MADRID, España, junio, 173.203.82.38 -Una vez más, el régimen cubano, en su acostumbrado papel de víctima, enarbola la Ley de Ajuste Cubano y “el complot imperialista”, como las causas de la fuga de profesionales y técnicos cubanos hacia Estados Unidos u otros países.
La realidad es otra. Los cubanos, hartos de vivir bajo un régimen que viola sus más elementales derechos y les imposibilita satisfacer sus necesidades básicas, ven como la mejor, y quizás única, alternativa para mejorar sus condiciones de vida, abandonar el país. La decisión generalmente acarrea sin enormes sacrificios y sufrimientos, que frecuentemente incluyen la separación por largo tiempo, o por tiempo indefinido, de sus seres queridos, a quienes el gobierno cubano acostumbra a mantener como rehenes, prohibiéndoles la salida del país. La emigración, por muy exitosa que resulte a la larga desde los puntos de vista profesional y financiero, siempre tiene un alto costo emocional.
La llamada fuga de cerebros (brain drain, en inglés) es la pérdida por una institución o nación de científicos, técnicos y talentos en general, debido a su relocalización. Esto ocurre generalmente, cuando existe libre movilidad, y está motivada por la búsqueda de mejores empleos, mejor remuneración o mejores oportunidades educativas. Generalmente los que se van no regresan.
El fenómeno se manifiesta con frecuencia en los países del Tercer Mundo , cuyos profesionales migran hacia países desarrollados, especialmente hacia Estados Unidos y los países de Europa Occidental.
Esto no es algo nuevo, ha existido desde época de los antiguos griegos, o antes, y hoy se da inclusive en naciones desarrolladas, cuyos “cerebros” migran a otros países que ofrecen más oportunidades y tienen desarrollo científico-técnico.
Durante el siglo XX, fue una tendencia manifiesta especialmente en profesionales de disciplinas científicas en pujante desarrollo como la Física y la Química, que migraron a Norteamérica, atraídos por las oportunidades que brindaban universidades, centros de investigación o grandes proyectos científicos.
Hoy, en la era de la información y con las facilidades de comunicación, este desplazamiento de talentos es cada día más fluido. Es común encontrar ingenieros, científicos y médicos de un país europeo trabajando en otro, o latinoamericanos haciéndolo en cualquier rincón del mundo.
Debe establecerse una distinción entre “fuga de cerebros” y “emigración en gran escala”. Lo primero, como dijimos anteriormente, se refiere a la migración de personas altamente calificadas, en busca de mejores oportunidades para su desarrollo profesional. Lo segundo, es la emigración de personas de todos los niveles educacionales y estratos sociales, condicionada por factores económicos, políticos y sociales. Los ejemplos extremos de ello son las grandes olas migratorias ocasionadas por desastre naturales o guerras.
La migración cubana definitivamente cae en esta segunda categoría, es el resultado de una situación política que ha producido un desastre económico. La migración masiva de cubanos hacia Estados Unidos se inicia en la segunda mitad del siglo XX, después del triunfo de la revolución, condicionada mayormente por la situación económica y política de la Isla y por las políticas migratorias norteamericanas.
En 1958, cuando la población de la Isla era de 6 millones de habitantes, el número de cubanos, y sus descendientes, radicados en Estados Unidos no sobrepasaba las 125,000 personas.
En 1959 comenzó la gran ola migratoria cubana, que inicialmente estuvo conformada mayormente por blancos, miembros de las clases más altas y prominentes de la sociedad. Gradualmente, a medida que se agravaba la situación del país, se fueron sumando todas las clases sociales a la estampida y, hoy la diáspora cubana incluye personas de todos los estratos sociales, razas y niveles educacionales.
La población de origen cubano en Estados Unidos aumentó un 44% en el periodo 2000 al 2010 y paso de 1.2 millones a 1.8 millones pasando a ser el tercer grupo poblacional de origen hispano, después de mexicanos y puertorriqueños. En ese mismo periodo 270, 000 cubanos recibieron permiso de residencia permanente. Los asentamientos preferenciales de los cubanos son los estados de Florida, California, New Jersey, New York y Texas, según reflejan datos del Censo de 2010. Cuba constituye el quinto emisor de emigrantes hacia Estados Unidos, después de México, China, India y Filipinas.
Se calcula también que alrededor de 250,000 viven en otros países de Latinoamérica y Europa.
La reciente ley que concede la posibilidad de adquirir la ciudadanía española a los nietos de españoles nacidos en el exterior, hace vislumbrar la emigración de varias decenas de miles de cubanos nacionalizados españoles hacia España y Europa.
Los Estados Unidos ha sido el “destino natural” para los emigrantes cubanos por la proximidad, las oportunidades y hasta afinidad cultural; no obstante, hoy los cubanos parecen estar dispuestos a emigrar a cualquier lugar posible. El asunto no parece ser “a donde ir”, sino solamente “irse”. Los cubanos parecen estar convencidos de que casi en cualquier lugar estarán mejor que en Cuba, a pesar del costo emocional de la separación de las familias. Hay cubanos en cualquier rincón del mundo y, donde quiera que nos encontremos, tratamos de conservar nuestras costumbres y cultura.
La masiva emigración, combinada con los bajísimos índices de natalidad de las últimas décadas, ha redundado en un decrecimiento neto de la población en Cuba y el envejecimiento de la población. El futuro demográfico del país no es nada halagüeño.
El gobierno cubano pretende achacar la constante emigración, sobre todo la de las últimas décadas, a motivos puramente económicos, e igualarla a la de otros países latinoamericanos.
La realidad, al margen de cualquier coyuntura, es que la emigración de los cubanos es la expresión de su insatisfacción con un régimen que cercena sus más elementales derechos, oprime el espíritu, niega cualquier oportunidad de progreso o crecimiento profesional y ha engendrado una creciente pobreza.
No obstante, creo que la principal razón por la que los cubanos, sobre todo los jóvenes, emigran actualmente, es la convicción de que el régimen, aun con los afeites recientemente anunciados, no les brinda ninguna opción de futuro.