En su primer reportaje desde La Habana Enesto Londoño destaca que más de 90 mil americanos visitaron la isla legalmente en 2012 y 2013, mientras que las visitas de cubanoamericanos el año pasado sumaron medio millón.
El diario The New York Times reporta que los viajes de estadounidenses a Cuba están floreciendo.
El reportaje del periodista Ernesto Londoño ─quien viajó a Cuba la semana pasada y a quien se atribuyen sucesivos editoriales de ese medio de prensa sobre las relaciones Cuba-EE.UU.─ precisa que más de 90 mil estadounidenses viajaron legalmente a Cuba en el 2012 y 2013, y que el año pasadolos cubanoamericanos visitaron la isla unas 500 mil veces, considerando que cada vez son más los que lo hacen reiteradamente.
El autor explica que los estadounidenses están viajando al abrigo de una gran variedad de intercambios culturales, bajo los llamados viajes “pueblo a pueblo” autorizados por Washington.
Por ejemplo, hay tours para coleccionistas de arte, aficionados a los habanos y americanos que deseen explorar el ambiente gay cubano, ilustra Londoño.
El articulista afirma por otra parte que el embargo de EE.UU. encarece los viajes y da al gobierno cubano oportunidades de obtener ganancias; por ejemplo, al cobrar a vuelos procedentes de Estados Unidos tarifas de aterrizaje muy superiores a la media de la industria, como reportó el diario The Tampa Tribune.
También observa que bajo esos programas los viajeros deben seguir itinerarios detallados y no deben deambular libremente, lo que permite al gobierno llevar a los turistas a negocios del Estado.
Londoño cita a Collin Laverty, un americano que opera en La Habana Cuba Education Travel, entre las agencias de viajes con licencia de la Tesorería estadounidense. El empresario asegura que el costo promedio de un viaje a Cuba bajo las normas actuales es de $ 4,000 a la semana.
En cambio, un ciudadano mexicano podría fácilmente hacer un viaje similar por la cuarta parte de ese dinero, y tendría la opción de hospedarse en una casa particular.
Según Laverty, los altos precios influyen en que la mayoría de los estadounidenses que van a la isla sean blancos y de la tercera edad.