MIAMI, Estados Unidos. – Pese a que los peloteros cubanos radicados en la Isla llevan seis décadas sin poder firmar con equipos de Grandes Ligas, Cuba fue el tercer país que mayor número de jugadores aportó a la pasada contienda beisbolera. Se trata, en todos los casos, de atletas radicados en el extranjero o que emigraron directamente a Estados Unidos.
De acuerdo con Elias Sports Bureau, con los 30 cubanos que actuaron en Grandes Ligas en la pasada temporada, la Isla suma un total de 212 jugadores desde 1911, cifra solo superada por República Dominicana (760), Venezuela (408) y Puerto Rico (267).
Las tres preguntas que muchos se hacen son las siguientes: ¿Cuántos cubanos sumarían en Grandes Ligas de no haberse eliminado el profesionalismo en 1961? ¿Podrán los cubanos al ritmo que están ingresando en las últimas temporadas superar en varios años en cantidad a los puertorriqueños y acercarse a Venezuela? ¿Qué tiempo tendrán que esperar los jóvenes peloteros de la isla para firmar directamente con equipos de las Mayores sin tener que abandonar ilegalmente la patria?
Cuba, la otrora segunda potencia beisbolera del planeta -en estos momentos la octava según la última clasificación otorgada por la Confederación Mundial y duodécima de acuerdo a la mayoría de los expertos-, sigue con su Serie Nacional en completa decadencia por culpa de un sistema político que no admite que dicho fracaso tiene su origen en la absurda medida de eliminar el profesionalismo.
Se cumplen 59 años del anuncio hecho por el propio Fidel Castro, quien proclamó el inicio de la Serie Nacional en sustitución de la Liga Invernal Cubana, que había sido orgullo de la nación desde la inauguración de su primer campeonato en 1878.
Lo correcto era mantener la Liga Profesional y crear esa misma Serie Nacional Amateur, que hubiera servido para el desarrollo de peloteros a lo largo y ancho de la nación. Pero el fanatismo también se apoderó del béisbol y el “Gran Estadio del Cerro’’ cambió de tener un propietario privado a uno gubernamental para ponerle un nuevo nombre: “Estadio Latinoamericano’’.
Y así se inició en 1961 lo que cuatro décadas después se convirtió en un colapso de la pelota cubana como torneo interno. Pues, aunque nadie pone en duda la calidad de muchísimos jugadores que actuaron en esta etapa, es necesario decir que ellos no desarrollaron al ciento por ciento sus habilidades naturales por jugar en una sociedad cerrada. Las victorias internacionales que lograban eran ante jóvenes sin experiencia.
Desde que los peloteros profesionales de otros países comenzaron a jugar en torneos a nivel internacional, llegaron las derrotas de Cuba. A partir del 2000, los cubanos han perdido en casi todos los campeonatos de importancia, incluyendo en Juegos Centroamericanos y del Caribe.
Como agravante, llegó el abandono de peloteros, que buscaban progresar en Estados Unidos y en otros países donde se juega béisbol profesional.
La actuación de los cubanos en Grandes Ligas es la mejor prueba de que la grave crisis que sufre el béisbol dentro de la Isla no se debe a una merma del talento individual de sus jugadores, sino en el fracaso del propio sistema.
Es bueno recordar que antes de la eliminación del profesionalismo, Cuba era la mayor productora de jugadores hacia la pelota profesional de Estados Unidos, tanto a nivel de Grandes Ligas como de Ligas Menores.
Esteban Bellán fue el primer cubano en jugar en un torneo en Norteamérica. Entre 1871 y 1873 vistió las franelas de los Troy Haymakers y New York Mutual de la Asociación Nacional, el primer circuito profesional de la historia.
La “invasión” de cubanos hacia las Grandes Ligas comenzó en 1911, cuando Armando Marsans y Rafael Almeida actuaron con los Rojos de Cincinnati de la Liga Nacional. Fueron un total de 77 los que jugaron en la Gran Carpa antes del triunfo de la revolución castrista, sobresaliendo Adolfo Luque, Orestes “Minnie” Miñoso, Camilo Pascual, Miguel Angel González, Pedro Ramos, Sandalio Consuegra, Conrado Marrero y Tony Taylor.
