LA HABANA, Cuba, marzo (Yaremis Flores, 173.203.82.38) – La ausencia del pescado en la mesa del cubano es ya habitual. En las pescaderías estatales las personas se aglomeran para comprar las croquetas de pescado, que se venden en paquetes de 5 pesos cada uno. La demanda de otros productos frecuentes en el listado – como el rejo de langosta y el camarón entero- es baja porque sus precios están fuera del alcance de la mayoría de los consumidores.
Desde hace años, el pescado no figura entre los alimentos normados por la libreta de abastecimientos. En su lugar se distribuye media libra de pollo. Los consumidores anhelan el nutritivo alimento proveniente del mar y cuestionan su escasez. “Cuba está rodeada de agua, ¿y dónde está el pescado?”, se preguntaba el sábado Josefa, compradora de la pescadería de Alamar.
David, un viejo pescador de Cojímar, pueblo pesquero al este de la Habana, aseguró a esta reportera que “ningún vendedor particular de la zona tiene (pescado). Esta época es de emperador, castelo y bonito (especies de pescado). La demanda es muy alta y los pescadores ahora prefieren venderlo directamente a los restaurantes, pues el pago es adecuado y periódico”.
La reciente medida de permitir las ventas directas posibilita a los pescadores vender sus productos al sector del turismo. Sin embargo, ocurre lo contrario cuando se trata de las necesidades a gran escala de la población.
Explicó David que cuando se trata de pesca deportiva –que se realiza con cordel o vara de pescar- los pescadores no tienen que rendir cuentas a nadie, pero cuando la pesca es con “palangre” (red) o es masiva, están obligados a subordinarse a Mercomar, cadena de pescaderías especializadas. También argumentó sobre las difíciles condiciones de trabajo, la falta de insumos y el mal estado de las naves.
La Oficina Nacional de Estadísticas reportó una disminución en el salario medio mensual de los pescadores. Sin embargo, desde el año 2009 al 2011 hubo un aumento de 14 mil a 25 mil trabajadores de la pesca. Muchos consideran que el incremento considerable en el número de pescadores -a pesar de los bajos salarios que ahora reciben- pudiera estar relacionado con la alta demanda que hay de los productos del mar entre la población, y que los nuevos pescadores han visto como una lucrativa fuente de ingresos a través del mercado negro.
No obstante, según referencias de la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), entre 1985 y 2007 se aprecia una caída de la producción anual pesquera, de 250 mil toneladas a 50 mil, cifra que se ha mantenido con cierta estabilidad hasta hoy.
El desequilibrio entre oferta y demanda, los altos precios de los productos del mar en el mercado negro y la proyección desenfocada del Ministerio de la Industria Alimenticia, no contribuyen al alivio del problema.
Todo apunta a que, por un largo tiempo, se escuchará vocear cerca del mercado: “¡Llegó el pollo por pescado! “.