SANTIAGO DE CUBA.- El jueves de la pasada semana se efectuó una fuerte redada policial contra varios revendedores de materiales de construcción y ferretería en Santiago de Cuba, quienes radicaban en las cercanías de la recientemente inaugurada tienda Mega Caribe, en el reparto Los Cangrejitos de la capital provincial.
Resultaron detenidos más de 10 revendedores, los cuales se dedicaban a comprar en combinación con los trabajadores de la propia tienda perteneciente a la red de TRD Caribe, materiales de construcción, artículos de ferretería y productos alimenticios, para luego revenderlos a precios elevados en las inmediaciones del centro. Por otro lado, mientras sucedían las detenciones varios uniformados de la Policía Nacional Revolucionaría pedían identificaciones a transeúntes y mantenían toda la calle cerrada con varios carros de patrulla.
De acuerdo con informaciones obtenidas gracias a pobladores de la barriada, la situación ya era preocupante puesto que varios productos jamás salían a la venta. Muchos coinciden en que “el rejuego ya es insostenible. No se puede comprar en la tienda por causa del acaparamiento de los particulares, y muchas de las cosas que llegan no salen del almacén, como pintura y juegos de baño”.
“Solo se veían los camiones de las empresas descargando productos y en la noche los vendedores ambulantes cargando todo en coches de caballo y bicitaxis”, denunció Carlos mientras observaba los arrestos.
Por otra parte, anteriormente ya se habían efectuado dos operativos más en el lugar, a pesar de que la tienda solo lleva pocos meses funcionando, no obstante, esto no detiene a los comerciantes, cuenta a CubaNet Eduardo Gonzáles, quien reside en las cercanías de la tienda.
“Con este operativo ya son tres que se hacen, incluso en el segundo hasta los boinas negras vinieron, sin embargo, la cosa no mejora y es que el problema no es que haya personas que compren y luego vendan más caro, sino que el propio personal del centro busca lucrar con los productos que allí llegan. El primer gerente de la tienda dejó el trabajo de pronto, y no es difícil pensar porqué”, refiere González.
Este señor, de 55 años de edad, también relató a CubaNet que intentó comprar azulejos para piso en la tienda: “al llegar el dependiente me dijo que no había, pero se ofreció a avisarme cuando llegaran más, claro, tenía que ‘darle algo’. A eso de las 4 de la tarde me estaba llamando para decirme que habían entrado los azulejos, pero, ¡cómo va a ser posible si yo fui a eso de las once de la mañana y a las cuatro ya había azulejos! Le había dado 5 dólares por la supuesta ayuda. Es sabido que todos los productos con demanda los tienen escondidos para cobrar por detrás”, denunció el santiaguero.
Otra de las tiendas que sufre a menudo de los rejuegos de trabajadores y revendedores es la tienda Gramalla, especializada en la venta de baldosas y accesorios para el baño, donde es común que los juegos de ferretería, azulejos y otros productos con alta demanda se agoten con prontitud, sin embargo, minutos después de que se haya terminado la mercancía los revendedores comienzan a proponer los mismos productos a casi al doble de su valor original.
Una santiaguera que se hace llamar Zulianne se dirigió la pasada semana a dicho centro para adquirir un lavamanos, el cual debía costar 29.95 CUC. Sin embargo, una trabajadora del lugar le comunicó que no había lo que estaba buscando.
“Cuando la vendedora me dijo eso un señor que estaba dentro de la misma tienda enseguida se me paró al lado y me dijo que tenía lo que buscaba en 70 dólares, yo estallé, porque como va ha ser posible tal cosa, hasta lo denuncié en Facebook, porque es una falta de respeto. El caso es que los mismos trabajadores de la tienda saben que hay un grupo que se dedica a revender y no hacen nada, los dejan incluso vender con sus precios locos en la misma tienda”, reprochó la joven.
Actualmente en Santiago de Cuba solo existen tres centros dedicados a artículos de ferretería y herramientas para la construcción, uno de ellos es Los Ríos, inaugurado el pasado año, pero desde hace meses el lugar tiene sus puertas cerradas sin explicación. Ahora solo quedan Gramalla y Mega Caribe prestando servicios, sin embargo, con los limitados abastecimientos no satisfacen la demanda de la ciudad, lo que resulta en una proliferación de los acaparadores.
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