BAYAMO, Cuba, 10 de julio de 2013, Calixto Ramón Martínez Arias/ www.cubanet.org.- Cualquier cubano o extranjero que visite el centro de Bayamo, o pase por allí de viaje, rápidamente imaginaría que los que en esa ciudad viven tienen un nivel de vida con las mejores condiciones posibles. Algo que ha logrado el gobierno apoyándose en lo que han llamado Plan Fachada, acompañado de una fuerte propaganda política.
Sin embargo, quien penetre en el interior de una vivienda de esa misma zona, vería que la realidad es muy distinta, y peor le resultaría si se adentrara en los barrios de la periferia, donde las personas viven en la extrema miseria.
El Plan Fachada fue un proyecto que comenzó a llevarse a cabo en Cuba a raíz de la crisis que generó la caída del campo socialista, a principio de los años noventa, cuando el gobierno se vio obligado a cederle paso al turismo internacional. Consiste en restaurar el frente de las viviendas ubicadas a orillas de carreteras centrales o en zonas céntricas de las ciudades, con el fin de que los turistas extranjeros se lleven una buena impresión.
En Bayamo, la ciudad más importante y capital de la provincia Granma, la zona céntrica ha quedado muy bella con la restauración del gobierno. Pero en un recorrido por la periferia, se pudo constatar que en solo tres barrios pertenecientes a los repartos Siboney y La Unión, más de 500 familia viven en extrema pobreza.
Pisos de tierra, camas con cuatro estacas…
“Este barrio tiene cerca de 300 casas y todas tienen las mismas condiciones aproximadamente: los piso son de tierra, las camas son cuatro estacas con un bastidor improvisado y colchones rellenos con yerba, y para cocinar lo hacen con leña. Ponen tres piedras en el suelo y ahí montan la cazuela”, describió Yadira Rodríguez, refiriéndose a la comunidad de Paso Diez, donde vive.
En Paso Diez, que pertenece a La Unión, al igual que en La Mosquera de Siboney, las casas son pequeños cuartos de unos cinco metros de largo por cuatro de ancho y las condiciones en su interior son las descritas por Rodríguez.
Estas casas son fabricadas con planchas de zinc, sacadas de tanques de ese material, las cuales se utilizan como paredes y techo.
“Cuando dan las dos de la tarde, el calor se hace irresistible aquí adentro”, señaló Juana Contreras, de 72 años de edad, que dice haber enviado reiteradas quejas a distintos órganos de Gobierno para ver si se le da solución a su caso. Pero nada ha resuelto.
Muchas de estas personas alegan que se les hace imposible construir una buena vivienda porque el Estado no les permite trabajar por no tener dirección permanente de la ciudad, pues emigraron de municipios cercanos. Otros, que representan la mayoría de los consultados, no fabrican porque ganan un salario muy bajo y los precios de los materiales son muy altos.
“Yo quisiera construir, pero cómo lo voy hacer si no me permiten trabajar porque no tengo dirección de aquí. Yo me mantengo de cosas que busco en el basurero y luego las vendo, eso es lo que hacemos casi todos los que vivimos aquí en Paso Diez”, destacó Carmen Morales Amaya, que emigró desde Cauto Cristo, un municipio cercano a Bayamo.
Para los residentes en estos barrios, resulta más económico cocinar con leña que hacer uso de los electrodomésticos de cocina que el Estado vendió a la población como parte de la llamada “Revolución Energética”.
“La idea de vendernos los equipos eléctricos para cocinar fue muy buena; lo malo fue que después subieron el precio de la electricidad y lo que uno gana se va pagando corriente, y si se te rompen, el arreglo vale la mitad del salario de un mes. Por eso yo prefiero cocinar con leña aunque pase trabajo; hasta ver qué pasa”, argumentó Carmen mientras, en cuclillas, atizaba un fogón.
Sin embargo, aún quedan personas de estas que creen que la Revolución va a solucionarles sus problemas. Aunque la mayoría manifestó haber perdido todo tipo de esperanza y sólo estiman que un cambio de gobierno, y de sistema político, pudiera sacarlos de la miseria que los envuelve.