LA HABANA, Cuba. – El Zoológico de La Habana La Edad de Oro no pasa por su mejor momento. El otrora centro de referencia para el disfrute de la familia cubana parece condenado a morir a causa de la desidia de funcionarios y autoridades de La Habana, que cada vez destinan menos recursos para el mantenimiento de sus instalaciones.
Ocho décadas han pasado desde que el Zoológico abriera sus puertas por primera vez ofreciendo un sin número de atracciones, ofertas gastronómicas y entretenimiento para la familia cubana. Sin embargo, con el paso del tiempo solo quedan las jaulas vacías, el hedor a carne putrefacta y aguas albañales por doquier.
“Llevan años reparando esto. Remiendan cuando se acuerdan y esto sigue igual”, indicó a CubaNet Juan Soto Albarraz, custodio de la instalación, popularmente conocida como Zoológico de 26, por encontrarse en la Avenida 26 del reparto Nuevo Vedado, en el municipio de Plaza la Revolución.
En ese sentido, lo que en algún momento fue un hermoso y funcional Zoológico de ciudad, hoy es un sitio subutilizado que ya comienza a mostrar las costuras. Fotografías exclusivas recogidas por CubaNet así lo corroboran. El deterioro de las instalaciones del Zoológico es visible: mal estado del parque infantil y de muchos de sus aparatos, falta de higiene, problemas en el sistema de drenaje y en la recogida de basura, estanques de agua vacíos. Todo ello sumado a la pobre oferta gastronómica de la instalación redondea una situación que, tal y como se ve, parece difícil de revertir.
“Desde niña he venido aquí, me encantan los animales, pero ahora las condiciones de este zoológico son las peores. La peste a carne descompuesta, la basura y los pocos animales que hay le quitan las ganas de venir a cualquiera. Lástima que los más pequeños tengan que ver esto así y no disfruten para nada de lo que antes era, que ilusionaba a la vista y me transportaba a los entornos naturales de las especies que se mostraban”, señaló Gertrudis Báez, una visitante.
“¿Por qué hay tan pocos animales aquí?”, es la pregunta más frecuente entre los visitantes, a lo que custodios y otros trabajadores del parque responden “que muchas especies no se adaptan al cambio y son animales muy costosos que no se pueden reemplazar tan fácilmente”.
“Además el bloqueo nos impiden muchas cosas y no tenemos los recursos para poder sacar el parque adelante, pero se están haciendo cosas nuevas, a pesar de las limitaciones”, justifica una trabajadora mientras señala como talan algunos árboles.
Pero la extrema delgadez de los animales, la basura en la calle y las jaulas, causan terror para los que visitan la instalación. Saltando a la vista también el maltrato que están recibiendo las pocas especies que aún se exhiben.
“El león, no puede estar más flaco, por eso es que se mueren los animales. Después le echan la culpa a que no se adaptan, pero claro, sin comida nadie se adapta”, criticó un joven que visitaba el complejo cuando pasaba por el foso de los leones.
El custodio Soto Albarraz reveló a este diario que la mayor parte de la carne que llega a la instalación para la dieta de las diferentes especies, se reparte entre los trabajadores y solo alcanzan los estropeados animales, vísceras y huesos. Situación que podrían causar espanto ante cualquier organización que vele por la protección de la fauna, “llegan caballos y vacas moribundos que se sacrifican para darle de comen a los bichos, pero llegando y matándolos, lo que se forma es mucho, todo el mundo en fila y con la jaba abierta para recoger su parte, lo que queda como los mondongos y los huesos es lo que llega a los animales y si es que llega, igual pasa con las verduras y otras cosas, por eso cada rato se mueren los animales de hambre, sin contar de que también se atragantan con la basura en las jaulas”.
El principal perdedor de la decadencia del Zoológico: la población, que pierde una opción recreativa más así como el acceso al conocimiento que provee el intercambio con la flora y fauna. La situación del Zoológico de 26 ha llegado a tal punto que ni siquiera los vendedores ambulantes de juguetes y confituras aparecen por el lugar, tal y como ocurría hace algunos años atrás.
Ahora, las cafeterías solo anuncian agua, cerveza y refresco, todo en CUC, mientras los puntos de venta en moneda nacional permanecen completamente vacíos.
“Hay que traer hasta la comida y la merienda de los niños, porque ni eso tienen, la verdad que es mejor ver los documentales de la selva en casa, porque esto esta deprimente”, apunta un joven que sacaba una vasija con arroz y pollo para almorzar junto a su hija.
También preocupa al visitante el desbordamiento de una fosa de aguas albañales que se halla dentro del parque infantil, la cual amenaza la seguridad higiénica de decenas de niños que juegan en él.
“Hace más de 2 meses que se empezó a desbordar, pero nadie le ha hecho caso, el agua está corriendo por todo el parque y saliendo para otras áreas, la tupición la habían arreglado antes, porque un niño se calló en esa agua y los padres fueron para la dirección y formaron tremendo bateo, eso puso a correr a los administradores que del tiro, destupieron la fosa, pero ahora volvió a tupirse y a nadie le importa, claro, eso hasta que alguien vuelva a caerse ahí”, refirió Soto.
No obstante mientras las autoridades dentro del establecimiento, se hacen de la vista gorda, los más pequeños de casa juegan en muchas ocasiones sobre las aguas residuales, exponiéndose a una alta variedad de enfermedades, además que los ruinosos juegos atentan contra la seguridad de estos, puesto que la mayoría están completamente destruidos, a lo que muchos sugieren: “Esto lo que está bueno es para hacer una película de terror, así podrían recaudar dinero para arreglar esta basura”.
Las presentes imágenes sobre el lamentable estado del Zoológico salen a la luz pocos meses después de que Lázaro Luis Balido Perdomo, director comercial de la instalación asegurara al programa televisivo Libre Acceso (Canal Habana) que el centro comenzaría a comercializar las pieles de los animales sacrificados para ayudar a sostenerse económicamente.
En aquel momento, Balido Perdomo trató de motivar a los televidentes a recorrer las áreas de la octogenaria institución, pero no pudo disimular el profundo abandono que ahora mismo caracteriza al Zoo habanero. Durante varios minutos, el funcionario reconoció los “esfuerzos” que se habían hecho para recuperar el parque y los progresos significativos alcanzados, así como las labores constructivas que se ejecutaban y la compra de un mobiliario gastronómico nuevo.