PUERTO PADRE, Cuba. – Otro acto vandálico, esta vez en Puerto Padre, acaba de sufrir el matrimonio formado por los jóvenes Lariuska Molina Enamorado y Eliécer Góngora Izaguirre, padres de dos niños.
Lariuska y Eliécer, quienes integran la opositora Unión Patriótica de Cuba (UNPACU), residían en el municipio Jobabo, donde su vivienda ya había sido objeto de actos vandálicos. Sin embargo, ahora, menos de una semana después de haberse mudado para Puerto Padre, su vivienda volvió a ser atacada por los bandidos.
Según Lariuska, en la noche del pasado viernes ella se encontraba sola con sus dos niños en la casa, pues su esposo viajó a Santiago de Cuba. Pasadas las 12 de la noche, la vivienda quedó sin corriente. Dos horas después, Molina escuchó ruidos afuera y unos toques en la puerta del fondo de la casa. Al amanecer, se encontró el portal todo lleno de sangre con un ramo de flores blancas.
El acto vandálico no se limitó a la amenaza de muerte mediante la alegoría de la sangre y el ramo de flores. La tubería plástica, unos 14 metros de manguera que suministraban agua a la propiedad, había sido arrancada de cuajo y robada. Y el agua almacenada en la cisterna, contaminada con petróleo.
“¡Abajo Fidel y Raúl! Libertad para Cuba. ¡Abajo la dictadura!, escribí en la pared del portal con la misma sangre que ellos echaron allí”, dijo Lariuska Molina, como si no estuviera sola con sus niños, lejos de su familia y recién llegada a otra ciudad. Una mujer sola había ganado la batalla a la horda de vándalos.
“Todos los que pasaban era mirando para acá, mirando los letreros que escribí”, dijo.
“Yo escribo todo eso como a las siete de la mañana y pasadas las nueve vino un grupo de trabajo comunitario. Era la directora de la escuela donde matriculé a los niños, la maestra de segundo grado y la directora del pre (universitario). “Me dicen que aquello afectaba a los niños, que no estaba bien lo que yo había escrito, que me iban a ayudar a limpiarlo todo, y les pregunto ¿y esto que han hecho aquí está bien?”
Concluida la ¿operación limpieza?, sobre las diez de la mañana la directora del preuniversitario acompañó a Lariuska a la policía, para formular la denuncia de lo ocurrido.
“Burlonamente, el policía que tomó la denuncia me pregunta: ¿Quién tú crees que es el responsable de todo esto? A lo que le respondo: Por supuesto, aunque usted no lo crea o lo ponga ahí, esto es obra de la policía política a la que ustedes llaman Seguridad del Estado. ¿Por qué tú crees eso?, me dice. Y le contesto: Porque no es la primera vez que lo han hecho”, narró Lariuska.
La denuncia fue formulada sobre las 10 de la mañana y la policía no se persono en el lugar del hecho hasta pasadas las cuatro de la tarde. Y cabe preguntarse: ¿Qué acciones de instrucción (técnico-criminalísticas) pudo hacerse en una escena en que tres o cuatro mujeres la atacaron con recipientes con agua?
Técnicamente, en este acto de vandalismo concurre un delito de violación de domicilio agravado, por ejecutarse de noche y empleando intimidación en las personas; ocurre un delito de amenaza, para infundir a la víctima un serio y fundado temor; se produce un robo con fuerza, empleada sobre la cosa misma, la instalación hidráulica sustraída; hay un delito de daños, al verter petróleo en agua de consumo humano; concurriendo en todos esos delitos circunstancias agravante de la responsabilidad penal. Y que quede claro: serían autores de esos delitos, junto con los que los ejecutaron por sí mismo, los que organizaron el plan y la ejecución de ellos, que, en todo caso, son los que determinaron a otros penalmente responsables a cometer esos crímenes, según establece el artículo 18, incisos b) y c) del Código Penal cubano.
Y claro está: se estaría produciendo un delito de prevaricación, artículo 139 del Código Penal vigente, si “el que, faltando a los deberes de su cargo, deje maliciosamente de promover la persecución o sanción de un delincuente”.
“Yo soy el jefe de la seguridad del Estado aquí en Puerto Padre, y ahora es que me acabo de enterar”, dijo alguien a Lariuska, mientras aguardaba para formular la denuncia.
El desconocimiento del “jefe de la seguridad del Estado aquí en Puerto Padre” es incongruente con el conocimiento de quien dijo a Vilma Izaguirre, suegra de Lariuska, ser “jefe de la seguridad del Estado de la provincia (Las Tunas).
Según Lariuska, su suegra le dijo que el citado oficial le había dicho, tratando de persuadirla, que hablara con su hijo (Eliécer) para que no continuara en Puerto Padre y regresara a Jobabo.
“¿Y cuál es tu postura, ahora qué ustedes van a hacer?”, pregunté a Lariuska.
“Mire, si ellos piensan que con estos ataques nos van a rendir o intimidar, están muy equivocados. Por el contrario, estos ataques nos fortalecen más en la lucha, estos ataques nos muestran la razón de por qué estamos luchando”, dijo Lariuska.
Mientras la joven hacía esa afirmación, al oído, su niña, larguirucha y sonriente, cuchicheaba que iba a hacer una ensalada de tomates. Entonces pensé que con mujeres y niñas así, todo no está perdido en Cuba. Pese al crimen, todavía quedan esperanzas.