Además de ser la principal cantera de jugadores hacia las Grandes Ligas, los cubanos brillaban en las Ligas Negras de Estados Unidos, a tal punto que tres de ellos tienen sus nombres en Cooperstown por estar considerados entre los mejores peloteros del béisbol donde sólo la pelota era blanca: Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.
Entre 1960 y 1970 otros 40 antillanos jugaron en Grandes Ligas, la mayoría haciéndolo como exiliados, por haberse eliminado la Liga Profesional Cubana, lo que también llevó al traslado de los Cuban (Havana) Sugar Kings desde la Habana a Jersey City, un equipo que en 1959 ganó el campeonato de Triple A bajo la dirección de Preston Gómez.
En este grupo (1960-70) sobresalen figuras como Tony Pérez, Zoilo Versalles, Tony Oliva, Leonardo Cárdenas, Miguel Cuéllar, Tony “Haitiano” González, Octavio “Cookie’’ Rojas, Diego Seguí, Luis Tiant, Bert Campaneris, José Cardenal, Rigoberto “Tito’’ Fuentes y algunos otros incluyendo a Camilo Pascual y Tony Taylor que se habían iniciado en la década del cincuenta y también jugaron en la del sesenta y parte del setenta.
A partir de 1962, cuando la salida de cubanos a Estados Unidos se detuvo debido a las regulaciones migratorias que lo impidieron, los nuevos valores que quedaron en la Isla fueron obligados a jugar en la recién iniciada Serie Nacional.
En esta etapa sólo un reducido grupo de cubanos actuaron en Grandes Ligas, todos llegados desde niños a Estados Unidos con sus familias (los primeros exiliados). Los dos más destacados fueron los habaneros Rafael Palmeiro y José Canseco.
Cuando llegó la crisis económica conocida como “Período Especial’’ algunos atletas cubanos comenzaron a escapar de la Isla en balsas y en eventos internacionales en busca de jugar en las Ligas Mayores.
Entre 1992 y 2017 un total de 71 cubanos actuaron en Grandes Ligas, entre los que destacan René Arocha, Rey Ordóñez, Osvaldo Fernández, Rolando Arrojo, los hermanos Liván y Orlando Hernández, José Contreras, Kendrys Morales, Alexei Ramírez, Aroldis Chapman, Yoenis Céspedes, Yasiel Puig, José Abreu, Jorge Soler, Yasmani Grandal, José “Candelita’’ Iglesias, Yoan Moncada, Raisel Iglesias y Yuli Gurriel.
También se suman a la lista nuevas incorporaciones en los años 2018 y 2019, para alcanzar los 212 que han jugado en el mejor torneo del mundo, una cifra que pudiese aumentar si se tiene en cuenta a los jóvenes valores que desarrollan sus virtudes en Ligas Menores.
Es bueno indicar que muchos de estos jugadores comenzaron en Grandes Ligas cuando ya habían visto pasar sus mejores años, lo cual les restó un mejor rendimiento y perdurabilidad.
La mayoría de los aficionados dentro de la Isla están esperando a que los cubanos que actúan en la MLB sean autorizados por las autoridades cubanas a representar a su país en eventos internacionales, en especial en el Clásico Mundial, que se permita mencionar sus nombres y actuaciones en los medios oficiales de prensa y también que televisen los juegos donde participan.
Pero, todo indica que el fanatismo se mantiene, pues las autoridades deportivas cubanas siguen considerando “traidores” a quienes se marcharon del país para jugar en Grandes Ligas, sin tomar en cuenta que otros peloteros latinos, europeos y asiáticos que participan en este nivel no dejan de amar a su patria y contribuyen con donaciones económicas para el desarrollo del béisbol y para disminuir los efectos de catástrofes naturales del terruño donde nacieron.
Mientras el mundo avanza, Cuba sigue paralizada por la intolerancia de quienes dirigen el país. Hasta tanto no se tomen las medidas correctas para sacarlo de la crisis más grave de su historia, el béisbol de la Serie Nacional no detendrá su caída.
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