VILLA CLARA, Cuba. — De un día para otro, en las tiendas por Moneda Libremente Convertible de la ciudad de Santa Clara modificaron los precios de las bebidas marca Havana Club. Tiempo antes, otra serie de productos habían sufrido variaciones de importe: unos fueron trasladados a la zona de “perecederos” y en otros se percibió cierto incremento de algunos centavos.
“El queso gouda antes costaba mucho menos”, precisa a CubaNet un trabajador del lugar que pide discreción sobre su identidad. “Hay que ver las caras de la gente cuando llegan aquí y se dan cuenta que por un pedacito que mide una cuarta tienen que pagar casi 20 dólares. Lo de los rones fue una comisión que lo indicó por la mañana y ya al otro día había cambiar las etiquetas con los precios”.
Tanto en esta tienda como en otra colindante llamada “Praga”, también ubicada en el boulevard, a las bebidas de la marca Havana Club le incrementaron unos 3 o 4 MLC por encima de su valor anterior. Por ejemplo, el Añejo especial, que costaba 9,25, lo subieron a 13, y el Añejo Reserva ahora cuesta más de 18 MLC. Una caneca de Havana Club 7 años asciende actualmente casi 16 MLC.
“La bebida no es comida, de eso estamos claros, pero no solo de pan vive el hombre”, opina Josué Álvarez, socio de un bar villaclareño y encargado de abastecer varios sitios similares de esta mercancía. “Ahora el problema está en los precios de los tragos, que habrá que subirlos y después la gente se queja de que se gastaron miles de pesos en una noche”.
Josué explica que el añejo 3 años, usualmente empleado para la coctelería “está en falta desde hace varios meses”, por lo que han debido recurrir a otro ron blanco que salió recientemente al mercado bautizado como Havana Club “Profundo”, cuyo precio sobrepasa los 13 MLC.
En mayo de este año, Cubadebate informó sobre el estreno del “Profundo” y lo calificó como un producto innovador añadido al portafolio permanente de la marca y que sería vendido “en tiendas en pesos cubanos y en moneda libremente convertible, por un valor de 227 CUP, al tiempo que también podrá encontrarse en la gastronomía hotelera y extrahotelera”. Hasta el momento, al menos en Villa Clara, no se ha visto comercializar la “novedad” en establecimientos en moneda nacional.
Una dependiente de la tienda “La Veguita”, perteneciente a la cadena Caracol, aseguró que en esta última semana han acudido un número considerable de personas al establecimiento buscando rones más baratos, supuestamente para acapararlos antes que llegue diciembre.
Esta mujer no sabe precisar por qué se mantuvieron los precios originales de las bebidas en este lugar, ubicado un poco más alejado del centro de la ciudad. “Hasta el momento, aquí se mantienen los mismos precios que se modificaron hace meses”, afirma la trabajadora y explica que “Havana Club es quien establece cuánto cuestan sus productos y puede que ahora tengan problemas con la materia prima”, especula la mujer.
En varias oportunidades, voceros de Havana Club han referido que la demanda de rones en moneda nacional era mucho mayor que la capacidad de reaprovisionamiento, y que trataban de ocupar toda la asignación de bebida alcohólica del mercado, ante la ausencia de otras marcas de rones y cervezas.
A principios del año pasado, el subdirector regional de ventas de Havana Club Internacional S.A, Yaniel Gómez Rivero, dijo a la prensa estatal que “HCI mantendrá las ofertas estables tanto en Moneda Libremente Convertible (MLC) como en pesos cubanos (CUP)”. Lo primero se cumplió.
Mientras HCI — fruto de la unión entre la corporación Cuba Ron S.A. y el grupo francés Pernod Ricard — confirma que exporta sus rones a más de 120 países; los cubanos deben pagar entre 1500 y 2000 pesos por una botella en el mercado informal, mucho más de lo que llegó a valer durante el período especial, cuando rondó los 150 CUP, lo mismo que costaba un jabón de baño.
Otra parte de la población, sin remesas ni salarios extraordinarios se conforman con “preparados” caseros de maestros roneros en el “arte del alambique” de dudosa calidad y cuyos efectos secundarios llegan a ser significativos. Aparte de los bautizados como “huesoetigre” o “espérame en el suelo”, los serpentineros crearon recientemente una nueva “marca” cuyo nombre (un tanto vulgar) sería el equivalente a “yo me molesto”.
A poco más de un mes de la llegada del fin de año, la oferta de bebidas en moneda nacional es prácticamente nula. De ahí que “lo poco que entra a los restaurantes y bares del Estado, también sale por detrás”, ironiza Julio, quien fuera barman de uno de estos establecimientos santaclareños.
“Funciona así: le dicen al cliente que solo tienen ron para coctelería. Esos tragos se preparan con poca bebida por lo que te vas ahorrando botellas y botellas. Aquí todo el mundo lucha como puede. Una botella que vendas es un cartón de huevos pa´ tus hijos”.
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