LA HABANA, Cuba. — “Mi jubilación no alcanza para cubrir las necesidades básicas de mi familia”, asegura a CubaNet Sergio Cristiá Mauro, de 69 años. En su vivienda, en la calle 51 #14 406, en Coco Solo, Marianao, el exsindicalista relató su trayectoria laboral y explicó a este diario por qué considera injusta la cantidad que percibe por su retiro luego de los 40 años de trabajo reconocidos por las autoridades de la Isla, que en realidad fueron unos cuantos más.
“Comencé a trabajar en 1974 como pintor automotriz y luego pasé a la Aviación Agrícola como mecánico. En ese tiempo, logré obtener los títulos de Técnico de Nivel Medio Superior en las especialidades de pintor industrial y mecánico automotriz y de aviación”, dijo Cristiá Mauro.
Después, el hombre laboró en sucursales del grupo empresarial Labiofam en Santiago de Cuba y La Habana, en la empresa Trasval (transferencia de valores) —dependencia del Minint— y en la Campaña Antivectorial.
“Estuve también en Seguridad Personal del Plan 160 en el cual realice variadas funciones, entre ellas un proyecto de sericultura que dirigía Fidel Castro y en Moncar (empresa de montacargas), donde me jubilé”, agregó Sergio.
Jubilación vs. ordenamiento
“Participé también en tres zafras del pueblo, en múltiples tareas en la agricultura por meses y fui secretario general del sindicato en tres ocasiones en los diferentes centros en los cuales laboré. Por la forma tan eficiente en que me desempeñé, me propusieron como cuadro profesional, pero no acepté”, explica Cristiá Mauro, quien comenzó su vida laboral con un salario de 127,70 pesos hasta escalar a 9 000 pesos en su última ubicación.
Jubilado desde hace 4 años, el hombre comenzó a percibir una jubilación de 1052 pesos, una cifra que era alta en aquel momento. Luego del reordenamiento económico, su jubilación subió a 2 580 pesos, pero los precios aumentaron mucho más que su salario.
“Marino Murillo —el llamado zar de la economía, encargado de implementar la Tarea Ordenamiento—dijo en un principio que se aumentarían cinco veces los salarios, por tanto yo debería percibir 5 260 pesos, pero después se retractó y señaló que esa escala sería para aquellos que ganaran hasta 500 pesos, algo que considero injusto y contrario al principio marxista de a cada cual según su capacidad y a cada cual según su trabajo”, lamenta Sergio Cristiá.
Y continúa: “Compañeros míos que ganaban menos salarios que yo al jubilarme, al hacerlo ellos después del ordenamiento, no solo ganaron igual que yo, que tenía más capacidad y sueldo, sino que al jubilarse obtuvieron pensiones mayores a la que recibo, por tanto no se hizo una subida de salario justa y acorde a lo prometido en principio”.
Según el exempleado, Murillo dijo que estas escalas aumentarían progresivamente al año de aplicar la primera subida de salario. Sin embargo, “hoy los únicos que han recibido estos beneficios son los miembros de las FAR y el MININT, que cobran hasta 20 000 pesos de jubilación”.
Cuando el año pasado el primer secretario del Partido Comunista en la capital, Juan Antonio Torres Iribar, en sus recorridos por los llamados barrios vulnerables, visitó Coco Solo, Sergio Cristiá trato de acercarse al alto dirigente y manifestarle sus inquietudes. Interceptado por agentes de la Seguridad del Estado, no lo dejaron llegar a Torres Iribar. Le dijeron que “del Partido lo visitarían para conocer sus planteamientos”.
Después de esto, dos funcionarios del PCC acudieron a casa de Cristiá, y este les planteó sus problemas y los de la barriada. Le dijeron que hiciera un escrito donde enumerara “esas deficiencias”, que ellos pronto pasarían a recogerlo y lo citarían para una reunión. Cristiá aún espera por la citación a dicha reunión.
Se percibe la tristeza en el rostro de Cristiá cuando dice: “No han recompensado mis esfuerzos y sacrificios a favor de la Revolución. Ni siquiera se dignan a contestar mis reclamos. Me siento defraudado. Este no es el futuro que me prometieron. Me encuentro en la miseria, sin esperanza de mejorar. Lo que percibo no me alcanza para mantener a mi familia y a mi persona con dignidad”.
Son muchos los jubilados que están en la misma situación que Sergio Cristiá y que se sienten como él. Su gran frustración es otra muestra del fracaso del socialismo castrista.
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