LA HABANA, Cuba.- Desde el centro penitenciario de máximo rigor de Valle Grande, ubicado en el municipio La Lisa, al oeste de la capital cubana, el prisionero Lester Saínz Padrón denuncia la falta de atención médica de la que es víctima por parte de las autoridades penitenciarias y del sistema de salud.
Lester Saínz Padrón tiene 31 años de edad, es natural del reparto Romerillo, en el municipio Playa, y antes de ser encarcelado trabajaba como chofer de alquiler en el sector privado.
Según detalla, se encuentra preso en Valle Grande desde el 28 de octubre de 2021 pues compró unos artículos del hogar y electrodomésticos que resultaron ser robados. Señala que lo acusan del delito de receptación, pero hasta el momento de comunicar su denuncia aún no había recibido documento de petición fiscal ni le habían notificado la fecha del juicio.
Saínz Padrón apunta que es hipertenso, tiene grasa en el corazón y además dicho órgano en su caso es mayor que la cavidad, y subraya que en la prisión no le han suministrado tratamiento médico para ninguna de estas condiciones.
Igualmente agrega que esta situación se la ha planteado desde hace meses y en múltiples ocasiones tanto al jefe de la prisión, el mayor Yoel Verdecia Estrada, como al segundo jefe de unidad, el mayor José Luis Ferrer Iglesias.
Según contó Saínz Padrón a CubaNet, el 12 de septiembre fue conducido al Hospital Militar de Marianao. No obstante, en ese centro de salud en lugar de atenderlo lo enviaron sin darle explicaciones para el Hospital Docente Clínico Quirúrgico Dr. Salvador Allende, conocido popularmente como la clínica Covadonga, en la calzada del Cerro.
Sin embargo, en la clínica le aclararon que su condición no se atendía allí y lo remitieron a su vez para el Hospital Universitario “General Calixto García”, en el Vedado. Señala el prisionero que al llegar a ese hospital los guardias al parecer ya estaban apurados y cansados del largo recorrido, por lo que ante el apremio de los militares el médico de guardia no lo examinó adecuadamente, sino que se limitó a tomarle la presión arterial y asegurarle que “estaba bien”.
Saínz Padrón quiere destacar además que durante todo el trayecto lo mantuvieron esposado de pies y manos con chaquiras. Por otra parte, los guardias llevaban agua y comida para ellos y comieron y bebieron delante de él, pero no le proporcionaron agua ni alimento alguno.
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