LA HABANA, Cuba. – Raidel Rafael Guerra Godínez, uno de los miles de manifestantes del 11 de julio (11J) en Cuba, lleva encarcelado en Valle Grande más de 11 meses por los supuestos delitos de atentado, desórdenes públicos e instigación a delinquir. Sin embargo, el joven aún no dispone de un abogado que lo defienda ante el régimen.
De acuerdo con su pareja, Ariadna Barroso Moreno, quien vive junto a él en el asentamiento Los Mangos (San Miguel del Padrón), el joven de 33 años no cuenta con un representante legal que “lo asesore y ayude”.
“Por el Estado cuesta 4 200 pesos y no tenemos dinero para pagarlo. Yo soy una simple vendedora de escobas y haraganes por la calle y de ese mismo dinero que me gano tengo que llevarle el alimento a la cárcel porque allí la comida es mala”, explica Ariadna.
A Raidel Guerra la Fiscalía le solicita nueve años de prisión. Su mayor delito fue pedir libertad junto con un grupo de jóvenes la tarde del 11 de julio del pasado año, en San Miguel del Padrón.
“Él salió el día 11 a pedir libertad porque vivimos como animales, salió a buscar justicia. Dicen que los que salieron fueron pagados y yo vivo en pésimas condiciones, al lado de una zanja que está podrida. Una gente pagada no puede vivir así como vivimos nosotros”, expresa.
Sobre la manifestación masiva del 11J, el propio Raidel contó a CubaNet que, solo en la Calzada de San Miguel se reunieron más de 3 000 personas que gritaban frases como “Libertad”, “Patria y Vida” y “Abajo la dictadura”.
“Eso me erizaba la piel; veías eso y pensabas que se acababa la dictadura. La gente andaba en motos eléctricas, con palos y latas tocando y gritando ‘¡libertad!’”, cuenta.
Ese día, tras conocerse las manifestaciones que estaban ocurriendo en casi toda la Isla, Miguel Díaz-Canel apareció en la televisión nacional y dio a sus seguidores la orden de combatir a los manifestantes.
“Él dijo que los revolucionarios tenían que salir a defender las calles y ellos fueron los que comenzaron a tirar piedras porque era una manifestación pacífica. Así tendrían una justificación para intervenir y apresarnos”.
En el momento en que lo detuvieron, Raidel recuerda que le gritaban “idiota, gusano, negro de mierda”. Ese día fue trasladado a la estación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Aguilera, en el municipio Diez de Octubre. Poco después, en la madrugada, fue transferido a Valle Grande, donde los guardias lo recibieron a golpes.
“Me dieron patadas, piñazos; me dieron por los oídos, me partieron la boca, me pasaron la cara por la pared; me decían que no mirara a los guardias y que si me desmayaba me iban a meter la tonfa por detrás”, relata.
Hasta el momento, Raidel Guerra Godínez no ha sido juzgado, por lo que solicita ayuda para contratar un abogado que pueda defenderlo una vez el régimen programe su juicio.
“Yo estoy sola con él. Soy la única que va a verlo y necesito que alguien me ayude”, pide Ariadna.
Ella, como miles de familiares de los detenidos por las protestas del 11J, exige la excarcelación de Raidel. “Él no es un delincuente, él salió para pedir la libertad de todos los cubanos, para vivir dignamente”.
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