LA HABANA, Cuba. – Hace tres días que nadie llama de la prisión de Valle Grande para informar sobre la situación del rapero cubano Lázaro Leonardo Rodríguez Betancourt, más conocido como “Pupito En Sy”. Lo último que se supo, por mediación de un recluso, fue que el joven se había cosido la boca, las orejas y se había llenado de carteles.
“Me pasó un papelito y dice que sigue firme” o “no se rinde” hasta que no le digan qué pasará con su situación legal. Esos son los cables que llegan de prisión.
La falta de información sobre Pupito hace temer a sus amigos por la integridad física del rapero. Y es que la historia del “En Sy” tras oponerse al Decreto Ley 349 ha estado llena de violencia extrema.
El día de la detención, además de la golpiza, que fue grabada, Pupito recibió más golpes en la estación de policía de Zanja, según ha contado el rapero a prensa y amigos. Luego fue trasladado a la estación de Picota, desde donde le contó a Amaury Pacheco que el médico de la estación le dijo que no necesitaba atención médica después de 6 horas de dolor.
En ese momento, la activista Yanelys Núñez también denunció el estado físico en que habían dejado al rapero. “Tiene fiebre y está orinando sangre”, aseguró la joven, quien además reveló lo que llegaron a hacerle los policías que lo atacaron. Núñez contó que querían “romperle una ceja, arrancarle las extensiones de las orejas e hincarle las piernas y un codo”, detalles que hablan de la violencia con la que acostumbra la PNR a abusar de cualquier ciudadano cubano que no acate sus órdenes.
Pupito lleva meses preso en el penitenciario de Valle Grande y ya ha sido denunciado que su expediente está vacío, que el abogado no da la cara y que la Seguridad del Estado está construyendo un caso de Atentado con un video en el que se ve que el agredido es el artista. Mientras, los policías que lo golpearon permanecen sin ser castigados.
La suerte de Lázaro Leonardo Rodríguez Betancourt puede ser la de cualquier artista cubano. De momento, sus amigos siguen apelando a la solidaridad y al apoyo internacional para impulsar una campaña que permita su liberación o, al menos, el esclarecimiento de su situación legal.