cuente con él”.
Habrá que esperar el desarrollo de los acontecimientos para conjeturas adicionales, pero ya se puede predecir el ocaso del lulismo como filosofía “decente” de hacer política, sea cual sea el desarrollo de estas acusaciones, que confirman lo que todos los brasileños hablan en voz baja desde el año que sucedieron los hechos, comprobando una vez más que, al igual que sucedió con su amigo Fidel Castro, la honestidad política se pierde con el acceso al poder.
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